Por Vicente Clavero
Público.es, 30/05/2014.
Un joven de 22 años que estaba en
paro fue condenado a prisión el pasado verano por saltar la tapia del patio de
una casa y apropiarse de una gallina que no era suya en el municipio madrileño
de Las Rozas. El juzgado de los penal número cinco de la capital entendió que
había incurrido en un delito de robo con fuerza, del que fue sorprendido in
fraganti por unos agentes de la policía local. De nada sirvió que la vivienda
estuviese deshabitada y en aparente estado de abandono, ni que la afortunada
gallina fuera recuperada sana y salva, ni que el joven actuara por estado de
necesidad, como alegó inútilmente su abogado. La sentencia fue inflexible: un
año de cárcel, a pesar de que el valor de lo robado no superaba los cinco
euros, según dispuso el correspondiente tasador.
Otro juez, éste de la Audiencia
Nacional, falló ayer contra cuatro de los principales directivos de la antigua
Caixa Penedès, cuyo negocio pertenece hoy al Sabadell, después de haber pasado
por el Banco Mare Nostrum. Esos cuatro directivos (Ricard Pagès, Manuel
Troyano, Santiago Abellas y Juan Caellas) cometieron un delito administración
desleal al concederse por su cuenta y riesgo 28,6 millones de euros en fondos
de pensiones. Ellos mismos lo reconocieron así durante las sesiones del juicio
y, para demostrar su supuesto arrepentimiento, han procedido a devolver las
cantidades indebidamente percibidas. En señal de gratitud por tan encomiable
gesto, la pena les ha sido rebajada: dos años de prisión para Pagès, que era el
director general, y uno para cada uno de los otros tres; es decir, la misma que
le cayó al robagallinas de Las Rozas.
Hay quien se felicita de que, por
fin, haya una condena por los desmanes cometidos en las cajas de ahorros y en
algunos bancos antes y durante los primeros compases de la crisis financiera.
Una crisis cuyo coste exacto para el contribuyente probablemente nunca se
sabrá, pero que obligó a España a pedir un rescate de hasta cien mil millones
de euros que Dios sabe cuándo acabaremos de pagar. Parte de ese dinero, por
cierto, ha tenido que destinarse a evitar la quiebra pura y dura de Caixa
Penedés, a la que estos cuatro caballeros, obviamente, no son ajenos. Tan mal
estaba por dentro la entidad que, antes de colocársela al Sabadell, el FROB
tuvo que facilitarle 915 millones contantes y sonantes, que mucho me temo que
vamos a recuperar cuando las ranas críen pelo.
Mientras tanto, Pagès, Troyano,
Abellas y Caella podrán seguir haciendo su vida tranquilamente, aunque con algo
menos de dinero, gracias a la sentencia que les evita pisar el suelo de la
cárcel. También estarán más tranquilos aquellos que todavía tienen que sentarse
en el banquillo (el último presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, sin ir más
lejos), con la esperanza de que la justicia les dispense la misma benevolencia
que a sus compañeros.
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