Por Luis Gancedo
Faro de Vigo,
06/12/2017.
La revolución tecnológica amenaza la hegemonía de la banca
en el negocio de los servicios financieros. Por varios flancos. Uno de ellos es
el de las fintech, expresión que procede de unir las primeras letras de las
palabras inglesas financial y techology y que comprende principalmente a
empresas emergentes y de raudo crecimiento ( star-ups) que han entrado con
éxito en mercados hasta ahora exclusivos de la banca, como la gestión de pagos
y transferencias o los préstamos. La expansión de los teléfonos inteligentes y
la predisposición de las nuevas generaciones a confiar en plataformas
alternativas a las entidades tradicionales están dando alas a nuevos jugadores
que de hecho sustituyen a los bancos como intermediarios para transferir dinero
u obtenerlo prestado, y que también reemplazan a los asesores de inversiones
por algoritmos matemáticos. Más rápido, más barato y más accesible. La posible
duda sobre la seguridad, propia sobre todo de personas con más edad, podría
remitir en España con una norma que está en elaboración y que, pide el sector,
debería hallar un equilibrio entre una razonable porosidad a las ideas
innovadoras y la protección de los consumidores.
¿Cómo está reaccionado la banca? Las nuevas tecnologías
están en el centro de sus planes estratégicos. Con los márgenes de beneficio
restringidos por los bajos tipos de interés (menos ganancia por operación) y
con limitaciones también severas para expandir el negocio (conceder más
crédito) sin asumir riesgos vedados por el endurecimiento de las reglas en
estos años, las entidades están viendo el cambio tecnológico como un riesgo,
pero también como una oportunidad. Para recortar costes (menos oficinas y personal)
y, asimismo, para llegar a alianzas con las fintech y aplicar sus soluciones,
acelerando como ya están haciendo el desarrollo de sus servicios on line. La
cohabitación es posible, entre otras razones, porque esas "start-ups"
no tienen por ahora en España una dimensión que amenace severamente la
hegemonía los bancos.
En otro flanco el sector lo tiene más difícil si, como se
vislumbra, los gigantes tecnológicos (Google, Apple, Amazon o Facebook), con
marcas muy consolidadas, se adentraran en el negocio de la intermediación
financiera. Colosos de internet con muchos millones de fieles frente a los
bancos, que tienen el crédito social desgastado por la reciente crisis y los
abusos que dejó al aire.
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