Por Eduardo Segovia
Diario El Confidencial,
06/08/2013.
El Banco Sabadell ha decidido
sumarse al tercer intento de subastar CatalunyaBanc (el banco con el que ejerce
su actividad CatalunyaCaixa) pese a su rechazo inicial, manifestado
recientemente por su consejero delegado, Jaume Guardiola.
La razón, según fuentes conocedoras de la situación, reside en las
prebendas que va a conceder el Gobierno para que alguien se quede por fin
con la atribulada entidad catalana y que negó en la subasta de marzo (de ahí
que ésta quedase desierta): un esquema de protección de activos (EPA) y el
reconocimiento de importantes créditos fiscales. Estas fuentes niegan que haya
ninguna presión política por parte de la Generalitat para acometer una
operación que preserve la catalanidad de la fusión de
cajas.
Sabadell se suma así a Santander, BBVA y La Caixa, que también pujarán por
CatalunyaBanc. El banco participó en las dos subastas anteriores: la de
mayo de 2012, que fue suspendida por la petición del rescate a la UE por parte
del Ejecutivo, y la de marzo, aunque en esta última sólo presentó una oferta informal a solicitud del FROB, que
sólo tenía sobre la mesa una oferta formal, la del Popular. Y esta vez
parecía haberse caído de la puja tras la reciente adquisición de la
red de la antigua Caixa Penedès a Mare Nostrum (BMN), con la que alcanza 800
oficinas en Cataluña y cumple de esta forma sus objetivos de tamaño.
Así, Guardiola dijo en la
presentación de resultados semestrales de la entidad que "para el
Sabadell, hoy el objetivo de tener la red que tenía ya está hecho. Esta etapa
es una etapa cerrada. Después de incorporar la red de Caixa Penedés, estamos
satisfechos y cómodos con la implantación de red que tenemos. La expansión de
red está cerrada". Ahora bien, dejó una puerta abierta a realizar nuevas
adquisiciones: "Sólo analizaremos nuevas operaciones desde una perspectiva
estrictamente financiera, si las condiciones de la operación son tan
excelentes que merece someterla a la consideración del Consejo".
Repetir la jugada de la
CAM
Ahí está el quid de la cuestión,
según las fuentes consultadas: que las condiciones que está dispuesto a dar
ahora el Gobierno con tal de colocar CatalunyaBanc de una vez pueden ser
tan buenas que hagan muy apetecible la adquisición. Es decir, el principal
objetivo no sería aumentar la red ni los activos, ni tan siquiera las sinergias
-aunque las habría-, sino una nueva inyección de ayudas públicas
que sirvan para que el propio Sabadell refuerce su solvencia y capee mejor lo
que queda de crisis. Es decir, lo mismo que consiguió con la adquisición de la
CAM en diciembre de 2011, una operación que vino endulzada por 5.300
millones de capital y un EPA, garantía contra pérdidas futuras, que cubría
hasta el 80% de una cartera de 20.000 millones, además de generar un badwill de
6.000 millones al adquirirla por debajo de valor contable.
Como adelantó El Confidencial,
el ministro de Economía, Luis de Guindos, sí está dispuesto
esta vez a inyectar más capital a CatalunyaBanc para poder venderla,
entre 2.000 y 3.000 millones. Sin embargo, esta opción -que contemplaba
traspasar más activos tóxicos a Sareb o crear un banco puente- ha perdido
fuerza frente a la de conceder un EPA que cubra las pérdidas de esa
cartera de activos problemáticos, cifrada en unos 3.000 millones
(créditos a pymes, autónomos y particulares muy deteriorados, incluyendo
hipotecas a inmigrantes). En marzo no se quiso hacer inyección ni conceder EPA
porque se entendía que con el traspaso de los activos inmobiliarios al banco
malo la entidad ya estaba suficientemente saneada.
Otra de las demandas de los
participantes en la subasta de marzo fue el reconocimiento de créditos
fiscales por 5.500 millones que tiene la entidad catalana, y que éstos
no tuvieran que restarse del capital como exige Basilea III. Guindos también se
negó a concederlo entonces, pero ahora sería factible si el Gobierno consigue
que Bruselas autorice una fórmula para que los activos fiscales de todas las
entidades sigan computando como capital pese a las citadas normas
internacionales de solvencia. Estas ayudas públicas se sumarán a los
12.052 millones que el Estado ya ha inyectado en CatalunyaBanc en las
distintas oleadas de recapitalización.
No hay presiones políticas
Ante estas extraordinarias
condiciones, Oliu ha cambiado de actitud y ha decidido sumarse a la subasta.
Fuentes cercanas al Sabadell explican que "van a mirar cómo ha cambiado la
situación de CatalunyaBanc desde que se la miraron en marzo hasta ahora. En
principio no pretendían presentar oferta, pero si les gusta lo que ven y si las
condiciones son tan buenas, lo harán". En todo caso, todas las fuentes
coinciden en descartar que este cambio se deba a razones políticas:
"Claro que a Mas le gustaría una solución a
la catalana, pero no está en disposición de imponer nada después de pedir
un nuevo rescate al Gobierno", dice una de ellas. Otra añade que
"Oliu siempre ha ignorado al Govern, si entra en la puja es porque le
interesa al banco y punto".
No obstante, esta vez la cosa se
complica porque no habrá ofertas no vinculantes que den acceso
a la due diligence como en todas las subastas anteriores de
entidades nacionalizadas o intervenidas. En esta ocasión, el FROB ha repartido
el cuaderno de venta a los cuatro candidatos citados y les ha pedido que
manifiesten en qué condiciones se quedarían con ella, es decir, directamente las ofertas vinculantes. Por tanto, el Sabadell
tendrá que tentarse la ropa antes de poner una puja porque no podrá enmendarla
si resulta ganador.
La subasta de CatalunyaBanc se
realizará casi en paralelo con la de NovaGalicia aunque la idea del FROB
es resolver antes la de la entidad gallega (en septiembre) por su mejor
situación y por las menores necesidades de ayudas públicas que requeriría.
Además, así se da tiempo para que el presidente de CatalunyaBanc, José
Carlos Pla, culmine el ERE que se negó a acometer su antecesor, Adolf
Todó. Si este calendario se cumple, uno de los candidatos por
CatalunyaBanc -el ganador de NovaGalicia- quedará eliminado antes de que
comience su subasta, con lo que ésta será cosa de tres.
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