Por Manuel Escudero
Contexto.es, 27/02/2017.
A “vuelapluma” realizo esta comparación que quiere ser
constructiva, en el contexto de un debate fraternal del que tendrían que salir,
de su próximo Congreso, las mejores ideas para un nuevo impulso de la
socialdemocracia.
Creo que merece la pena destacar en el esfuerzo realizado
por la Gestora respecto a la ‘Ponencia Económica’ del PSOE algunas buenas ideas
y algunas coincidencias. Al fin y al cabo, si todos pensamos en socialista,
sería raro que no tuviéramos concurrencias importantes. Una primera gran
coincidencia es que en ambas propuestas el objetivo central declarado es el
empleo y los salarios dignos para todos los españoles. Y no es un dato menor
esta coincidencia, aunque habrá que debatir mucho --y eso es lo que se intenta
en la propuesta de Pedro Sánchez -- para concretarla cuando las soluciones ya
no están en los manuales y cuando hay que aterrizarlas en las nuevas
condiciones tecnológicas impuestas por la digitalización de la economía. Por
eso, sorprende que, en relación a este gran objetivo central, la ‘Ponencia
Económica’ ni abogue por derogar la Reforma Laboral de 2012 del PP ni apunte a
otros objetivos que sí aparecen concretados en la propuesta estratégica de
Sánchez, como el trabajo conjunto con los sindicatos para alcanzar en el futuro
la subida del Salario Mínimo Interprofesional hasta los 1.000 euros que señala
la Carta Social Europea, el objetivo de ir reduciendo las jornadas de trabajo
hacia las 30 horas, o la democratización de las grandes empresas.
Existe también coincidencia respecto a la necesidad de
instancias bancarias públicas, si bien el documento de la Gestora las relaciona
solamente con el impulso a la innovación
mientras que en la propuesta estratégica de Sanchez, la conveniencia de
un sector de banca pública y otro de banca cooperativa y social se deriva de la
necesidad de asegurar el crédito y las buenas prácticas bancarias rompiendo la
concentración bancaria hacia la que avanzamos inexorablemente de la mano de la
banca privada española. También es positiva la idea de que España pueda
convertirse en una plataforma logística a escala internacional, si bien habría
que precisar –en un país en el que han existido varios grandes fiascos
relacionados con la construcción de infraestructuras innecesarias– para qué
sectores exactamente se está pensando en ese gran proyecto.
Pero, por desgracia, a continuación debo señalar mi sorpresa
ante las lagunas que presentan las líneas de ‘Ponencia Económica’ presentadas
el sábado. Bien es cierto que se trata de un avance, de un esqueleto de lo que
se elaborará durante el próximo mes. Pero, a juzgar por muchas notables
omisiones, a ese esqueleto le faltan muchos huesos e incluso partes de la
columna vertebral que, sin embargo sí están presentes en la propuesta
estratégica ‘Por una Nueva Socialdemocracia’. No se plantea ni una línea sobre
el problema de la deuda que fragiliza todas las economías, ni sobre la
necesidad de una nueva fiscalidad, incluyendo una mayor progresividad fiscal
para los tramos altos de la renta y para el patrimonio y la riqueza. Tampoco se
esboza, al abordar el problema de las pensiones, un elemento fundamental como
nuevas figuras impositivas complementarias que garanticen su sostenibilidad
futura. No hay ninguna reflexión sobre uno de los datos fundamentales del
futuro, el envejecimiento que va a demandar una gran readaptación de nuestros
sistemas de salud y de servicios sociales, poniendo bajo estrés las finanzas
públicas, y siendo este uno de los retos principales presupuestarios y fiscales
de futuro. Asombra que en el proyecto de ‘Ponencia Económica’ se invoque un eslogan
de “0 sin techo” sin que se apunten reformas elementales que sí aparecen en el
otro documento, como asegurar alternativas de vivienda digna a desahuciados,
dar una segunda oportunidad ante las quiebras familiares de buena fe, o
conseguir que el coste de hipoteca o renta no supere un tercio de la renta
familiar para los grupos sociales que necesitan apoyo.
Es también digno de señalar que el proyecto de ‘Ponencia
Económica’ no transmite ningún sentido de urgencia frente al cambio climático y
la transición ecológica de la economía (un concepto que ni siquiera se
utiliza). Y que en ese terreno, en consecuencia, no se aborde cómo asegurar que
la transición hacia un nuevo modo de producción energética se realice
eficazmente. Por la situación de excepcionalidad de este desafío que ya está
aquí en el documento estratégico de Pedro Sánchez se apunta a la probable
necesidad de mecanismos de control público que aseguren realmente esa
transición frente a las resistencias que
se van a dar en el sector energético.
Igualmente, no se aprecia sentido de urgencia a la
transición a la economía digital, ni se considera la posibilidad de un
escenario futuro de expulsión del trabajo asalariado por efecto de las máquinas
inteligentes. En este terreno, y en un plano muy concreto, ofrece el proyecto
de ‘Ponencia’ una propuesta muy voluntarista, “que las empresas que sustituyan
empleo por robots deberán hacerse cargo de planes de recolocación de los
trabajadores”, mientras que el proyecto estratégico de Sánchez plantea, creemos
que de modo más realista, ir modificando la fiscalidad en la medida en que se
asiente la economía digital, para gravar de modo especial los beneficios que
procedan del trabajo realizado por máquinas inteligentes que sustituyan al
trabajo asalariado. Otro tema importante que la propuesta de ‘Ponencia
Económica’ ni menciona y que es un
elemento crucial para el bienestar de los ciudadanos hoy y en el futuro: el
control del poder abusivo que han ido adquiriendo los oligopolios en España.
Finalmente, en este apresurado recuento, el proyecto de
ponencia habla, de un modo un tanto confuso, de un ingreso mínimo vital como
red de último recurso. Pero no se aborda la posibilidad de avanzar hacia un
objetivo más estructural en una sociedad que hoy debe luchar contra la pobreza
pero mañana habrá de dar una respuesta a
los asalariados expulsados por la digitalización económica. Por eso en el
documento estratégico por una nueva socialdemocracia se presenta la novedosa
propuesta de un impuesto negativo sobre la renta que pueda en el futuro avanzar
hacia una renta básica universal.
Del repaso anterior se desprende, creo que con motivos más
que sobrados, que, incluso como esqueleto para una ponencia económica, los
contenidos del documento ‘Por una Nueva Socialdemocracia’ son mucho más
completos para el debate. Pero hay otras dos reflexiones generales que me
parecen obligadas.
La primera es que el documento de la Gestora parece mucho
más técnico que político: se ha redactado como si lo importante fuera hacer
propuestas de gestión --que por supuesto es crucial--. Pero todo se queda ahí,
sin apuntar las resistencias de los grandes poderes económicos y financieros
privados de un capitalismo desbocado durante los últimos 30 años. Falta análisis del poder, y falta análisis
político. Por ejemplo, existe una clamorosa ausencia de análisis político de
Europa. En la situación límite que vivimos hoy, “más y mejor Europa” no es
mucho decir, y la propuesta de construir una Coalición Progresista para Europa,
que es central en el documento de Pedro Sánchez, está ausente en la propuesta
propiciada por la Gestora.
La segunda es que el documento que avanza la ‘Ponencia
Económica’ para el Congreso del PSOE no aborda ninguna cuestión relacionada con
la crisis de la socialdemocracia y la necesidad de un nuevo posicionamiento
estratégico del PSOE: ni qué somos, ni a quién representamos, ni cuáles son los
grandes problemas de la sociedad hoy, ni con qué alianzas se puede progresar en
el futuro.
Dos aspectos merecen particular atención en este terreno: en
primer lugar, la “reformulación” de la socialdemocracia a la que aludió Javier
Fernández en la inauguración de la jornada es, en realidad, un adorno de
lenguaje. Si se analizan en detalle las ideas que vertió, su discurso es muy
representativo de la socialdemocracia del siglo XX y se podía haber enunciado
tanto hoy como hace 10 o 20 años. Pero si se trata de reformular la socialdemocracia,
algún nuevo elemento de esa reformulación debería haber sido introducido. En
segundo lugar, no se puede encontrar ni una sola palabra respecto a los aliados
que deba buscar el PSOE en el futuro para ganar la confianza mayoritaria en
España y, en especial, a los sindicatos. En este sentido, el documento ‘Somos
Socialistas: por una Nueva Socialdemocracia’ implica una llamada a que se
discutan los aspectos centrales de una nueva estrategia socialdemócrata que
posibilite revertir la tendencia que ésta presenta de modo clamoroso. Pero
parece que la Gestora no contempla esa posibilidad, al menos en el primer
documento que ha propiciado.
El declive de la socialdemocracia y del socialismo español
--el declive político y también el declive electoral-- no se detendrá con
propuestas realizadas desde la zona de confort, con políticas que siguen
asentadas en un marco estratégico que sirvió en el pasado pero que ya no
explica ni recoge los problemas y desafíos que percibe la ciudadanía. Es
necesario partir de ese dato central para que el futuro Congreso socialista
sea, genuinamente, el comienzo de una nueva etapa.
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