Por Ernesto Ruiz
Ureta
Nueva Tribuna.es,
16/05/2018.
Recientemente leí un trabajo de Pavlina R. TCherneva que
titula Dinero, poder y regímenes monetarios, es un trabajo bien documentado en
el que se afirma que el dinero “es una criatura del estado, un bien público y
un mecanismo redistributivo empleado por ese estado para bien o para mal.” La
misma formación del estado-nación moderno, nos dice, ha estado
inextricablemente vinculada al proceso de establecimiento de una moneda
nacional soberana unificada. Tener soberanía política significa adquirir
necesariamente la soberanía monetaria. El funcionamiento del dinero se basa en
una relación de poder estructurada y jerarquizada “se trata de una relación de
poder crédito-deuda, en virtud de la cual la parte endeudada emite un pasivo
que el acreedor mantiene como activo.” Pero es el Estado el que respalda,
dirige y garantiza estas relaciones sociales de poder. El dinero, no es, como
viene considerándose, una “criatura del mercado”, sino que se puede argumentar
con rotundidad que el dinero es, en cambio, una “criatura del estado”.
Indica la autora que existen unos mitos dominantes al
respecto. Y entre estos mitos se encuentran: 1) que la moneda es una criatura
del mercado nacida de la necesidad de facilitar el trueque; 2) que el dinero es
un objeto, generalmente algo con valor intrínseco (derivado de metales
preciosos) que es fácilmente transportable y divisible; y 3) que, en sí mismo,
el dinero tiene poca importancia económica (es "neutral"), lo que no
hace más que simplificar las transacciones, pero no afecta a las decisiones de
empleo, consumo e inversión. Así siendo consecuencia del mercado, el dinero no
debe ser controlado por el Estado y cualquier intervención del mismo reduce su
eficiencia. Si “el dinero es un objeto de valor metálico intrínseco, se supone
que es inherentemente escaso. A partir de aquí, debido a esta escasez, se
argumenta que el gasto gubernamental excluye el consumo privado y la
inversión.” Además, si el Estado gasta en exceso puede degradar el valor de la
moneda. Si, por último, el dinero es neutral las relaciones del mercado son las
únicas que pueden estimular la economía.
Nos explica que el dinero, en cierto sentido, evolucionó
como un bien público introducido por las instituciones públicas en el proceso
de estandarización de precios y ponderaciones y que antes de que las sociedades
pudieran producir excedentes, no usaban el dinero. Fueron estos excedentes los
que obligaron a anotar existencias y deudas. De hecho, se necesitó una
transformación sustancial de las relaciones sociales de una sociedad tribal
igualitaria a una estratificada y jerárquica antes de que surgiera el dinero.
El poder, los impuestos y los tributos religiosos jugaron un papel crucial en
todos estos relatos sobre los orígenes del dinero. La fiscalidad, por otra
parte, deviene en el motor de la transferencia de recursos reales de los
sujetos a la autoridad. El dinero es el vehículo. La transferencia de recursos
fue en parte para proveer a la propia autoridad, y en parte para permitir a la
autoridad redistribuir el excedente a sus súbditos de manera más
"equitativa " dentro del contexto de las costumbres sociales
culturales y religiosas de la época.
Nos muestra la autora la importancia del registro histórico
que avala esta interpretación del dinero y que permite concluir sus notas: 1)
delinear la naturaleza del dinero como una relación de deuda social; 2) enfatizar
el papel de las instituciones públicas en el establecimiento de una unidad de
cuenta estándar mediante la codificación de los esquemas contables, las listas
de precios y las deudas privadas y públicas; 3) demostrar que, en todos los
casos, el dinero era un fenómeno previo al mercado, que en un principio
representaba una unidad de cuenta abstracta y un medio de pago durante un
complejo proceso de provisión social, y más tarde un medio de intercambio
generalizado; y 4) subrayar su calidad inherente como vehículo de
redistribución. Ya que a la luz de esta constancia histórica, la próxima tarea
debe ser utilizar esta comprensión para iluminar regímenes monetarios modernos
y el espacio de políticas disponible para perseguir y mejorar metas económicas
y sociales.
Es importante destacar, por tanto, que el dinero no es un
medio neutro en el sistema económico/social, de hecho se ha utilizado para
hundir economías mediante la falsificación en épocas de guerra. El dinero es un
medio con mucho poder. El dinero permite aprovechar los recursos existentes y
“es un medio de distribución, una herramienta para transferir recursos reales
de una parte a otra, sujeto a la relación de poder del contexto histórico
específico.” Y el papel de los impuestos en las economías de mercado modernas
sigue siendo el mismo que en la antigüedad: no es un "mecanismo de
financiación", sino un "mecanismo real de transferencia de
recursos". Comprender esto perfectamente nos puede llevar a una sociedad
más beneficiosa para todos, más desarrollada, más equitativa, más respetuosa
con el medio ambiente y sin las limitaciones que nos imponen nuestras falsas, y
a veces perversas, ideas sobre el dinero.
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