Por Esteban Cano
Diario 16, 16/02/2018
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Cuando en Diario16 afirmamos que la situación real del Banco
de Santander es mucho más precaria que lo que se quiere dar a entender o de lo
que intentan mostrar en sus cuentas anuales no nos equivocamos ni estamos
locos. Ni siquiera con la adquisición de Banco Popular por un euro el Santander
está logrando frenar la hemorragia de depósitos y, por tanto, de liquidez que
tanto le está afectando y que fue una de las razones por las que la entidad presidida
por Ana Patricia Botín necesitaba urgentemente hacerse con la sexta entidad
financiera del país y líder en el sector de Pymes para poder hacerse con los
depósitos, con la cartera de negocio, con sus oficinas, con su patrimonio, y,
sobre todo, con todos los activos que estaban valorados en más de 60.000
millones de euros.
El pasado día 7 de marzo la Asociación Española de Banca
(AEB) hacía públicos los estados individuales de las diferentes entidades y nos
encontramos con un dato verdaderamente aterrador: el Santander perdió 25.540
millones de euros de liquidez en el mes de noviembre, cantidad a la que habría
que sumar los 1.303 millones que había perdido en octubre. En total, 26.843
millones de euros. Al Popular lo intervinieron por tener una crisis de liquidez
al perder 14.000 millones en dos días tras las grandes retiradas de depósitos
de las empresas, instituciones y organismos públicos. El Santander pierde casi
27.000 millones y no fue intervenido. Estas son las ventajas de ser sistémico y
de tener la absoluta protección de las autoridades políticas y económicas
españolas, a pesar de que, según el FMI, el Santander sea un verdadero peligro
para el sistema financiero mundial.
Hay dos cuestiones para valorar sobre la situación
financiera del Banco Santander:
1.- Necesidades de capital para cumplir con la normativa
TLAC, sobre colchón anticrisis para los bancos considerados sistémicos a nivel
global.
2.- Cumplimiento del coeficiente Liquidity Coverage Ratio
(LCR), sobre criterios de liquidez que debe disponer el banco. Estos criterios
están recogidos en las normas de Basilea III, siendo para este año del 90 % y
para el año próximo del 100%.
Cumplimiento de la normativa TLAC
El banco Santander necesita para cubrir ese colchón
anticrisis, o que se responsabilice del coste de una posible resolución o
quiebra del banco, de 62.500 millones de euros hasta el 31 de diciembre de
2018.
En 2017 captó:
A lo largo del 2018 y en la programación financiera que ha
presentado va a disponer de:
Por tanto, para lograr alcanzar el objetivo hasta final de
año tiene un déficit de capital de 25.570 millones.
Cumplimiento del
coeficiente LCR o de liquidez.
Con los datos disponibles es muy complicado llegar a un
resultado exacto, pero, casualmente, tanto el Santander, como otra entidad
financiera española son los únicos bancos que en sus informes económicos
financieros no publican dicha ratio.
Desde los criterios de Basilea III, en el año 2017 se exigía
una cobertura del 80%, desde este año 2018, una cobertura del 90%, y Santander
está aproximadamente en un 92,6%, superior a la exigencia para este año, por la
aportación de fondos que el Banco Popular le ha permitido anotarse en sus
cuentas, en concreto de 81.369 millones. Si no hubiera tenido dicho aporte la
cobertura de liquidez o LCR estaría por debajo del 80%.
El problema con la liquidez lo ha cubierto este año con la
adquisición del Banco Popular. El problema al Banco Santander se le plantea de
cara al año 2.019 donde se le exige que tenga cubierto el 100% de dicho
coeficiente y eso le obliga a incrementar la liquidez disponible en unos 51.000
millones.
Hay que recordar que en el mes de mayo de 2.017 el banco
alemán Barenberg, una entidad que es tomada muy en serio por todos los
analistas financieros del mundo, afirmó que el Santander tenía un déficit de
capital de 10.000 millones de euros y que el valor real de su acción apenas
llegaba al 50% del precio de venta en el mercado. En ese informe del banco
alemán, además, se le al Santander asignaba una Common Equity Tier 1 (CET1)
—esta ratio es la que se toma como referencia para medir la solvencia— del
10,7%, una de las más bajas de la banca europea y que, con criterios normales
apenas hubiera alcanzado el 11% en diciembre de 2.017. Con la adquisición del
Banco Popular por un euro esta ratio apenas está en un 12.26%, manteniéndose
entre las más bajas de Europa. Por tanto, el Santander tiene un déficit de
capital de 51.000 millones de euros, una cantidad que le permitiría alcanzar
las ratios medias del conjunto bancario europeo y americano.
Volvamos a la pérdida de 25.540 millones de euros en
depósitos. El Santander ha justificado esta pérdida de liquidez a un cambio
contable por la fusión de nueve sociedades emisoras de deuda, y que esos
depósitos han pasado a formar parte de las partidas representativas de deuda.
Cuando una entidad comienza a realizar juegos y malabarismos contables en una
tabla de Excel es que se quiere afinar mucho en las cuentas para ocultar la
verdadera situación en la que se encuentra.
Además, si hay un error lo normal es que se notifique antes
de que se publiquen los datos. Sin embargo, estamos hablando de 25.540 millones
de euros. Ese «error» tiene también una transcendencia en la elaboración de las
ratios de liquidez, tal y como veíamos antes, y en los nuevos coeficientes
Mininum Requirement of Elegible Liabilities (MREL) que son muy elevados en los
bancos sistémicos globales pero que lo son menos cuantos más depósitos tenga la
entidad en cuestión. Por tanto, cuantos menos depósitos tenga el Santander, más
pasivos que cumplan con el MREL tendrá que emitir y, en consecuencia, el valor
en bolsa se desplomará porque el coste de los depósitos y el de estos valores
no es el mismo, puesto que aquéllos son más estables y más baratos. Esto nos
lleva a otra conclusión muy alarmante para los accionistas del Santander: esta
situación le genera más costes de los que el mercado descuenta.
Todos estos datos demuestran que la situación real del
Santander es crítica. Sin embargo, la situación generada tras esta noticia es
muy diferente a la del Banco Popular. En este caso, un dato que hubiera debido
tener una trascendencia tanto en los mercados como en las propias entidades
reguladoras, ha pasado absolutamente desapercibido demostrando la protección
desde todos los ámbitos que existe hacia el Santander. Nadie se ha movido ante
una pérdida de, repetimos, más de 25.000 millones de euros en depósitos en un
mes, ni el Banco de España, ni la CNMV, ni, por supuesto, el Gobierno de
España. El FMI lo dejó muy claro: el Santander es un peligro para el sistema,
pero en este país se le sigue protegiendo como si fuera el Arca de la Alianza.
Thomas Jefferson afirmó una vez que «los sistemas bancarios son más peligrosos
que los ejércitos». En España, y con un ministro como Luis de Guindos, desde
luego, sobre todo si se trata de proteger al Santander porque, para que no
cayera, se ha permitido que más de 305.000 familias hayan sido «presuntamente»
estafadas, robadas y apioladas y, a pesar de tanto dolor que se ha generado, no
ha servido para que el Santander coja más fuerzas porque sigue perdiendo
capital, sigue perdiendo liquidez y tiene una solvencia de las más bajas de la
Unión Europea. Tal vez con el magenta no hayan tenido suficiente y ahora hayan
puestos sus ojos en el azul del Mediterráneo. Atentos.
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