jueves, 31 de mayo de 2018

Las pesadillas de M. Rajoy


El coste del rescate de la banca valenciana sigue creciendo y se acerca a 39.700 millones


Por Á. Mohorte
Las Provincias, 01/06/2018.

Para cobrar el rescate de la banca que tiene sede en la Comunitat habrá que esperar. La Memoria de actividades del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) confirma que, después de siete años del inicio de la ronda de intervenciones de entidades financieras, el organismo sigue sin haber recuperado los 28.588 que destinó al rescate de Banco de Valencia y Bankia, ahora con BMN añadida, ni lo inyectado en la CAM, cuyas pérdidas son cubiertas por el Fondo de Garantía de Depósitos en un 80% desde su venta al Sabadell.

En rigor, no se puede decir que no se haya recuperado nada, ya que tanto Caixabank como Sabadell pagaron un euro cada una a cambio de Banco de Valencia y la CAM, respectivamente. Sin embargo, sólo en el caso de la entidad de la calle de las Barcas, el 2017 el Frob pagó otros 10 millones en concepto de garantías, hasta los 666 millones, y en 2018 tiene previsto abonar otros 37 millones de euros por créditos deteriorados, según recoge la memora de actividades del Frob hecha pública ayer. Al cómputo que figura en la documentación de la entidad hay que sumarle el cálculo que hizo el Tribunal de Cuentas sobre el coste público del rescate de la CAM, cifrado en 11.065 millones de euros. En total: 39.690 millones de euros.

Teniendo en cuenta todas las ayudas a la banca, el Estado ha recuperado a través del Frob unos 5.900 millones hasta finales de 2017, apenas el 10 % de los más de 59.000 millones aportados a través de inyecciones de capital y garantías concedidas a los compradores.

El dinero que ha vuelto suma exactamente 5.911 millones, pero no incluye más de 2.122 millones obtenidos con la venta de acciones de Bankia ni 535 millones abonados por la entidad en dividendos, ya que ese dinero se mantiene en BFA, la cabecera del grupo controlada íntegramente por el Estado. El grueso del dinero retornado procede de intereses cobrados por las ayudas, 1.434 millones, pero también destacan 977 millones por la venta de Banca Cívica, 800 millones por CajaSur, 783 millones por Novacaixagalicia y 782 millones por CatalunyaCaixa.

Completan la partida del dinero recuperado por el FROB los 604 millones devueltos por Unicaja de las ayudas a Ceiss; 407 millones reintegrados por Ibercaja de los «cocos» de Caja3 y 124 millones devueltos por Liberbank. En el caso de las garantías, cuya factura suma ya 2.491 millones, el esquema de protección de activos (Epa) concedido a CaixaBank en la compra del Banco de Valencia es el que tiene mayor coste hasta el momento, seguido del otorgado principalmente a BBVA en la adquisición de Catalunya Banc, de 526 millones.

Por otro lado, la memoria recuerda que Bankia ha devuelto 1.847 millones a los accionistas por su salida a bolsa y 170 millones al 3 % de los clientes que tenían hipotecas con cláusulas suelo. Y añade que Bankia cuenta con una provisión de 2.910 millones de euros, de la que ha consumido 2.719 millones para compensar a quienes adquirieron participaciones preferentes o deuda subordinada.

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miércoles, 30 de mayo de 2018

Lírica popular


Deuda pública y banca: la explosiva conexión que vuelve a asustar al mercado


Por Agustín Monzón
El Independiente, 30/05/2018.

Una búsqueda rápida en Google arroja cientos de trabajos académicos sobre la materia. La conexión entre riesgo soberano y riesgo bancario ha sido uno de los temas más debatidos en el mundo financiero en los últimos años. La crisis europea de la deuda puso de manifiesto la perversa conexión entre los problemas de los distintos países y las debilidades de su sistema bancario y viceversa y establecer cortafuegos capaces de mantener aislados los peligros surgidos en cada uno de los vértices de este binomio pasó a ser una prioridad.

Sin embargo, seis años después de que las tensiones estuvieran a punto de desgarrar la eurozona, situando al borde del abismo al sector financiero de los países más golpeados -entre ellos, España-, las incertidumbres despertadas por la situación política italiana han evidenciado que entre Estados y bancos los problemas siguen circulando sin cortapisas.

En la última semana, el súbito repunte de la prima de riesgo italiana, conforme el mercado ha empezado a vislumbrar el riesgo de que el país se encamine hacia la ruptura con Europa, ha hecho estragos sobre la cotización bursátil y la deuda de los bancos trasalpinos. Y en España, que al contagio italiano suma las inestabilidades derivadas de su propio lío político, el escenario ha sido equivalente. Hasta este martes y en las últimas cinco sesiones, los bancos del Ibex acumularon tropiezos superiores al 8%. “A pesar de los esfuerzos, el sector sufre mucho cuando se dispara el riesgo soberano. Y no veo que eso vaya a cambiar en el corto plazo”, indica Ángel Talavera, economista principal de Oxford Economics para la Eurozona, quien advierte de que “cuando las tormentas financieras se desatan casi no existen cortafuegos que puedan frenar la tensión”.

Los lazos que unen la estabilidad soberana y la solidez bancaria son evidentes. Como escribiera el por entonces director general de Regulación del Banco de España y actual presidente de la patronal bancaria AEB, “no hay nada nuevo en el hecho de que problemas extremos en el soberano (esto es, no ya la aplicación de políticas fiscales inadecuadas, sino de otras que resultan claramente insostenibles) afectan de manera ineludible (y severa) al sistema financiero de cualquier país. Al fin y al cabo, las entidades financieras no pueden diversificar el riesgo que representa el volumen de su exposición con el sector público de su propio país, ya sea esta exposición materializada en la forma de préstamos a las AAPP, o bien se concrete mediante la tenencia de títulos de deuda pública que dichas AAPP emiten en los mercados primarios”.

Pero la situación actual lleva a cuestionarse si se ha hecho algo en los últimos años por minimizar estos riesgos. Natalia Aguirre, directora de Análisis de Renta 4, no tiene dudas de que, al menos en el caso español, tras la crisis, se ha hecho un importante esfuerzo para limitar los riesgos de la banca y reforzar sus balances. Pero, advierte, su exposición a la deuda soberana les sigue haciendo sensibles al llamado riesgo país.

Se calcula que los bancos españoles cuentan en sus balances con cerca de 200.000 millones de euros en títulos de deuda española o italiana (un 80% nacional y el resto trasalpina). Las entidades aumentaron de forma ostensible los bonos nacionales en cartera a lo largo de la crisis, cuando salieron al rescate de la solvencia pública -lo que también les acabó reportando notables ganancias- y, según datos del Tesoro, en 2014 contaban con casi 225.000 millones de euros en deuda pública, casi un 30% del total.
Desde entonces, sin embargo, esta cifra se ha ido reduciendo de forma notoria y, a cierre de febrero, la cuota de deuda española en manos de la banca nacional se situaba por debajo del 18%, en los 166.486 millones de euros, de los que casi un tercio se encuentran en el balance de Banco Santander (precisamente, el banco español más golpeado por las caídas de la última semana en bolsa).

Fernando Rojas, consultor de Servicios Financieros de Analistas Financieros Internacionales (AFI), sostiene que la tendencia a la reducción proseguirá en los próximos trimestres, conforme vaya venciendo la deuda que actualmente mantienen las entidades en cartera. “En plena recuperación económica, lo normal es que los bancos vayan enfocando sus recursos a la concesión de crédito, que es su negocio básico, y no tanto a la tenencia de deuda en balance, que además ofrece actualmente una rentabilidad escasa”, observa.

La reducción de la exposición de la banca a la deuda soberana encaja con los deseos de los reguladores. El pasado diciembre el BIS, considerado como el banco central de los bancos centrales, publicaba las consideraciones del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea sobre la exposición de la banca a la deuda pública, donde se reconocía “que las exposiciones soberanas conllevan riesgos multidimensionales y que las exposiciones soberanas juegan un papel importante en el sistema bancario, los mercados financieros y la economía en general”.

Una regulación en suspenso

Esta visión es la que justifica que desde los organismos reguladores se haya luchado por desincentivar el atractivo para los bancos de mantener deuda en cartera, mediante propuestas como la que implicaría dejar de considerar los bonos soberanos como un activo libre de riesgo y que, por ende, consuma capital. Sin embargo, hasta la fecha no ha sido posible conseguir el consenso necesario para ponerla en marcha. “Hace más de cinco años, los gobiernos se comprometieron a cortar este nudo gordiano, que agravó la crisis financiera de la que Europa se está aún recuperando. No obstante, los progresos han sido limitados”, lamentaba recientemente el gobernador del Banco Central de Irlanda, Philip Lane.

Lo cierto es que esta medida no resulta nada sencilla en un entorno como el europeo. Sobre todo, en un momento en que el mercado se prepara para que el Banco Central Europeo (BCE) ponga próximo fin a su programa de compra de deuda (QE), que le ha llevado a controlar, en el caso de España, uno de cada cuatro euros de deuda.

Cuando el banco central inicie su retirada, los Estados necesitarán atraer inversores que suplan la demanda del banco central y, para muchos, contar con el interés de sus entidades nacionales puede ser vital para que los costes de la deuda no se disparen de forma significativa. “En la Eurozona una propuesta de este tipo realimentaría la fragmentación de los mercados financieros que tanto ha costado revertir, y que llegó a poner en peligro la propia pervivencia del euro”, advertía hace unos años el responsable de de Sistemas Financieros y Regulación de BBVA Research, Santiago Fernández de Lis, en un artículo en Cinco Días.

Como observa Fernando Rojas, una de las claves para superar el problema de la fragmentación de los mercados sería completar la unión bancaria, a través de mecanismos que permitan cierta mutualización de los riesgos. Pero esta opción ha encallado hasta la fecha en la negativa de países como Alemania “y la crisis de Italia no va a hacer sino frenar cualquier avance que se pudiera esperar en este sentido”, apunta el consultor de AFI.

No en vano, desde Julius Baer consideran que, “con el riesgo de una desviación fiscal en Italia en aumento, la resistencia de Alemania contra el proyecto de valores respaldados por bonos soberanos (SBBS) será insuperable”. Este proyecto -que consiste, grosso modo, en agrupar bonos de distintos países en un activo que establecería diversos tramos de riesgo- ha sido defendido en los últimos días, entre otros, por el actual gobernador del Banco de España, Luis María Linde, quien considera que podrían ser eficaces a la hora de reducir el sesgo doméstico actual en las tenencias soberanas de los bancos. Pero las últimas turbulencias políticas en Europa podrían dejar en papel mojado ésta y otras medidas similares que pudieran coadyuvar a limitar el flujo de riesgos entre los países y sus bancos.

La tormenta italiana no solo ha vuelto a poner de relieve la perversa conexión entre el riesgo soberano y la banca, sino que amenaza con perpetuarlo. Al menos, hasta que la próxima crisis vuelva a recordar con sus dramas a reguladores y políticos los peligros de mantener ligadas dos cargas tan explosivas.

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martes, 29 de mayo de 2018

Saqueo cotidiano


La industria, motor de la economía y del empleo


Por Pepe Álvarez. Secretario General de UGT.
Nueva Tribuna, 27/05/2018.

Desde la Unión General de Trabajadores hace tiempo que venimos considerando la industria un motor del cambio en la economía y un elemento clave para la creación de empleo digno y de calidad. Por esta razón, hace aproximadamente un año, en las jornadas de Industria realizadas por nuestra Federación de Industria, Construcción y Agro (UGT-FICA) en Burgos, propusimos al Gobierno, con el fin de generar debate político y social, una subcomisión en el Senado sobre industria. Este pasado lunes inauguramos esa comisión.

La crisis ha puesto en evidencia el papel que la industria puede llegar a desempeñar. Los países con una industria más desarrollada han conseguido salir de forma rápida, mientras que esta misma crisis se ha prolongado en las economías más débiles, con efectos devastadores sobre el desarrollo de empresas y del empleo.

Por ello, reindustrializar Europa es una necesidad que lleva años en la agenda europea, y esta propuesta no viene de ahora. Desde muchos años antes de la crisis, UGT ha defendido la necesidad de un cambio de modelo productivo que permitiera un patrón de crecimiento más sólido y estable, un proyecto definido y con vocación de permanencia en el tiempo. Para ello es necesario un verdadero plan estratégico, con una política integral dirigida a modificar nuestro modelo de crecimiento, incrementando el peso de los sectores industriales.
El Gobierno debe actuar

Una de las actuaciones imprescindibles pasa por la estabilidad del empleo y la formación. La denominada cuarta revolución ha hecho más importante, si cabe, la necesidad de actuar de forma decidida en la formación y la capacitación profesional. Todos los trabajadores y trabajadoras deben poder tener acceso a la formación profesional para contar así con las capacidades y cualificaciones apropiadas a todos los niveles. Esta formación pivota sobre dos ejes: la recualificación, dirigida a las plantillas afectadas y enfocado a la adquisición de nuevas competencias de alto valor; y la Formación Dual, con el objetivo que parte de la formación de los trabajadores se realice en las propias empresas y esté conectada a la realidad, reforzando el peso de las prácticas dentro de los planes de estudio y garantizando que no sea una vía de contratación temporal a bajo coste.

Debemos, también, apostar por la inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), aumentando la inversión pública directa y, por supuesto, mejorando las condiciones laborales de los investigadores de organismos públicos.

Es necesaria también una política energética que asegure el suministro, la eficiencia económica y el respeto al medio ambiente, configurando un pacto de estado sobre el modelo energético. Los recursos autóctonos y las energías renovables de las que disponemos en nuestro país deben convertirse en un elemento importante, permitiendo un mix energético equilibrado y diversificado.

Y creemos fundamental favorecer la financiación, evitando la paralización de proyectos y estrategias industriales. La financiación bancaria en España se ha situado en los mismos niveles que antes de la crisis y, por esta razón, precisamos de un banco público que atienda la necesidad de las empresas. El ICO, pese a su importancia, es insuficiente para realizar esta labor. Debemos aprovechar la reestructuración que se está llevando a cabo en el sistema financiero para la creación de esta banca pública que se dedique a la inversión en sectores estratégicos, contribuyendo a la inversión productiva y garantizando el mantenimiento del empleo

Para UGT es imprescindible que el diálogo social presida toda la estrategia en materia de política industrial, concienciando e implicando a todos los partidos políticos, interlocutores sociales y al conjunto de la sociedad en el objetivo de reindustrializar España. Si queremos tener un papel en la política industrial europea, necesitamos tener una política industrial española transversal y con consenso político y social.

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