Por Arturo González
Diario Público.es, 29/5/2013.
No es el título de una obra de
Bertolt Brecht, no es el título de un grupo musical pop desbordado, no es el
título de una película con premio en Cannes, es la expresión de la realidad
sociológica del desmán, la injusticia y la arbitrariedad imperantes en España.
La Unión Europea, el Gobierno español y los ciudadanos rescatan a los bancos,
pero dejan a su suerte a los viejos tenedores de acciones preferentes que
pierden los ahorros de sus vidas. Ayer tarde, el Congreso de los Diputados
cerró la puerta a la salvación y los expulsó físicamente con la tenebrosa voz
de su Presidente. Bastó el voto del grupo parlamentario del Gobierno para que
ni siquiera se haya discutido, la propuesta fue rechazada de plano.
Ante nuestra indiferencia. Lo
vemos, vemos su drama durante días y días y nos ‘entretiene’ y apena pero no
nos solivianta y revuelve el alma. Ésa es la verdadera causa de la falta de
rebelión social frente al seísmo de todo tipo que nos sacude. Nos constituimos
en espectadores y no en protagonistas. Nos indignamos por sectores, pero no
colectiva y unánimemente, hoy la sanidad, mañana los funcionarios, pasado
mañana la enseñanza, y así en sucesivas protestas, entre las que, lógico, están
las de los preferentistas y los desahuciados.
Para mayor escarnio, los grandes
fondos e inversores poseedores de acciones preferentes han salvado la ruina con
la venta anticipada de sus títulos. Casualidades de la información
privilegiada.
España soporta los más graves
casos de corrupción sin cuartearse en la vergüenza. Toda España es un mar de
corrupción, y al menos se investiga, aunque los resultados sean magros. Pero
con estos seres queridos, viejos e indefensos ni siquiera se investigan causas
y culpas. Se les castiga y punto. Se dice que es asunto de los bancos, que,
como se sabe, son vacas sagradas. El Estado no se considera responsable por
permitirlo, y sin embargo es el autor material y moral de esta crucifixión y
muerte de las ciudadanías modestas y honradas. El Estado insta al rencor, a la
desesperación. Los viejos de todo tipo son la escoria molesta, lo que les
preocupa son los jóvenes. En la futura Memoria Histórica, junto a los aún
olvidados en las cunetas, aparecerán todos los estafados por la banca, por el
capitalismo, por los poderosos, y por el propio Estado. Los preferentistas son
los crucificados y fusilados de esta estafa social que es España, esta guerra
civil que estamos perdiendo.
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