sábado, 29 de septiembre de 2018
El origen de la gran burbuja
Por Joaquín Estefanía
El País, 29/09/2018.
La fuerza icónica de la muerte de
Lehman Brothers ha ocultado otros acontecimientos de naturaleza similar, dignos
también de reflexión. Una década antes de aquello tuvo lugar la primera crisis
financiera global de la historia, la de los tigres asiáticos. En julio de 1997,
las monedas de los principales países asiáticos fueron devaluándose una tras otra,
como fichas de dominó; cayeron las Bolsas de valores, y las dificultades se
extendieron de una región a otra: suspensión de pagos de Rusia, luego América
Latina y finalmente el conjunto del planeta. En septiembre de 1998, en una
acción heterodoxa para el funcionamivento de la economía de mercado, la Reserva
Federal (Fed) de Nueva York intervenía activamente para salvar de la ruina a un
fondo de alto riesgo (hedge fund), el Long-Term Capital Management (LTCM).
La crisis asiática era el
contexto. El LTCM era uno de los mayores fondos de alto riesgo americano,
especializado en el arbitraje de bonos, que utilizaba complejas fórmulas para
explotar las pequeñas discrepancias en precios de los distintos activos
financieros. Con sede en Conneticut (aunque registrado en las islas Caimán),
constituido en el año 1992, en su primer lustro de vida se había revalorizado
un 40% anual. Un chollo. Algunos lo calificaban como un “cuasibanco”, aunque lo
que lo diferenciaba sobre todo de los bancos tradicionales es que gozaba de un
privilegio que éstos no tenían: apenas estaba sometido a una regulación que
controlara las posibles pérdidas. Para participar en aquel fondo había que
invertir al menos 10 millones de dólares.
En el momento de la intervención
de la Fed, el LTCM tenía menos de 5.500 millones de dólares de capital y una
deuda de 200.000 millones. A principios de septiembre de 1998, los gestores del
fondo (entre los que figuraban Robert Merton y Myron Scholes, premios Nobel de
Economía del año anterior “por sus trabajos para calcular el precio de las
opciones financieras”) dirigieron una carta a los inversores en la que
revelaban las extraordinarias pérdidas. Cundió el pánico. En los mercados
financieros se extendió la idea de que el colapso del fondo, junto con la
contracción de las condiciones crediticias en todo el mundo, introducían un
riesgo sistémico en esos mercados, por su capacidad de contagio.
Entonces, la Fed —que en ese
momento presidía Alan Greenspan— se olvidó de sus principios liberales de que
cada palo aguantase su vela (la teoría del riesgo moral) e intervino: propició
un consorcio formado por 15 entidades, la crème de la crème de Wall Street
(entre ellas, Goldman Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Dean Witter, Chase
Manhattan, Barclays, Union de Banques Suisses…) para que aportasen capital a
LTCM a cambio de una participación accionarial. La mayor parte de esas
entidades —algunas hoy ya desaparecidas— se convirtieron a las vez en
prestamista y prestatario. Entonces se conoció que diversos altos ejecutivos de
las mismas tenían su dinero personal invertido en LTCM, en busca de la alta
remuneración.
El economista Jeffrey Sachs
publicó un artículo en el que resumía el contubernio entre el regulador (la
Fed) y la aristocracia financiera de Wall Street (los regulados), y las
contradicciones de la operación en el contexto de la crisis mundial: “Los
bancos que prestaron enormes cantidades a LTCM son los mismos que pusieron
175.000 millones de dólares en préstamos a corto plazo en Indonesia, Corea,
Malasia, Filipinas o Tailandia, y luego cambiaron de pronto de opinión y
sacaron decenas de miles de millones de dólares en 1997 y 1998 (…). Cuando
llegó la hora de la verdad, la Fed se limitó a dejar que actuaran las fuerzas
del mercado. Por el contrario, coordinó una adquisición de su propiedad por
parte de los acreedores principales, bancos que prestaron miles de millones a
LTCM. La operación fue como una quiebra, pero hecha de manera extraoficial, a
la sombra de los tribunales”.
Las intervenciones de bancos,
compañías de seguro o hipotecarias en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers,
habían experimentado una década antes un ensayo general con todo. No había novedad.
Disponible en:
Oportunidad para una banca pública: Bankia
Por Manel García Biel
Crónica Global, 05/09/2018.
Nadie puede dudar de que la
crisis bancaria en España está detrás de la crisis económica y social que ha
sufrido la ciudadanía.
No tenemos que olvidar nunca que
las políticas de austeridad derivadas del rescate europeo de las entidades
financieras españolas son el resultado de la transformación de la deuda privada
de las entidades bancarias en deuda pública, la cual hemos tenido que pagar el
conjunto de la sociedad española especialmente las clases trabajadoras y los
sectores más desfavorecidos.
La solución a la crisis de las
entidades bancarias españolas, derivada de la necesidad de devolver créditos a
la banca europea, ha sido hacer pagar al conjunto de la ciudadanía esta deuda
mediante recortes sociales en sanidad, educación, etc. Es decir, recortando las
partidas presupuestarias destinadas al Estado de bienestar cerca de 75.000
millones de euro, que ha sido el coste del rescate. Dicho de forma clara,
mientras habían beneficios estos eran privados y beneficiaban a las entidades
financieras, cuando han tenido pérdidas impagables se han socializado entre
toda la población. Este es el mejor ejemplo del capitalismo especulativo que nos
ha estado y nos está dominando.
La sociedad en su conjunto ha
perdido y es hoy más pobre y desigual. Muchos de los pequeños ahorradores y
accionistas han perdido dinero directamente o por productos bancarios opacos o
por participaciones preferentes. Los trabajadores del sector bancario han
estado directamente afectados, desde 2008 a 2017 se han perdido más de 83.000
puestos de trabajo, más del 31% del conjunto de las plantillas, que también han
sufrido como el conjunto de los asalariados una fuerte pérdida de su poder
adquisitivo.
A la vez, se ha producido la
aparición de un proceso doble. Por un lado la creación de un oligopolio bancario
alrededor de tres entidades, Santander, BBVA y Caixabank, y por otra la
creación de procesos de exclusión financiera, tanto por el hecho del cierre de
oficinas, más del 40% de las existentes en 2008, lo cual ha provocado que
muchas zonas geográficas especialmente rurales se queden sin oficinas de
referencia, como por la propia política de las entidades financieras que se
dedican de forma muy preferente a los clientes más rentables, dejando fuera o
con una peor atención a los sectores de población menos rentable.
Ante esta situación no puede
extrañar que salgan voces que empiecen a defender de forma clara y contundente
la necesidad de la existencia de una banca pública y de que Bankia, hoy con una
mayoría de capital estatal, sea la entidad de referencia. Así recientemente
Unai Sordo, secretario general de CCOO ha manifestado que "hay que
quitarse el miedo a que una parte del sistema bancario sea público; mantener
herramientas públicas o semipúblicas en el sistema financiero es una cuestión
de responsabilidad".
Esta declaración contrasta con
las posiciones contrarias respecto a la posibilidad de la existencia de una
banca pública por parte de los dirigentes del oligopolio bancario y del propio
gobernador del Banco de España. Posiciones contrarias que contrastan con el
informe del Banco Mundial que reconoce "el positivo papel jugado por los
banco públicos de varios países durante la crisis financiera para mantener el
flujo del crédito... compensando en parte la reducción del crédito ofrecido por
los bancos privados; es evidente el papel contracíclico que han jugado varios
bancos públicos durante la crisis".
Habría que tener en cuenta por
parte de quien se oponen a la existencia de una banca pública que esta no es
extraña en nuestro entorno europeo. La existencia de una banca pública con peso
es incuestionable en Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, e incluso Suiza y
los Países Nórdicos.
Haría falta en este punto valorar
que el conjunto del coste de la salvación de Bankia por parte del Estado,
contando el rescate directo y el indirecto a través de la compra de activos por
parte de la Sareb, según avalan los peritos del Banco de España sería de 46.000
millones de euros. De los cuales, según calcula el propio Banco de España, la
cantidad recuperable por la venta de la participación pública mayoritaria del
Estado sería de unos 9.800 millones de euros.
Hay que recordar que España ha
sido un país donde funcionaron con éxito y durante mucho tiempo toda una serie
de entidades financieras públicas (Banco Exterior, Banco Hipotecario, Banco de
Crédito Local, Banco de Crédito Agrícola, Banco de Crédito Industrial y Caja
Postal) que se fusionaron durante el gobierno de Felipe González en Argentaria,
que aglutinaba toda la banca pública. Fue bajo el Gobierno del PP de José María
Aznar que, como en otros muchos sectores, se impulsó su privatización bajo la
dirección de su "amigo" Francisco González. Este dirigió su
privatización, que se produjo totalmente en 1998, y su posterior fusión en 1999
con el Banco Bilbao Vizcaya, del que el propio Francisco González continúa
siendo a estas alturas presidente de su Consejo.
Por lo tanto, sólo desde opciones
políticas e ideológicas neoliberales se puede entender la oposición a convertir
Bankia en banca pública. Ninguna otra razón lleva a la lógica de su total
privatización con un coste todavía más negativo para el conjunto de la
sociedad.
Disponible en:
viernes, 28 de septiembre de 2018
La banca en la sombra y el cambio climático amenazan estabilidad financiera
Finanzas, 27/09/2018.
El sector de la banca en la
sombra y el cambio climático son dos riesgos importantes que amenazan la
estabilidad financiera en Europa y el sector asegurador, según las conclusiones
de la tercera conferencia anual del Consejo Europeo de Riesgo Sistémico (ESRB
por sus siglas en inglés).
El presidente del Banco Central
Europeo (BCE), Mario Draghi, advirtió de que el sector de banca en la sombra,
entidades que realizan funciones bancarias clásicas sin ajustarse a la
normativa y sin supervisión, cada vez tiene más importancia en la financiación
de la economía.
En la inauguración de la
conferencia, Draghi dijo que la banca en la sombra representa el 40 % del
sistema financiero de la Unión Europea (UE).
El valor de los activos totales
de la banca en la sombra supera los 42 billones de euros, según Draghi, que
preside este organismo que se creó tras la crisis financiera para vigilar los
riesgos para la estabilidad del sistema financiero.
Draghi dijo que es necesario un
"entendimiento más detallado de los trabajos internos de partes
significativas del sistema de banca en la sombra de la UE para valorar si las
transacciones están o no asociadas con un incremento en riesgo y
vulnerabilidades".
Además puso como ejemplo los
fondos del mercado inmobiliario, que pueden usar derivados para cubrirse del
riesgo de los tipos de cambio, y también para ganar exposición de mercado.
"Algunos países,
especialmente Irlanda han iniciado una recopilación de datos nacionales
detallados para mejorar su entendimiento", apostilló Draghi.
También pidió nuevos instrumentos
para gestionar los riesgos del sector de la banca en la sombra y dijo que es
necesaria información detallada de calidad para poder valorar riesgos como el
apalancamiento de este sector.
"Los políticos necesitan un
amplio juego de herramientas de prudencia macroeconómica para actuar en caso de
que los riesgos migren fuera del sector bancario o surjan nuevos", según
el presidente del BCE.
El sector asegurador también
necesita mejores instrumentos de los que ya dispone en estos momentos a través
de la regulación.
Otros participantes en la
conferencia como el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, el del
Sveriges Riksbank (banco central de Suecia), Stefan Ingves, y el del Banco de
Francia, Francois Villeroy de Galhau, alertaron del riesgo que supone el cambio
climático para la estabilidad financiera.
Ingves dijo que existen riesgos
físicos directos como la sequía, las inundaciones y otros fenómenos
meteorológicos, pero también "riesgos transitorios que van a afectar a los
hogares".
Por ejemplo, Ingves señaló que
hay compañías aseguradoras que se niegan a asegurar casas que están cerca del
mar porque se prevé que suba el nivel del mar en unas regiones y en otras que
haya inundaciones.
Villeroy de Galhau consideró que
si las aseguradoras no cubren los riesgos, se convierten en un problema para
los bancos y el sistema financiero.
Por ello varios bancos centrales
y supervisores han creado un grupo de trabajo llamado Network for Greening the
Financial System (NGFS Red para reverdecer el sistema financiero).
Fue el Banco de Francia el que
lanzó en París este grupo de trabajo en diciembre del año pasado y del que ya
son miembros 18 bancos centrales de cinco continentes, entre ellos el Banco
Popular de China y el Banco Central de Australia.
Villeroy de Galhau dijo que
quieren dar una conferencia en abril del próximo año en París, cuando también
publicarán previsiblemente su primer informe.
El gobernador del Banco de
Francia añadió que las pruebas de resistencia que se realizan a los bancos
deberían incluir el cambio climático, y deberían considerar las consecuencias
económicas de los fenómenos relacionados con él.
De hecho, la prueba de
resistencia del organismo supervisor del sector asegurador y de las pensiones
ocupacionales europeo EIOPA, incluye un escenario en el que se tiene en cuenta
el impacto de las catástrofes naturales en los resultados de las compañías de
seguros.
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