sábado, 6 de enero de 2018

Un nuevo abuso de la banca



Por Pablo Rocha Tejero
Diario de León, 05/01/2018.

¿Quién de nosotros no se ha mostrado indignado en alguna ocasión con el comportamiento de los bancos?

Comisiones excesivas, cláusulas suelo, ejecuciones hipotecarias o de préstamos personales, acciones preferentes, imposición de contratar seguros de vida o planes de pensiones para la concesión de un préstamo, entre otras actuaciones, pero el presente relato se enmarca dentro de los gastos de constitución que en las operaciones de préstamo hipotecario los bancos han estado imponiendo en su totalidad e injustamente al prestatario (notario, registro, tasación, impuesto actos jurídicos documentados).

La imputación de estos gastos en exclusiva cuenta al prestatario ha sido declarada abusiva por numerosas sentencias de los tribunales y juzgados españoles, e ilegales y nulas las cláusulas que contenían esa imposición unilateral y de exclusiva cuenta del prestatario de los gastos de constitución, y en fechas recientes esas numerosas sentencias han sido ratificadas por el Tribunal Supremo.

Pues bien, dentro de estos gastos de constitución, se encuentra uno que no alcanzo a calificar (estafa, timo, hurto, robo, apropiación indebida), lo que si tengo claro es que es un abuso ilícito y que, en mi humilde opinión, determina bien a las claras que el comportamiento profesional y ético de las entidades financieras es sucio, ruin, injusto, abusivo e intolerable, y me refiero a la factura de la Gestoría Administrativa del Banco, que nos viene impuesta por el mismo cuándo solicitamos un préstamo o crédito, y cuyos servicios profesionales consisten únicamente en recoger una escritura pública de la notaría, presentarla ante la Consejería de Economía y Hacienda de la Junta de Castilla y León para abonar el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados y Transmisiones Patrimoniales, y finalmente depositarla para su inscripción en el Registro de la Propiedad.

Pues sepan ustedes, que los bancos utilizan para tales servicios a unas gestorías, con sedes en Madrid, Barcelona, Valencia u otra gran ciudad, que a su vez tienen delegaciones en las pequeñas capitales de provincia como León, delegaciones estas, escondidas, oscuras, sin carteles o rótulos anunciadores de las mismas, sin publicidad externa ni información sobre teléfonos de contacto, y que finalmente prestan estos servicios en virtud de un acuerdo con el banco, que les obliga a facturar unos honorarios determinados por tales servicios, y que en la actualidad tiene como importe estandarizado la cantidad de 393,25 euros (IVA incluido).

Si, han leído bien, 393,25 euros por la realización de un servicio profesional de lo más básico que hay en el mercado, y por el que un gestor administrativo legal, colegiado en León, y ejerciendo honradamente su profesión cobraría 70,00 euros más IVA.

Pero es más, y si les dijera que de esos 393,25 euros que cobra la gestoría del banco, este se lleva finalmente no menos del 50% de los honorarios de la gestoría. ¿Qué les parece la jugada? Insisto, yo no alcanzo a calificarlo, creo que me quedó corto diciendo que es un comportamiento sucio, ruin, injusto, abusivo e intolerable.

Este relato real, tiene como actores principales al Banco Popular S.A., sucursal de León, calle José María Pereda, núm. 15 (Polígono 10), a la Gestoría Diagonal Company Services Solutions S.L., con sede en Barcelona, y delegación en León en Avenida Ordoño II, nº 8, planta principal, puerta 7, y a una cliente de quién suscribe, que vendió su vivienda, con hipoteca, a otro particular al que financió la sucursal del Banco Popular S.A. antedicha, a través de un préstamo hipotecario, y que exigió de mi cliente una provisión de fondos de 1.263,25 euros por cancelar la hipoteca que la misma tenía en otra entidad financiera, es decir que en una escritura de cancelación de hipoteca en la que no interviene el Banco Popular, S.A., se le impone a mi mandante, que los trámites administrativos de la cancelación de la hipoteca los tiene que efectuar la Gestoría del Banco Popular S.A., impidiéndome a mí, su abogado, haberle tramitado el asunto, ahorrándole un dinero.

Concluyo mi relato expresando mi más profundo malestar, indignación e impotencia ante los comportamientos denunciados, insisto, no encuentro calificativos, pero animo a todos los lectores a que no se dejen engañar, no permitan estos robos con apariencia de legalidad que cometen día tras día las entidades financieras, y que los denuncien, que no queden impunes, yo, en mi caso particular, voy a iniciar cuantas acciones legales sean necesarias para obtener el reintegro de parte de esos honorarios cobrados indebidamente a mi cliente, y a su vez daré toda la publicidad que me sea posible al asunto, para impedir que estas tropelías, estos actos de racanería y usura, continúen produciéndose, y sean condenados y sancionados debidamente.

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