miércoles, 28 de febrero de 2018
Bankia, cuyo rescate costó 13.000 millones, repartirá entre sus accionistas 2.500 millones en dividendos
InfoLibre,
27/02/2018.
Bankia prevé repartir entre sus accionistas más de 2.500
millones de euros en los próximos tres años, más del doble que los 1.160
millones abonados en los últimos cuatro años, según contempla su Plan
Estratégico 2018-2020 anunciado este martes por la entidad presidida por José
Ignacio Goirigolzarri.
Esta cifra es consecuencia de su intención de elevar al
45-50% el porcentaje de beneficios que va a destinar al pago de dividendo
ordinario en efectivo ('pay out') y de reintegrar el exceso de capital sobre el
12% 'CET1 fully loaded'.
El banco prevé alcanzar un beneficio de más de 1.300
millones en el último ejercicio del plan, un 62% más que en 2017 (un 162% si se
calcula sobre los 505 millones ganados incluyendo los ajustes realizados por la
fusión con BMN), y elevar su ROE (rentabilidad sobre fondos propios) al 10,8%,
una vez ajustado a un nivel de capital del 12%.
El Tribunal de Cuentas estimó en 2017 que el rescate de
BFA/Bankia costó a las arcas públicas 12.347 millones de euros. El Banco de
España lo elevó a 12.690 millones, a los que hay que sumar los 192 de BMN.
Según el organismo regulador, se estima que se recuperarán en el caso de Bankia
9.734 millones. En este momento, el Estado, a través del Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria, controla el 66% de Bankia.
La tasa de morosidad se situará por debajo del 4% y la ratio
de cobertura superará el 55%, con un coste de riesgo que se mantendrá en 24
puntos básicos, al tiempo que la eficiencia mejorará hasta quedar por debajo
del 47% después de que las sinergias de la fusión con BMN se eleven a 190
millones, un 22% más de lo previsto inicialmente.
El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, ha
destacado que la entidad inicia este nuevo plan "con mucha ilusión" porque
la "fuerte" posición de balance y el dinamismo comercial de los que
parte se ven reforzados ahora por la eliminación de las restricciones por parte
de la Unión Europea y el empuje que da la ejecución de la fusión con BMN.
"Este proyecto que ahora comenzamos es muy diferente al
que planteamos hace cinco años, pero ambos compartirán dos puntos de partida:
seguiremos haciendo muchos esfuerzos para tener un sólido gobierno corporativo
y continuaremos gestionando con la mirada puesta en nuestros principios y
valores", ha añadido.
Disponible en:
martes, 27 de febrero de 2018
La cúpula de la gran banca se reparte 77 millones de euros en 2017
Por Vicente Clavero
Público.es, 27/02/2018.
Los miembros de los consejos de administración de los seis
grandes bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y
Bankinter) se embolsaron en 2017 más de 66 millones de euros, lo que supone un
incremento del 9,4% respecto al año anterior, seis veces superior al que
registraron los sueldos de los trabajadores con convenio (1,43%).
A esa cifra hay que sumar otros 11 millones largos
correspondientes a las aportaciones a sistemas de ahorro (planes de pensiones)
de las que se benefician ocho consejeros de distintas entidades, entre las que
no figuran ni Bankia ni Bankinter.
Por término medio, cada miembro de los consejos de
administración obtuvo 837.000 euros; es decir, 32 veces más que el salario
medio español de 2016 (26.292 euros anuales), último año del que existen datos.
Estos datos aparecen en la preceptiva información entregada
por los bancos a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a lo largo
de los últimos días, tras la publicación de sus resultados del último
ejercicio.
El único que ayer aún estaba pendiente de comunicar al regulador
las cantidades percibidas por sus consejeros durante 2017 es Bankia (que tiene
previsto hacerlo próximamente) y de ahí que en la comparación se utilicen las
de 2016.
El banco que más se gasta en su máximo órgano de gobierno es
el Santander: 31,7 millones de euros (incluyendo las retribuciones en metálico,
en acciones y las aportaciones a los planes de pensiones), a razón de casi dos
millones por consejero.
Le siguen el BBVA, con un total de 17,7 millones, Sabadell
(12,4), CaixaBank (7,5), Bankinter (4,2) y Bankia (3,0), este último controlado
por el Estado a través del FROB.
El presidente mejor pagado es la única mujer que ocupa ese
cargo, Ana P. Botín (Santander), que percibió 10,5 millones de euros. Francisco
González (BBVA) cobró 5,8 millones; José Oliu (Sabadell), 3,8; Jordi Gual
(Caixabank), 1,1; Pedro Guerrero (Bankinter), 0,9, y José Ignacio Goirigolzarri
(Bankia), 0,75 millones.
En conjunto, los presidentes de los seis principales bancos
españoles se repartieron más de 30 millones de euros en 2017.
Los consejeros delegados que más dinero ganaron fueron José
Antonio Álvarez (Santander), con casi nueve millones; Carlos Torres (BBVA), con
6,7 millones; Jaime Guardiola (Sabadell), con 5,9 millones; Gonzalo Gortázar (CaixaBank)
cobró 2,8 millones; María Dolores Dancausa (Bankinter), 1,3, y José Sevilla
(Bankia), 0,75 millones.
Hubo otros cinco consejeros que superaron el millón de
euros: Rodrigo Echenique (4,3) y Matías Rodríguez Inciarte (4,3), ambos del
Santander; José Manuel González-Páramo (1,7), del BBVA; Antonio Masanell (1,3),
de CaixaBank, y José Luis Negro (1,2), del Sabadell.
Disponible en:
lunes, 26 de febrero de 2018
Guindos irá al BCE sin sanear la banca: aún hay 131.400 millones de activos tóxicos
Por Diego Herranz
Público.es, 25/02/2018
“En España no hubo rescate”, sólo “una línea financiera
preferente de Europa” que se devolverá “sin coste alguno” para el contribuyente
España. Palabra de Luis de Guindos. A los pocos meses de asumir el cargo de
plenipotenciario ministro de Economía, al inicio de 2012. Una legislatura y
media después, también bajo su dirección ministerial, se elude la quiebra del
Banco Popular, técnicamente en ciernes, que pasa a manos del Santander por el
simbólico precio de un euro. Una operación que evitó, según Guindos, que el
dinero público acudiera al rescate de una nueva entidad financiera y que podría
catalogarse como el último epitafio de su espíritu reformista. El mismo que le
otorga, a su juicio, tal y como enfatizó durante su comparecencia en el Comité
se Asuntos Económicos y Financieros de la Eurocámara -que le retiró, apenas una
semana antes de su designación oficial como vicepresidente del BCE, por parte
de sus colegas del Eurogrupo, su apoyo al cargo-, un aval especial: haber
ejercido como arquitecto “de un saneamiento financiero sin igual” en la zona
del euro. Irónicamente, su plácet hacia el BCE coincide con una investigación
de la Audiencia Nacional para diseccionar la autopsia del Popular e indagar
judicialmente en las causas que provocaron la suspensión de pagos técnica del
cuarto banco del país. En busca de responsabilidades. Sin duda, ejecutivas y
directivas, aunque también, y presumiblemente, de supervisión y, por inercia,
políticas.
El interim management de Guindos como titular de Economía ha
sido altamente costoso para las arcas españolas. No sólo porque el propio Banco
de España, institución cuya cúpula modeló a su antojo al comienzo de su
trayectoria ministerial, valore en más de nueve dígitos el precio de la
reestructuración del sistema bancario. Sino porque los activos tóxicos,
encriptados con suma e inusual celeridad y de forma más opaca que transparente
en el Sareb -el banco malo diseñado para sacar al mercado las propiedades
inmobiliarias que lastraban los balances de las entidades financieras-, están
lejos todavía de desaparecer. Dicho de otro modo. El “saneamiento sin igual”,
del que hace gala Guindos, brilla por su ausencia. En casi toda Europa. Pero de
manera elocuente en España. Así lo atestigua la propia industria bancaria de la
eurozona en su último Reporting of Financial Information (FINREP) que,
curiosamente, envía periódicamente al BCE y a otros entes reguladores, como el
Banco de Inglaterra, para su consecuente -y conveniente- supervisión.
Escasa regeneración
de los balances bancarios
En este documento sobre sus estados financiero-contables,
los bancos europeos admiten tener casi un billón de activos tóxicos aún sin
extirpar. A poco más de seis meses de los diez años del estallido de la crisis.
Y España figura en el tercer lugar del escalafón, tras Italia y Francia, con
más de 131.400 millones de euros de cartera crediticia de dudosa calidad.
De igual modo la supuesta eficiencia transformadora del
modelo financiero español de la que se jacta Guindos habría que cogerla con
pinzas, su mensaje de compromiso con la independencia del BCE también queda en
tela de juicio. Por su condición de político en ejercicio. Algo que nunca había
ocurrido en los más de 20 años de existencia de la entidad emisora europea, que
inició su andadura, bajo su primer consejo ejecutivo, en 1997. Pero también
porque, desde su sillón de vicepresidente, al arquitecto de las sucesivas
reformas financieras en España, ¿le temblará el pulso a la hora de exigir a los
bancos españoles nuevos requerimientos y obligaciones de liquidez y calidad
crediticia? O, por el contrario, ¿sucumbirá ante un sector que ha callado, sin
remedio y sin penitencia, ante la venta testimonial de su cuarto banco al mejor
postor? Por un euro. Y sin luz ni taquígrafos. Tampoco parece un aval
suficientemente verídico su experiencia reformista. Porque en los seis años al
frente del ministerio, Guindos no ha promovido cambios legislativos que
contribuyeran a la supresión de las cláusulas abusivas en el negocio
inmobiliario, ni a aportar claridad y seguridad jurídica en su modificada la
Ley Hipotecaria, ni ha impulsado mecanismos como la dación en pago, stricto
sensu, para paliar los efectos perniciosos de la crisis en España. Más bien al
contrario, sus virajes normativos, o han llegado tarde, una vez los jueces de
primera instancia pidieron auxilio interpretativo al Tribunal de Justicia de la
UE sobre la devolución de las cláusulas suelo sin límites de retroactividad, en
contra del criterio que sentenció previamente el Tribunal Supremo, o se han
posicionado claramente del lado de los agentes intermediarios en la compraventa
de viviendas -desde notarios y registradores, hasta firmas de tasación- y, por
ende, de los bancos que dieron pábulo a las hipotecas durante los años de
bonanza constructora y bajos tipos de interés.
Un billón de créditos
de baja calidad en Europa
En concreto, los bancos europeos reconocen 944.000 millones
de euros de activos dudosos en sus balances. Una losa demasiado pesada como
para proclamar la recuperación de la economía del euro. Por más que la
coyuntura sea propicia. En 2017, dos años más tarde de los ocho que empleó el
espacio monetario común en restablecer el tamaño de su PIB previo a la quiebra
de Lehman Brothers, los diecinueve socios del euro registraron un crecimiento
del 2,5%; el de más vigor desde entonces, según Eurostat. Ritmo superior al de
EEUU y Japón y que podría prolongar este ejercicio su dinamismo. Gilles Moec,
economista de BofA Merrill Lynch, estima que la zona del euro disfruta de
vientos favorables, al pasar de la estanflación que perduró hasta hace unos
años a un dinamismo sin presiones de precios. Pero resalta que este estado de
euforia en el euro estará sometido a vaivenes políticos, en alusión a “la
futura gestión de sus sistemas financieros”, ineludible si se quiere consolidar
el área monetaria frente a próximas crisis, lo que demanda “un nuevo esfuerzo
de integración, fiscal, bancaria y política” que sólo puede auspiciarse desde
el eje franco-alemán, y al resultado del Brexit y del escenario financiero e
institucional en Grecia. Sin olvidarse de Italia, el mayor foco en ciernes de
un próximo polvorín bancario que podría contagiar a sus rivales; especialmente,
en España y Francia. O al Deutche Bank, que acapara casi toda la toxicidad de
la estructura financiera alemana y que, hasta ahora, ha sobrevivido gracias a
la influencia del gabinete de Angela Merkel. Con Wolfgang Schäuble (ministro de
Hacienda alemán) y Jens Weidmann, presidente del Bundesbank y, según casi todas
las apuestas, el ticket que gestionará, junto a Guindos, la jefatura del BCE,
como máximos exponentes de la estrategia de protección sobre el mayor banco
germano.
El perfil del BCE que
reclama Berlín
Este es el escenario con el que estrenará Guindos su nuevo
rol de vicepresidente del BCE. En él, además, emerge un euro más fuerte que
nunca, y se atisba un giro estratégico: el final de los estímulos monetarios de
Draghi. El tándem Weidmann-Guindos tiene visos de ser el que prepare a la zona
del euro para el retorno de la ortodoxia, según la jerga neoliberal al uso; es
decir, para una subida gradual de tipos de interés. Y, en paralelo, la
sepultura de la QE o política de compra de deuda y activos tóxicos a la banca,
a las empresas y a los Estados soberanos que espoleó, por empecinamiento de
Draghi (y contra los criterios de Berlín), la economía del euro y ayudo a que
se solventara la época de rescates financieros. David Kohl, estratega de
mercados de divisas de Julius Baer, aventura el “paulatino descenso de la
retórica de los halcones monetarios europeos” que regirán el destino del BCE en
los próximos años, una vez se vayan superando las dudas sobre sus integrantes.
Así como la “gradual normalización” de la política del banco emisor; entre
otras razones, porque, a su juicio, las compras mensuales de activos dejarán de
producirse a partir de septiembre, cuando finalice la presidencia de Draghi, y
unos meses más tarde, a lo largo de 2019, se emprenderán los primeros
encarecimientos del precio del dinero en la UEM.
Es decir, el giro que demanda Alemania. Porque su economía,
con superávit comercial, demanda de financiación viento en popa para satisfacer
las elevadas cotas de consumo privado e inversión empresarial, subidas
salariales (los 3,9 millones de empleados metalúrgicos tendrán un 3% más de
retribuciones en los próximos dos años) y un PIB que navega en plena velocidad
de crucero tras crecer seis décimas en el último trimestre y un 2,9% en
términos interanuales, no necesita más carburante. O, lo que es lo mismo.
Requiere el final de la política de tipos próximos a cero. El propio Weidmann
se ha encargado de sacar la dialéctica monetaria a relucir. “Los pactos entre
sindicatos y patronales confirman que las presiones inflacionistas volverán a
vislumbrarse en los próximos meses, de forma gradual”, acaba de advertir.
A no ser que los balances bancarios emitan otro riesgo de
tsunami. El BCE actual advierte de que tendrán precaución a la hora de analizar
los datos del sector, ya que -aseguraba en su último informe quincenal- la
definición de los activos tóxicos (non performing loans) o, cuanto menos, de
créditos de dudosa calidad -entre los que se encuentran los inmobiliarios, más
propios de España, pero también los derivados, estructurados y swaps que
desencadenaron la crisis global- difiere de un país a otro. Por ejemplo, en la
República Checa, su banco nacional precisa que esta metástasis apenas supone el
6% de los créditos en circulación.
Pero los economistas inciden en que su persistente
acumulación y el amplio inventario de deuda que aún deben gestionar los bancos
de la zona del euro obstruye su capacidad para abrir el grifo crediticio y
suponen una merma en sus beneficios. Y ciertos inversores -dicen desde el
mercado- se muestran “muy decepcionados” por el escaso progreso de la banca
europea en la corrección de sus balances. Esgrimen para ello que, desde finales
de 2014, tres meses antes de que el BCE pusiera en marcha sus estímulos monetarios,
la industria financiera del euro sólo ha cicatrizado 280.000 millones de euros
de su gangrena.
Terna de
presidenciables al BCE
La proclamación de Guindos augura un BCE menos heterodoxo en
la que la práctica totalidad de su cúpula ejecutiva dejará Fráncfort en los
próximos meses. Weidmann, que trabajó para el FMI y se tomó una excedencia
desde 2006 hasta 2011 en el Bundesbank para ejercer de asesor de Merkel en
materia económica, encabeza las apuestas para reemplazar a Draghi. Aunque, como
siempre ocurre en Europa, surge una terna; a veces, real, es decir, con
posibilidades de batalla entre sus aspirantes, y otras, como parece el caso,
por mero efecto cosmético. Porque las opciones de que sea el gobernador del
Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, parecen remotas. Si no utópicas.
Pese a que el propio Guindos salió inmediatamente a la palestra, tras su
designación en el Eurogrupo, para negar que cuando el río suena, agua lleva.
“No hay condicionalidad alguna vinculada a los apoyos recibidos”, explicó no
sin antes precisar, que “ni para Alemania ni para nadie”. Por si cupiese alguna
duda.
Un sondeo realizado esta semana por la agencia Bloomberg
entre economistas europeos sitúa a Weidmann al frente de las quinielas. Con más
de cien analistas que dan por hecho su trasvase del Bundesbank al BCE. Le
siguen Villeroy, con 84; Philip Lane, el gobernador irlandés y rival de Guindos
a la vicepresidencia, con 26; Christine Lagarde, actual directora gerente del
FMI (23); el estonio Ardo Hansson (15); el holandés, Klaas Knot (12); el
finlandés Erkii Liikanen (11); Klaus Regling, alemán, director gerente del
Mecanismo Europeo de Estabilidad (8); Olli Rehn, también miembro del Banco
Central de Finlandia, como Liikanen, y […] Luis María Linde, el gobernador del
Banco de España, con 6. Un brindis al sol. Pero todo un acicate nacionalista.
Linde al frente del BCE y Guindos como su número dos. Demasiada coincidencia
para acabar con la desaparición de España de las más altas instancias de poder
de las instituciones. Mundiales, pero, sobre todo, europeas. Desde que en 2012
se perdió el sillón en el consejo ejecutivo del BCE. Precisamente, con la
llegada al poder de Mariano Rajoy en España, durante cuyo mandato no se logró
que el futuro vicepresidente del BCE fuera el primus inter pares en el
Eurogrupo, en 2015. Cargo que, lejos de reclamar independencia y autonomía, sí
requiere del perfil político que ostenta Guindos.
Disponible en:
http://www.publico.es/economia/vicepresidencia-bce-guindos-ira-bce-sanear-banca-hay-131400-millones-activos-toxicos.html
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