Por Carlos Segovia
El Mundo, 25/07/2017.
El actual director general del Banco Internacional de Pagos,
Jaime Caruana, dirigió el órgano guardián del sistema financiero entre el año
2000 y el 2006 y ha descrito como una gran carrera de obstáculos su intento de
imponer a la banca que hiciera provisiones especiales para contener la
concesión de créditos y el reparto de beneficios. «Recibí muchísimas llamadas,
con muchísimas intervenciones, de la banca, que no estaba contenta», afirmó
ante la comisión parlamentaria de investigación de la crisis financiera.
«Argumentaban que estaban perdiendo competitividad y que por
qué tenían que sufrir una legislación que era diferente y más exigente que la
del resto de sus colegas europeos», afirmó Caruana en alusión a las llamadas
provisiones contracíclicas que imponía entonces el Banco de España para moderar
la expansión de la burbuja en el sector financiero.
Agregó que «la banca estaba muy descontenta y se manifestó
por activa y por pasiva (...) todos los días». Ante la pregunta del portavoz
socialista Pedro Saura de si se trataba de presiones, Caruana respondió:
«Llaménlo como quieran».
El ex gobernador asegura que mantuvo la exigencia de
provisiones, pero admitió que «se retocaron y crecieron menos». «Nos quedamos
cortos», sentenció.
Presiones externas
Las presiones no fueron sólo de la banca, incluso fueron
mayores las procedentes de los organismos supervisores internacionales. «Las
mayores presiones vinieron de fuera», apuntó Caruana tras llegar a asegurar que
había riesgo de que se suspendiera la cotización del Banco Santander y BBVA en
EEUU, porque en aquel país no se entendían las provisiones especiales
españolas.
A su juicio, las provisiones contracíclicas lanzadas por el
Banco de España hicieron que la banca contara con un colchón superior en 23.000
millones a lo que habrían tenido con provisiones ordinarias. «Eso hizo ganar
uno o dos años», afirmó Caruana, resaltando que estas provisiones
contracíclicas representaron el 84% del total de bancos y cajas en la época.
En todo caso, todo era «insuficiente para combatir lo que
venía». Admitió que «se podía haber hecho más», pero culpó sobre todo a los
gestores de las entidades financieras. «Son ellos los que toman las
decisiones», afirmó relativizando el papel del supervisor. En cambio, se ha
mostrado comprensivo con los Gobiernos de la época, tanto el del PP que le
nombró como el del PSOE. «Las relaciones del Banco de España con ambos
gobiernos fueron excelentes (...) Ni el señor Rato ni el señor Solbes me
hicieron ninguna llamada ni para que hiciéramos más, ni para quejarse por las
provisiones», añadió.
Autocrítica
El portavoz parlamentario del PP, Ramón Aguirre, también fue
punzante con Caruana, pese a que fue nombrado gobernador en 2000 con apoyo de
Rodrigo Rato, por minimizar la capacidad del supervisor para evitar la crisis.
«El Banco de España tenía todas las competencias», le reprochó.
En general, todos los portavoces parlamentarios le
reclamaron autocrítica, y Caruana se defendió así: «El Banco de España hizo
mucho y además creo que fue efectivo y ayudó a reducir el impacto de la crisis
(...) La magnitud de la crisis global, que no tiene origen en España, la
magnitud de la crisis de lo que sucede en la zona euro, que no tiene un origen
en España, fue también de unas dimensiones completamente históricas».
Aunque reiteró que «todo fue insuficiente», aseguró que «en
el año 2005, el Banco de España envió 110 escritos a las entidades
financieras». En ellos había más de 400 recomendaciones o requerimientos». En
su opinión, «muchas entidades» que hicieron caso a esos escritos no tuvieron
problemas después durante la crisis. «Pero sólo se contabilizan las que los
tuvieron».
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