Por Vicenç Navarro
Público.es,
14/07/2017.
El New York Times del 5 de julio publica un artículo en
primera página sobre un tema que apenas ha sido noticia en España: la
construcción de un monumento a la familia Botín, propietarios del mayor banco
de España, monumento instalado frente a la sede de su banco, el Banco de
Santander, en la ciudad que da nombre al banco, Santander. El monumento es, en
teoría, un museo de arte, pero en la práctica, y como bien subraya el artículo,
parece “reflejar más la cultura del dinero que la cultura del arte”. Construido
en uno de los barrios más pudientes de la ciudad, el edificio simula dos cajas
enormes de cristal, muy altas, y que penetran sobre el mar, rompiendo
abusivamente los contornos de la costa y del paseo marítimo. El proyecto, que
inició su construcción en el momento de la crisis bancaria, ha costado 80
millones de euros, pagados por la familia Botín. Tal monumento intenta ser la
alternativa al museo Guggenheim, en Bilbao, que fue construido en los barrios
más deprimidos de aquella ciudad. No así este en Santander que, como indiqué
antes, se ha construido en la parte más residencial de la ciudad. Como bien
señala el New York Times, este museo muestra y transmite la sensación de poder,
que es, por lo visto, la intención de la construcción de tal monumento.
Y este poder del Banco de Santander, que se muestra en todas
las instituciones políticas llamadas representativas, incluyendo las
municipales y autonómicas, explica que la construcción de dicho edificio, que
rompe con todas las normas estéticas y ecológicas, interrumpiendo un paisaje
costero suave, fuera aprobada por todas las autoridades pertinentes, a pesar de
las constantes protestas del movimiento ecologista y movimientos sociales y
vecinales en contra de la construcción de tal edificio, el cual “claramente
viola las normas municipales, construido para el engrandecimiento del Banco de
Santander, signo de la opulencia bancaria”. Estas protestas llegaron a todos
los niveles jurídicos, incluyendo el Tribunal Supremo, y fueron todas ellas
desoídas. El artículo cita a Carlos García, presidente de la asociación
ambientalista ARCA, que protesta no solo por el desastre ecológico que tal
edificio representa, sino también por su ubicación, que es “donde los romanos
desembarcaron por primera vez y donde la ciudad de Santander empezó”. Tales
movimientos han llevado sus protestas al Tribunal de Justicia de la Unión
Europea.
Como era predecible, el museo fue inaugurado por el Rey
Felipe VI, con la apertura de dos salas, mostrando cuadros prestados por el
Museo del Prado de Madrid que, por cierto, es un museo pagado por todos los
contribuyentes españoles. Una de las dos grandes salas contiene una colección
de los cuadros de Goya. El articulista del New York Times señala, con cierta
ironía, que uno de los mayores temas de los cuadros de Goya era la protesta
social en contra de la injusticia reinante en su periodo. Cito directamente del
artículo: “Uno de los temas más importantes [en los cuadros] de Goya fue el
tema de la injusticia social, mostrando imágenes de la aristocracia decadente,
contrastándola con dibujos de hambre y sufrimiento entre las clases populares”.
Uno de tales cuadros, titulado “Ellos comen mucho”, muestra a un fraile
defecando tras una gran comilona. El artículo termina indicando que parece que
los cuadros de Goya parecen bastante aptos para los tiempos que vivimos. No me
imagino un artículo como este apareciendo en los mayores rotativos del país,
sobre los cuales el poder de la banca no tiene límites. Y a esto se le llama en
España libertad de expresión.
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