Por Miguel Carrión
El diario.es,
09/06/2017.
Uno de los detalles más dramáticos
de la historia del fallo del Banco Popular es que –según fuentes del ministerio
de Economía– el banco agotó su liquidez “en horas de oficina” como quien dice,
antes de las tres de la tarde del martes. A esa hora, se dice que el presidente
de Banco Popular, Emilio Saracho alertó a Luis de Guindos de que el banco se
había quedado sin garantías para pedir la línea de liquidez de emergencia (ELA)
al Banco de España. Pero además de dramático este hecho es revelador porque
nunca debería haber ocurrido. Dado que no se ha desmentido, esta información
levanta todo tipo de dudas sobre la conducta de los supervisores –desde hace
dos años y medio europeos y no españoles– y por extensión sobre la propia Unión
Bancaria de la que la supervisión supranacional es uno de los pilares
fundamentales.
Comencemos por lo extraordinario
que es que un banco se quede sin liquidez en un sistema monetario moderno.
Antiguamente, cuando el dinero (y los valores financieros) eran objetos
físicos, había que moverlos en furgones blindados. Pero hoy en día las
transacciones son en su mayoría electrónicas. Aunque eso hace más fácil
participar en una fuga de depósitos sin hacer cola en la sucursal, también
quiere decir que la provisión de liquidez a una entidad financiera por parte del
banco central es inmediata e ilimitada. Siempre, claro está, que el banco tenga
colateral de suficiente calidad para usarlo como garantía de la liquidez
prestada por el banco central.
En el caso del Banco Central
Europeo, cuando un banco agota su colateral admisible puede acudir a su banco
central nacional y usar colateral de menor calidad a cambio de ELA. El hecho de
que Popular estuviese tomando ELA del Banco de España quiere decir
necesariamente que el Banco de España estaba al corriente de que el Popular se
había quedado sin activos líquidos de alta calidad. Y, si lo sabía el Banco de
España, lo tenía que saber el Mecanismo Único de Supervisión (MUS).
Así que está claro que la única
manera de que un banco moderno se quede “sin dinero” es que se quede sin
activos sanos. Pero, a su vez, esto es bastante poco probable. Después de la
crisis financiera de 2008-2009 los reguladores internacionales definieron requisitos
mínimos de liquidez como parte de la así llamada regulación de Basilea III. Uno
de estos requisitos, la ratio de cobertura de liquidez (LCR), exige que un
banco tenga activos líquidos de alta calidad en cantidad suficiente para hacer
frente al 100% de las necesidades de liquidez de los próximos 30 días, sin
financiación externa. Esta ratio se calcula a diario y se comunica a la alta
dirección del banco y, siempre que lo pide, al supervisor. Parece imposible que
un banco que mantenga su LCR por encima del 100% como exige la regulación se
quede sin liquidez por sorpresa de un día para otro. Sería necesario que en
menos de un día se retirasen depósitos electrónicamente en exceso de las
necesidades de liquidez de todo el mes siguiente. Parece que en el caso de
Popular tanto la alta dirección como el supervisor permitieron que la LCR no
sólo violase la cota del 100%, sino que se acercase al 0%.
En condiciones normales, es
plausible que el supervisor pida información de liquidez con periodicidad
mensual. Pero el Banco Popular estaba bajo vigilancia desde hacía semanas. Y,
según las fuentes, el Popular había pedido al Banco de España liquidez de
emergencia. Parece inconcebible que, sabiendo que el banco estaba tomando ELA,
el supervisor europeo no estuviese vigilando a diario los informes internos de
liquidez del Popular. En el momento en que Popular empezó a tomar ELA (según
informa el Financial Times, 2.000 millones de euros este lunes) el supervisor
(por no hablar de la alta dirección del banco) tenía que haber pedido una
estimación diaria de las garantías que le quedaban (el llamado colateral). Si
este martes se agotó la liquidez por sorpresa, tras consumir otros 1.600
millones de euros de emergencia, quiere decir que nadie pidió esta estimación.
Así que, o bien Popular no estaba
reportando diariamente su ratio de liquidez, o la alta dirección no la tenía en
cuenta, o el supervisor único europeo no la pedía, o el Banco de España no
comunicó al supervisor que el Popular estaba tomando liquidez de emergencia, o
sabiendo esto nadie pidió una estimación actualizada del colateral restante. El
hecho es que la llamada de Saracho a Guindos a las tres de la tarde del martes
revela que se había permitido funcionar al Banco Popular muy por debajo del
requisito regulatorio mínimo de liquidez durante semanas. Como resultado, 6.000
millones de euros en acciones y 2.000 millones en bonos convertibles,
preferentes y subordinados, han sido amortizados a valor cero. Y esto no dice
nada bueno del funcionamiento de la Unión Bancaria.
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