Por Pablo Vaamonde
Nueva Tribuna.es, 01/03/2015.
En el sector sanitario la
estrategia de privatizaciones continuas, de recortes presupuestarios y de
entrega de porciones crecientes de los presupuestos públicos a manos privadas
para su lucro personal, el Partido Popular la realiza, en muchos casos, de
manera solapada. Hay un apoyo cómplice entre el poder político y los intereses
privados; realizan acuerdos en la sombra, hurtando el control de estas
maniobras a los representantes públicos (partidos de la oposición,
organizaciones sindicales y profesionales).
Hay, en estas prácticas, flagrantes conflictos de interés y un uso abusivo y vergonzante de las
puertas giratorias. Algunos personajes (Lamela, Güemes,
Rocío Mosquera, Antonio Burgueño) han alcanzado notoriedad por
practicar con habilidad el "revolving door". El daño que provocan
estas actuaciones -a la sociedad, al sistema sanitario y a sus trabajadores, a
nuestra salud y a nuestros descendientes-, es inconmensurable. Estas prácticas
fraudulentas esquivan el control social y la supervisión de los organismos
públicos y de la justicia. Pero se convierten en hechos consumados que, en
algunos casos, serán dificilmente reversibles.
Estas relaciones promíscuas entre
lo público y lo privado no son exclusivas del mundo sanitario. En el
sector energético, las puertas giratorias funcionan con total descaro.
Las empresas eléctricas, gasistas y petroleras acojen a muchos expolíticos,
actualmente a sueldo en consejos del Ibex. Iberdrola, Gas Natural Fenosa,
Endesa, REE y Enagás tenían el año pasado a once ex altos cargos del PP, cinco
del PSOE y uno de CiU en sus consejos de administración. Las retribuciones de
estos consejeros son, es estos tiempos de austericidio, totalmente escandalosas.
El exministro del PP Ángel Acebes, doblemente imputado (por
los casos de Bankia y Bárcenas), casi alcanza los 300.000 euros anuales como
vocal de Iberdrola.
Cada nuevo día nos enteramos por
la prensa de los numerosos casos de corrupciones y corruptelas que invaden la
geografía española. En ese turbio ambiente, y con esa clase de actores, es
donde se está desarrollando este desmantelamiento programado de los servicios
públicos. Y con total impunidad, por el momento. Así lo decía Luísa Lores en un artículo en el que denuncia que el
gobierno de Feijóo, con la conselleira Mosquera al frente, ha fragmentado,
desmantelado, privatizado y endeudado el sistema sanitario público de Galicia
“con total descaro e impunidad, para beneficio de las empresas privadas
vinculadas; nunca les podremos perdonar”.
Estamos en un momento clave. Es
necesario detener esta sangría. Ellos no van a parar, hasta desvalijar por
completo las arcas públicas. Hay que desalojarlos del poder para que no sigan
destruyendo el sector público, actuando como auténticos troyanos. Porque hay un
peligro cierto de pasar del monopolio público al oligopolio privado. Joaquín
Estefanía ya lo advirtió: privatizaron la banca pública, la energía pública y
las telecomunicaciones públicas, entre otros sectores estratégicos. “Ahora
quieren hacer lo mismo con la sanidad y la educación públicas aunque lo
nieguen". Porque, despues de todas las corrupciones, saqueos y
aprovechamientos que ya han salido a la luz, como decía Javier Marías, cuando
por fin salgamos de nuestras cotidianas cuitas y levantemos la cabeza, “nos
encontraremos con un país despojado, desolado, con un erial en todos los
ámbitos”.
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