Por Claudi Pérez
El País, 31/10/2015.
La incertidumbre política, con meses de
duras negociaciones que provocaron millonarias salidas de depósitos,
un corralito y una nueva recaída en la recesión antes de acordar el tercer
rescate europeo, ha dejado una profunda cicatriz en el sistema financiero
griego. El Banco Central Europeo (BCE) anunció este sábado que el agujero de
capital en los cuatro
grandes bancos helenos asciende a 14.400 millones de euros. Se trata
de una cifra enorme —en torno a un 8% del PIB griego— pero considerablemente
menor de lo que se pensaba en verano: Atenas y la troika reservaron entonces 25.000
de los 86.000 millones del rescate para la banca.
Barrida por un viento de desastre desde 2010,
Grecia empieza a asomar la cabeza tras la fenomenal incertidumbre que siguió a
la llegada de Syriza al poder, en enero de este año, a la que siguió una ardua
negociación que acabó con un tercer rescate asociado a exigentes condiciones.
Atenas aún necesita que un buen puñado de cosas salgan a la perfección. El BCE
despejó este sábado una incógnita clave: las cuatro grandes entidades griegas
(Banco del Pireo, BNG, Alpha y Eurobank) necesitan prácticamente de inmediato
14.400 millones, después de las salidas de depósitos, el corralito y la vuelta
a la recesión que provocó la
inestabilidad asociada a las negociaciones entre Grecia y los socios
del euro. Los analistas estiman que los bancos pueden levantar en los mercados
en torno a 5.000 millones; el resto de la factura correrá a cargo del rescate.
La cifra final es enorme: 14.400 millones es
algo más del 8% del PIB de Grecia. Pero a la vez esos números son muy inferiores
a los 25.000 millones que dejaron aparcados para los bancos la troika y Atenas
cuando pactaron el salvavidas griego, en julio.
El BCE ha sometido
al sector financiero griego a un exhaustivo chequeo. En el escenario más
adverso —una caída del PIB del 7% hasta 2017—, las grandes entidades necesitan
esos 14.400 millones, que se elevan a 15.400 millones si se contabilizan los
fondos que necesita una quinta entidad, Attica Bank, según el Banco de Grecia.
En el escenario base (caída del PIB del 3,5% hasta 2016), el agujero sería de
4.400 millones.
El tiempo apremia. El BCE exige a las entidades
que presenten sus planes para reforzar su capital el próximo viernes. El
Parlamento griego debe aprobar hoy la ley de recapitalización bancaria. El
problema bancario tiene que estar completamente resuelto antes del 31 de
diciembre. De lo contrario, a Grecia se le aplicarían las nuevas reglas
europeas relativas a los rescates financieros, que obligan a aplicar quitas a
los accionistas, acreedores e incluso depositantes de los bancos si hay ayudas
públicas de por medio.
El jaleo en Grecia dista mucho de haberse
acabado. La recesión es menos profunda de lo previsto, los controles de capital
se levantan paulatinamente y la banca está menos tocada de lo que parecía. Pero
Atenas depende del primer examen de la troika, que tendría que estar listo en
unas semanas, para obtener los fondos que necesita imperiosamente para no
asfixiarse. Y sobre todo, para acceder a la reestructuración de la deuda, que
daría a Grecia un sensacional balón de oxígeno.
La Comisión Europea y el Gobierno de Alexis
Tsipras saludaron el examen del BCE como un paso en la buena dirección para
recuperar la maltrecha confianza en Grecia. Pero las tripas de ese chequeo
dejan alguna señal preocupante: la morosidad —los créditos con impagos de al
menos 90 días— afecta a deudas por importe de 107.000 millones, más del 60% del
PIB. El Ejecutivo asegura que lleva bien encaminadas el 90% de las medidas que
exige el rescate; Bruselas habla de apenas el 30%. Faltan leyes espinosas, con
una subida del IVA educativo o la normativa de desahucios, y en breve entrarán
en vigor las rebajas de pensiones acordadas con la troika. A Tsipras le queda
un camino complicado por delante. Todo sería algo más fácil si los bancos
vuelven a la normalidad, las ayudas llegan en tiempo y forma y Grecia se quita
una parte de la deuda con la prometida reestructuración. Pero para eso hay que
cumplir todas y cada una de las exigencias de los acreedores.
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