Por Aurora Martínez
(ATTAC)
Nueva Tribuna, 20/06/2018.
En el acto en el que ATTAC presentó el libro "10 años
de Crisis", Isabelle Bourboulon (coordinadora del libro) señalaba cuatro
indicios de una nueva crisis: altos niveles de deuda, la burbuja de bonos, la
burbuja inmobiliaria y el Brexit... Merece la pena desarrollar lo que contó
Bourboulon sobre la deuda.
Otra vez la deuda
desvocada
Sin haber superado los efectos de la terrible crisis de
deuda que se desencadenó en 2007 y 2008, de nuevo la deuda no cesa de aumentar.
El monto de la deuda mundial es de unos 250 billones de dólares, tres veces el
PIB mundial, 12 puntos porcentuales por encima de la deuda de 2009, y la deuda
de las empresas en los países emergentes se ha multiplicado por cuatro desde
2004 a 2014... En todo caso, el problema de la deuda se hace especialmente
grave para los países europeos, que no disponen de moneda propia, cuando es
deuda externa.
Sobre esa cuestión, los economistas Carmen Reinhart y
Kenneth Rogoff señalan que"las causas de la actual crisis no sólo no se
han corregido, sino que han empeorado. Los niveles extremos de deuda implican
quiebras como la de los años 30 y requieren una ola de condonaciones".
Son muy conocidos los efectos que tuvo la deuda impagable de
los países latinoamericanos tras la subida de los tipos de interés en 1980
(hasta el 20%) del señor Volcker para bajar la alta inflación norteamericana,
que pasó del 14,5% a un 2,5%: la década perdida de los 80 para aquellos países
y sus consecuencias negativas que llegan hasta la actualidad. Como única
salida, los movimientos sociales y ciudadanos exigieron a los gobiernos endeudados que repudiaran la deuda externa y
pusieran fin a su reembolso. Pero ocurre
que la deuda histórica del Norte con los
del Sur es mucho mayor.
La deuda española
Podemos entender mejor por qué una deuda pública de grandes
dimensiones puede hacer colapsar una economía con el ejemplo de la realidad
española. Actualmente la deuda española
no financiera (sin contar la deuda de los bancos) en noviembre 2017, era de
2,75 billones de euros (dos veces y media su PIB), la deuda pública de 1,14
billones ( el 98% del PIB) y la deuda
externa bruta de cerca de 2 billones (cerca del 200% del PIB). Se resumen estos
datos diciendo que España es el único país europeo con un déficit superior al
3% y una deuda por persona que alcanzó al comenzar 2018 el mayor nivel de su
historia.
El pago de los intereses de esa deuda pública en el año 2017
fue de 30.000 millones de euros (en 2015, 35.000 millones). Si en un futuro
próximo, el BCE sube el tipo de interés en un punto porcentual, los intereses
de la deuda aumentarían como mínimo unos 25.000 millones al año: el 1% de la
deuda pública a renovar (220.000 millones de euros en 2018) más una pequeña
subida de la prima de riesgo. Pero si
aumentara el tipo de interés en 2 puntos
porcentuales por un repunte de la inflación, el dinero a pagar sería el doble ¿De dónde saldría esta factura extra
si desde Europa nos piden reducir el déficit? Está claro que España no está
preparada para la subida de tipos. Y tampoco lo estarían Grecia, Italia,
Portugal y Bélgica con una deuda pública mayor que la española.
Qué hacer
Pero ¿cómo hacer para que el Estado no entre en quiebra
técnica si el pago de los servicios de la deuda es superior al crecimiento del
PIB?
La receta de Europa ha sido crecer recortando el gasto
público. Y eso es imposible. Si el sector privado está recortando gastos, es el
sector público el que tiene que gastar para crear empleo. Conviene aprender de
la recesión de Japón. Efectivamente la deuda del sector público español ha
pasado de un 35,5% en 2007 a casi el
100% en la actualidad, por eso se está remontando la crisis. ¡Y ahora, viéndole los colmillos
al lobo, el FMI y Europa hablan de un Fondo Monetario Europeo que permita un
nuevo presupuesto para la inversión
pública y financiar los desequilibrios exteriores de los Estados miembros!
La inflación también hace
disminuir la deuda si esta crece en un porcentaje superior al de
tipo de interés. Pero el BCE no permite que ésta supere el 2%.
Juan Torres dio otra propuesta en el mencionado acto de
Attac: la compra por el BCE de deuda perpetua de los Estados. Tenemos el
ejemplo del gobierno de Irlanda que ha
emitido deuda con vencimiento a cien
años, a un interés del 2,35%, aunque el BCE sólo compra deuda a 30 años.
El profesor Juan Laborda así mismo da las suyas. Control ex
ante de la expansión del crédito: préstamos hipotecarios inferiores al salario
de 5 años de la unidad familiar y al 80% del valor de tasación y que la parte
dedicada al pago de la deuda sea inferior al 30% de los ingresos familiares;
desincentivar endeudarse; separación de la banca comercial y de inversión;
limitar el tamaño de los bancos y
sus actividades de riesgo y las
propuestas de quitas de la deuda. Y una banca pública que ayude al Estado a
producir los bienes y servicios que la población necesita
Una experiencia de restructuración (quitas) ante la crisis
financiera sueca de los 90 fue reducir
la deuda de cada prestatario hasta donde éste pudiera pagar. En esta
línea de aliviar la deuda de los particulares, está la segunda oportunidad y la dación en pago.
Para alejar el pinchazo de esta deuda global es
imprescindible coordinación y un cambio radical de los bancos centrales, que
son los que están haciendo subir la deuda con las emisiones de dinero para
salvar a los bancos y grandes corporaciones. Que el Banco Central Europeo
introduzca el pleno empleo como objetivo de similar importancia al de la
estabilidad de precios; que se elimine
su independencia total, que les aleja del control ciudadano y acerca su
dependencia a los bancos, y que asuma
quitas de esas deudas soberanas
impagables, de acuerdo con el Parlamento Europeo.
Como puede haber riesgo de impago de varios países Europeos,
es necesario que el Sr Pedro Sánchez vaya a Europa no sólo a negociar el
déficit de España, sino a pedir cambios en los Tratados que permitan el control
ciudadano de unos mercados financieros inestables y alejar el peligro de una nueva crisis de
deuda.
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