El sector financiero siempre ha
sido propicio a fraudes e irregularidades, que han ocasionado importantes
quebrantos económicos, tanto a entidades como a inversores, así como otras
consecuencias negativas, entre las que destacan pérdidas de imagen y de
clientes, sanciones e, incluso, la desaparición de sociedades.
El secreto y la discreción,
especialmente en las entidades financieras, son básicos para sustentar el principio
de confianza, lo que, unido a la confidencialidad con que tratan las empresas
los actos indebidos que se producen en las mismas, siempre ha dificultado el
conocimiento de la cuestión objeto del presente trabajo.
No obstante, prácticamente todos
los días aparecen en los medios de comunicación referencias a irregularidades
producidas en las empresas, especialmente en las financieras. Con independencia
de las actuaciones judiciales que procedan y de los resultados de las mismas,
esta información permite, aunque sea con ciertas limitaciones, establecer una
visión de las distintas modalidades defraudatorias y sus repercusiones
económicas.
Tipos de fraudes
En las entidades de crédito se
pueden desarrollar los mismos actos indebidos que en cualquier otro tipo de
empresas; ahora bien, las características propias de la actividad bancaria, por
la diversidad y exclusividad de sus operaciones y los numerosos riesgos
existentes, hacen que en este sector se puedan producir más fraudes que en
otras empresas y aparezcan, también, fraudes específicos que únicamente se
producen en este tipo de entidades.
Además, en el negocio bancario el
dinero está siempre presente y, salvo excepciones por motivos de venganza o
notoriedad, se le considera el principal causante de la mayoría de los fraudes
internos, entendidos como aquellos actos indebidos o desleales realizados por
empleados y directivos en sus organizaciones. Por este motivo, destacan en
primer lugar los casos relacionados con la apropiación indebida de fondos
en una amplia gama de modalidades, desde la substracción o robo del dinero
físicamente hasta su desvío mediante la manipulación de cuentas, tanto internas
de la entidad como de clientes.
En relación con los fondos de los
clientes, hay que hacer referencia a uno de los fraudes tradicionales más
típicos de la actividad bancaria y que está relacionado con el uso indebido de
esos fondos por los empleados y directivos desleales al margen de la entidad de
crédito, bien en su utilización pasajera para solventar necesidades económicas,
bien de forma permanente para instrumentar lo que se denomina "banca
paralela".
Siguen en importancia las actuaciones
indebidas o negligentes relacionadas con la actividad crediticia,
destacándose, además, como la morosidad ha llevado a algunas entidades a
situaciones muy delicadas, incluso de quiebra.
Sobresalen
los sucesos relacionados con la concesión irregular de préstamos y créditos,
fundamentalmente para beneficiar a los propios directivos, a determinadas
empresas o a terceros. Además, las irregularidades se extienden también a los
afianzamientos, al concederse créditos sin las garantías suficientes o,
incluso, falsas, y en las reclamaciones posteriores con la finalidad de evitar
o dificultar las recuperaciones de créditos fallidos.
En tercer lugar, aparecen una
serie de actuaciones indebidas relacionadas con la operativa de las
entidades y que se centran en bienes distintos al dinero, como por ejemplo
cheques; en la información, tan sensible en este sector; o en las operaciones
que se realizan en los diversos mercados.
Estas últimas actuaciones han
generado quebrantos significativos en bastantes casos, como se indica en el
apartado correspondiente a los derivados, pudiéndose observar cómo personas
vinculadas a las entidades de crédito han aprovechado la actividad de la
empresa, saltándose las normas y los controles existentes, para efectuar por
cuenta propia operaciones de la compañía con la finalidad de especular o de
realizar operaciones secretas para tratar de compensar las pérdidas generadas
por inversiones desafortunadas.
A continuación figuran una serie
de noticias relativas a presuntas actuaciones delictivas relacionadas con la
actividad bancaria, como fraude fiscal y blanqueo de capitales.
Entre las noticias publicadas,
destacan por su gran repercusión las relacionadas con la gestión fraudulenta o
defectuosa de administradores, que han ocasionado importantes pérdidas, tanto
para las propias empresas afectadas como para los depositantes, e, incluso, la
desaparición de entidades. Hay que recordar que las últimas crisis bancarias en
nuestro país han afectado a más de veinte sociedades con saneamientos en torno
a los tres mil millones de euros.
Además, otras actuaciones
irregulares de los administradores han ocasionado a las entidades daños
considerables, como sanciones o pérdidas de imagen y depositantes, y hacen
referencia a temas relacionados con incumplimientos de normas, riesgos
excesivos, información privilegiada, etc.
Nota: es un extracto del documento disponible en:
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