Por Juan Carlos Escudier
Público.es, 16/03/2015.
La intervención de la Banca
Privada de Andorra (BPA) y del Banco de Madrid, su filial española, ha vuelto a
demostrar que en lo que a vigilancia financiera se refiere somos la pera
limonera. Tal es el pánico que la diligencia de nuestras autoridades ha
extendido entre evasores fiscales, traficantes de divisas y blanqueadores de
capitales, que sus temblores permiten distinguirles fácilmente por la calle.
Los espasmódicos delincuentes de cuello blanco tienen los días contados.
Para el Banco de España habría
sido fácil colgar todas las medallas de la operación en la pechera de su
gobernador, pero se ve que Luis María Linde es un hombre discreto al que no le
gusta pitar en los arcos detectores de metales de los aeropuertos. De ahí que
haya tenido que ser el Departamento del Tesoro de Estados Unidos el que
denunciara que la entidad andorrana se lo hacía con todo tipo de mafias a
cambio de comisiones por sus trabajos de lavandería de dinero negro.
El informe estadounidense que ha
desencadenado la intervención de la BPA por parte de Andorra detalla
operaciones que ya eran conocidas desde hace dos años por la Justicia española,
hasta el punto de que el magistrado de la Audiencia Nacional Eloy Velasco llegó
a enviar en enero de 2013 una comisión rogatoria para solicitar la intervención
de los teléfonos de dos directivos de la entidad. Los investigados –hay que
ponerse a la moda— pasaban más tiempo en Moscú que Putin y en sus viajes se
reunían con la cúpula de la mafia rusa para decidir dónde colocar sus ahorros,
ya fuera en las islas Seychelles o en las Vírgenes.
Lo normal hubiera sido que el
Banco de España hubiese actuado, al menos sobre la filial española, el Banco de
Madrid, cuyo consejero delegado ahora detenido, Joan Pau Miquel, era el mismo
que el de la matriz, y comprobar así el alcance de las acusaciones. Eso, como se
ha explicado, habría sido lo sencillo. En su lugar, se facilitó a la Banca
Privada de Andorra quedarse con fondos de inversión de varias entidades –Banco
de Valencia, BMN y Liberbank—, rescatadas por el FROB con dinero público. El
Banco de Madrid presumía de ser una de las entidades con mayor número de sicav
gestionadas. Una jugada maestra.
Como cuatro ojos ven más que dos,
el Servicio de Prevención del Blanqueo de Capitales (Sepblac), dependiente del
superdiligente ministro De Guindos, ya había tomado cartas en el asunto. Desde
abril del pasado año había empezado a trabajar en un informe en el que, con el
rigor que le caracteriza, había detectado varias infracciones administrativas,
que no todo van a ser delitos. Ese mismo informe, concluido al parecer el pasado
mes de febrero, es el que ha servido ahora de base a la denuncia por blanqueo
presentada por el Sepblac a la Fiscalía Anticorrupción, posterior a la
advertencia estadounidense.
En resumidas cuentas, ha tenido
que llegar el tío Sam a decirnos lo que ya sabíamos. De no haber mediado su
amenaza de prohibir a todas las entidades de EEUU operar con la BPA y sus
filiales, no hubiese habido intervención alguna y el lavado de dinero habría
proseguido con centrifugado incluido. Economía y el Banco de España pueden
sentirse orgullosos de su concienzudo trabajo. Han hecho un Rajoy y no han
movido un dedo. Los malos no es que tiemblen; es que les ha dado el baile de
San Vito.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario