viernes, 22 de junio de 2018

Tras diez años de crisis, urgen medidas para frenar la burbuja de la deuda


Por Aurora Martínez (ATTAC)
Nueva Tribuna, 20/06/2018.

En el acto en el que ATTAC presentó el libro "10 años de Crisis", Isabelle Bourboulon (coordinadora del libro) señalaba cuatro indicios de una nueva crisis: altos niveles de deuda, la burbuja de bonos, la burbuja inmobiliaria y el Brexit... Merece la pena desarrollar lo que contó Bourboulon sobre la deuda.

Otra vez la deuda desvocada

Sin haber superado los efectos de la terrible crisis de deuda que se desencadenó en 2007 y 2008, de nuevo la deuda no cesa de aumentar. El monto de la deuda mundial es de unos 250 billones de dólares, tres veces el PIB mundial, 12 puntos porcentuales por encima de la deuda de 2009, y la deuda de las empresas en los países emergentes se ha multiplicado por cuatro desde 2004 a 2014... En todo caso, el problema de la deuda se hace especialmente grave para los países europeos, que no disponen de moneda propia, cuando es deuda externa.

Sobre esa cuestión, los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff señalan que"las causas de la actual crisis no sólo no se han corregido, sino que han empeorado. Los niveles extremos de deuda implican quiebras como la de los años 30 y requieren una ola de condonaciones".

Son muy conocidos los efectos que tuvo la deuda impagable de los países latinoamericanos tras la subida de los tipos de interés en 1980 (hasta el 20%) del señor Volcker para bajar la alta inflación norteamericana, que pasó del 14,5% a un 2,5%: la década perdida de los 80 para aquellos países y sus consecuencias negativas que llegan hasta la actualidad. Como única salida, los movimientos sociales y ciudadanos exigieron  a los gobiernos endeudados  que repudiaran la deuda externa y pusieran  fin a su reembolso. Pero ocurre que la deuda histórica  del Norte con los del Sur es mucho mayor.

La deuda española

Podemos entender mejor por qué una deuda pública de grandes dimensiones puede hacer colapsar una economía con el ejemplo de la realidad española. Actualmente la deuda  española no financiera (sin contar la deuda de los bancos) en noviembre 2017, era de 2,75 billones de euros (dos veces y media su PIB), la deuda pública de 1,14 billones ( el 98% del PIB) y  la deuda externa bruta de cerca de 2 billones (cerca del 200% del PIB). Se resumen estos datos diciendo que España es el único país europeo con un déficit superior al 3% y una deuda por persona que alcanzó al comenzar 2018 el mayor nivel de su historia.

El pago de los intereses de esa deuda pública en el año 2017 fue de 30.000 millones de euros (en 2015, 35.000 millones). Si en un futuro próximo, el BCE sube el tipo de interés en un punto porcentual, los intereses de la deuda aumentarían como mínimo unos 25.000 millones al año: el 1% de la deuda pública a renovar (220.000 millones de euros en 2018) más una pequeña subida  de la prima de riesgo. Pero si aumentara  el tipo de interés en 2 puntos porcentuales por un repunte de la inflación, el dinero a pagar sería  el doble ¿De dónde saldría esta factura extra si desde Europa nos piden reducir el déficit? Está claro que España no está preparada para la subida de tipos. Y tampoco lo estarían Grecia, Italia, Portugal y Bélgica con una deuda pública mayor que la española.

Qué hacer

Pero ¿cómo hacer para que el Estado no entre en quiebra técnica si el pago de los servicios de la deuda es superior al crecimiento del PIB?

La receta de Europa ha sido crecer recortando el gasto público. Y eso es imposible. Si el sector privado está recortando gastos, es el sector público el que tiene que gastar para crear empleo. Conviene aprender de la recesión de Japón. Efectivamente la deuda del sector público español ha pasado de un 35,5%  en 2007 a casi el 100% en la actualidad, por eso se está remontando  la crisis. ¡Y ahora, viéndole los colmillos al lobo, el FMI y Europa hablan de un Fondo Monetario Europeo que permita un nuevo presupuesto para  la inversión pública y financiar los desequilibrios exteriores de los Estados miembros!

La inflación también hace  disminuir la deuda si esta crece en un porcentaje superior  al de  tipo de interés. Pero el BCE no permite que ésta supere el 2%.

Juan Torres dio otra propuesta en el mencionado acto de Attac: la compra por el BCE de deuda perpetua de los Estados. Tenemos el ejemplo del gobierno de Irlanda que  ha emitido deuda con vencimiento a  cien años,  a un interés  del 2,35%, aunque el BCE sólo  compra deuda a 30 años.

El profesor Juan Laborda así mismo da las suyas. Control ex ante de la expansión del crédito: préstamos hipotecarios inferiores al salario de 5 años de la unidad familiar y al 80% del valor de tasación y que la parte dedicada al pago de la deuda sea inferior al 30% de los ingresos familiares; desincentivar endeudarse; separación de la banca comercial y de inversión; limitar el tamaño  de los bancos y sus  actividades de riesgo y las propuestas de quitas de la deuda. Y una banca pública que ayude al Estado a producir los bienes y servicios que la población necesita

Una experiencia de restructuración (quitas) ante la crisis financiera sueca de los 90 fue reducir  la deuda de cada prestatario hasta donde éste pudiera pagar. En esta línea de aliviar la deuda de los particulares, está  la segunda oportunidad y  la dación en pago.

Para alejar el pinchazo de esta deuda global es imprescindible coordinación y un cambio radical de los bancos centrales, que son los que están haciendo subir la deuda con las emisiones de dinero para salvar a los bancos y grandes corporaciones. Que el Banco Central Europeo introduzca el pleno empleo como objetivo de similar importancia al de la estabilidad  de precios; que se elimine su independencia total, que les aleja del control ciudadano y acerca su dependencia a los bancos, y que asuma  quitas  de esas deudas soberanas impagables, de acuerdo con el Parlamento Europeo.

Como puede haber riesgo de impago de varios países Europeos, es necesario que el Sr Pedro Sánchez vaya a Europa no sólo a negociar el déficit de España, sino a pedir cambios en los Tratados que permitan el control ciudadano de unos mercados financieros inestables  y alejar el peligro de una nueva crisis de deuda.

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