Por Nacho Álvarez Peralta
Diario
Público.es, 13/08/2013.
El poder siempre ha sido un
objeto de estudio de singular importancia para las ciencias sociales, en
general, y para la Economía Política en particular. En el ámbito de esta
disciplina han sido muchos los trabajos que, desde diferentes enfoques, se han
interrogado acerca de la naturaleza, la estructura y las fuentes del poder.
Destacan especialmente aquellos
autores que –como Susan Strange, Stephen Gill o Ulrich Beck– han abordado un
fenómeno de enorme importancia para entender las relaciones de poder hoy día:
el desarrollo de actores transnacionales privados que trascienden el marco del
Estado nación y determinan la propia reconfiguración de este.
La liberalización e integración
trasnacional de los mercados y capitales habría propiciado, según estos
autores, una profunda asimetría entre la expansión del poder económico, por un
lado, y el infradesarrollo, por otro, de las instancias políticas e
institucionales que debieran controlar dicho poder.
Estos autores han desarrollado,
en este sentido, un importante esfuerzo por identificar y caracterizar el
desplazamiento de las fuentes y estructuras de poder hacia los actores privados
transnacionales.
Estos estudios han sido
habitualmente desarrollados por especialistas provenientes del campo de la
Ciencia Política, a partir de metodologías eminentemente cualitativas. Más
escasos son sin embargo los trabajos centrados en el ámbito empresarial, así
como aquellos desarrollados mediante metodologías empíricas y cuantitativas.
En este sentido destaca un
trabajo relativamente reciente, “The Network of Global Corporate Control”,
publicado por el prestigioso PLoS ONE, y que ha recabado rápidamente la
atención de investigadores, científicos y medios de comunicación de todo el
mundo debido al importante avance que supone a la hora de cartografiar la
estructura del poder económico transnacional.
Este trabajo de Stefania Vitali,
James B. Glattfelder y Stefano Battiston (2011), especialistas en diseño de
sistemas del Swiss Federal Institute of Technology de Zurich, parte de una serie
de preguntas esenciales a la hora de analizar el poder empresarial
transnacional: ¿Cuál es la arquitectura mundial de la propiedad accionarial?
¿Cómo se distribuye el control económico en esa red de propiedad accionarial?
¿Cuáles son los actores económicos más relevantes de la red?
Es sobradamente conocido que las
empresas transnacionales ejercen control sobre otras empresas filiales a través
de una red de participaciones directas e indirectas que se extiende por
múltiples países. Sin embargo, la arquitectura de dicha red no era bien
conocida hasta el momento, así como tampoco la distribución global del control
ni la identidad de los principales nodos. Por ejemplo, ¿las empresas
transnacionales se agrupan entre sí formando grupos relativamente aislados unos
de otros, o forman una red densamente conectada con un centro y una periferia?
¿Qué influencia tienen unos actores sobre otros? A pesar de la enorme
importancia que todo esto tiene para la política económica, la investigación al
respecto ha sido relativamente limitada hasta la fecha.
A partir de la base de datos
Orbis, comercializada por la consultora Bureau van Dijk’s, y con datos de 2007,
Vitali, Glattfelder y Battiston analizan los vínculos de propiedad accionarial
de más de 43.000 empresas transnacionales de 116 países, definiendo una inmensa
red de 600.500 nodos y más de un millón de vínculos accionariales.
Aunque otras investigaciones
habían desarrollado previamente trabajos económicos similares, utilizando
métodos científicos procedentes del análisis de redes complejas –aplicados por
ejemplo al estudio de redes comerciales (Fagiolo et al., 2009) o de redes de
propiedad accionarial (Glattfelder y Battiston, 2009)– nunca antes se había
desarrollado un análisis empírico de la estructura de propiedad accionarial a
nivel mundial.
Dos son los resultados
principales de “The Network of Global Corporate Control”. En primer lugar,
Vitali, Glattfelder y Battiston cartografían la forma que toma la red del poder
corporativo. La red presenta numerosos clusters de empresas. No obstante, el
mayor de ellos, integrado por 15491 firmas, acumula el 94% de los ingresos por
ventas del total de transnacionales analizadas. En el centro de dicho cluster
nos encontramos con un pequeño núcleo de corporaciones (el 0,7% del total de la
muestra, apenas 295 transnacionales con sede especialmente en países
anglosajones). Las transnacionales que integran este pequeño grupo (que genera
el 18,7% de los ingresos por ventas del conjunto de la muestra) están muy
intensamente conectadas entre sí mediante vínculos accionariales cruzados,
dando lugar a un subconjunto de empresas en donde cada miembro posee acciones
–directa o indirectamente– de todos y cada uno de los restantes miembros del
grupo. Como resultado, el 75% de la propiedad accionarial de las empresas de
este núcleo permanece en manos de otras empresas del propio núcleo.
Además, en segundo lugar, los
autores identifican la distribución global del poder en dicha red así como la
identidad de los principales accionistas. Únicamente 737 empresas acumulan el
80% del control económico de las restantes transnacionales de la red. El
control económico se computa mediante el control potencial sobre los ingresos
por ventas del resto de transnacionales. De este modo, los autores encuentran que
el control accionarial en la red estudiada se distribuye mucho más
desigualmente que la propiedad. En concreto, los principales accionistas de la
red detentan un control diez veces superior de lo que cabría esperar de acuerdo
a su riqueza patrimonial.
Estos dos importantes resultados
se conectan entre sí, de forma que al combinar la descripción topológica de la
red con el control accionarial los autores proporcionan una caracterización
completa de la estructura de poder empresarial. Como cabía esperar, las
transnacionales más poderosas en términos de capacidad de control tienen a
situarse en el núcleo de la red. A pesar de su pequeño tamaño, este núcleo
acumula un alto porcentaje de control económico: casi el 40% del control sobre
los ingresos por ventas del conjunto de empresas transnacionales es detentado,
a través de una intrincada red de participaciones accionariales, por un
subconjunto de 147 empresas del núcleo de la red, que además tiene pleno
control accionarial sobre sí mismo. Además, un elemento especialmente relevante
de esta caracterización de los actores que ocupan el centro de la red es que
aproximadamente el 75% de ellos son instituciones financieras.
Pareciera por tanto que las
investigaciones de comienzos del siglo XXI, mediante los métodos científicos
más avanzados, vienen a confirmar las teorías del economista alemán Rudolf
Hilferding, quien ya señalaba un siglo atrás en su principal obra que “el
capital financiero significa la unificación del capital. Los antiguos sectores
separados del capital industrial, comercial y bancario se hallan bajo la
dirección común de la alta finanza” (Hilferding, 1910: 337).
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario