Por Eduardo Garzón
La Marea.com, 20/10/2013.
A muchas personas les cuesta
creerlo, pero es verdad: todo el dinero que vemos fluyendo por nuestras
economías desarrolladas tuvo su origen en un préstamo. Miremos a nuestro
alrededor, pensemos en cualquier cantidad de dinero, e intentemos imaginar el
camino que realizó ese dinero desde que nació hasta que llegó a nuestras manos.
No importa cuán largo y sinuoso haya sido el recorrido; su nacimiento siempre
tiene lugar en la concesión de un préstamo bancario. El dinero puede haber
pasado de mano en mano hasta millones de veces, e incluso puede que haya vuelto
al bolsillo de uno de sus antiguos dueños más de una vez, pero si logramos
deshacer el trayecto en su totalidad, comprobaremos que el dinero nació en el
momento en el que un banco autorizó un préstamo a una empresa, familia o
administración pública. No hay otra; siempre ocurre así.
Centrémonos, por ejemplo, en una
moneda de euro que tiene actualmente un panadero imaginario en su bolsillo. Esa
moneda de euro la recibió cuando uno de sus clientes fue a comprar el pan en su
establecimiento. Este cliente trabaja en una empresa automovilística, y esa
moneda de euro la recibió cuando cobró la nómina por su trabajo. A su vez, la
empresa de automóviles consiguió esa moneda de euro cuando realizó la venta de
uno de sus vehículos. El comprador de ese coche pagó con dinero que había
tomado prestado en un banco. Y aquí acaba la ruta. Esa moneda de euro
nació en ese préstamo.
Otro ejemplo, la moneda de euro
que tiene una empleada en una farmacia la recibió a través del cobro de su
salario mensual. Esa moneda acabó en la caja del establecimiento porque un
obrero jubilado compró allí sus medicamentos. El jubilado obtiene sus ingresos
gracias a la pensión de jubilación. Esta pensión se paga con dinero de
la administración, que tuvo que pedir un préstamo a un banco privado
para materializar el pago.
El último ejemplo: un médico de
un hospital público recibió una moneda de euro gracias al salario por su
trabajo. Este salario lo pagó la administración pública correspondiente con el
dinero recaudado por impuestos. Esa moneda de euro provino del pago de impuestos
de sociedades de una empresa vendedora de muebles, que a su vez obtuvo
esa moneda de euro mediante un préstamo que materializó con un banco. De nuevo
llegamos al punto de partida: el crédito bancario.
Todo esto, que parece extraño y
contraintuitivo, se puede verificar sin ningún problema cuando uno comprende
cómo funciona la creación de dinero en nuestras economías modernas. Hoy día, y
desde hace bastante tiempo, el dinero o es creado por los bancos privados
cuando realizan préstamos, o es canalizado por estas mismas entidades
financieras (a través de préstamos) cuando es creado por el banco central
correspondiente. Sea como fuere, el dinero es puesto en circulación a través de
préstamos bancarios. No hay otra posibilidad.
Recordemos que el banco central, que es quien crea el dinero
legal, hoy día no tiene forma de transferir dinero directamente a
los agentes económicos. ¿Cómo lo va a hacer? Imaginemos que el banco central crea
e imprime dinero. ¿Ahora qué? Si no tiene infraestructuras adecuadas
(sucursales mediante las cuales puede contactar con los agentes económicos) ni
le es permitido (por ley) canalizar ese dinero a través de algún mecanismo del
sector público, es imposible que ese dinero pueda llegar directamente (y mucho
menos de forma gratuita) a manos de empresas, familias o administraciones
públicas. No; en la actualidad el diseño institucional prohíbe e impide
que se pueda crear dinero y entregarse directamente a los agentes económicos
(claro que obviamente no tendría por qué ser así; esto no es más que una
decisión política). Lo único que se puede hacer, por lo tanto, es entregar ese
dinero creado a los bancos privados para que a su vez lo presten a los agentes
económicos correspondientes. Como estas entidades sí tienen sucursales y medios
para llegar al ciudadano, podrán realizar esta labor.
Como consecuencia de este
particular diseño del sistema monetario, todo el dinero que existe hoy día en
circulación nació en un préstamo bancario. Un préstamo que, no debemos olvidar,
viene aparejado a unos intereses que tienen que pagarse
regularmente y que suponen las ganancias de las entidades bancarias. En otras
palabras, el actual diseño institucional sitúa en el centro del sistema
financiero a las entidades privadas de crédito para que necesariamente la
creación de dinero pase por ellas y deje en sus cajas suculentos beneficios.
Negocio redondo y seguro. Un privilegio que ningún otro tipo de empresa
privada o colectivo disfruta en nuestras economías modernas.
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