Por Jesús García
El País, 04/05/2014.
El director de una oficina de Caja Madrid que metió a
un cliente en el embrollo de las participaciones preferentes le ha ayudado,
cinco años después, a salir de él. En su declaración como testigo, el empleado
(ya jubilado), admitió que no proporcionó al cliente, un lotero de 78 años,
información adecuada sobre los riesgos del producto financiero. Su confesión ha
servido de base para que un juez de Barcelona anule el contrato y obligue a
Bankia a devolver los 586.151 euros que el cliente invirtió en preferentes
entre 2009 y 2010.
La declaración del exdirector
arroja luz sobre cómo gestionaron las entidades bancarias —o al menos la
extinta Caja Madrid— la venta de preferentes. Reconoció que recibía “presiones”
de sus superiores (“cuatro o cinco veces al día”, relató), del director de zona
de la caja de ahorros, que le llamaba por teléfono para saber “qué importe
habían colocado”. Debido a esas presiones, los test de idoneidad —para analizar
si el perfil del cliente, minorista o profesional, era acorde con el producto—
se hacían sin demasiado rigor. “Se leían las preguntas del test, pero se
indicaban las respuestas para permitir la venta del producto”. Sobre sus
características, “no se entraba en detalles”, añadió.
Se declara nulo el contrato
porque el comprador carecía de información
El exdirector narró que, desde
hacía al menos 15 años, mantenía una relación de “confianza y cordialidad” con
el cliente afectado, hasta el punto de que se regalaban, de tanto en cuando,
aceite de oliva de Jaén. El cliente había regentado un establecimiento de
quinielas que le permitió acumular unos ahorros. Nunca se interesó por productos
de gran rentabilidad: se limitaba al clásico depósito a plazo fijo a las letras
del Tesoro. En 2009, además, era viudo y le había sido diagnosticado un cáncer
de próstata. Fue el director quien le propuso anular el plazo fijo sin
penalización y cambiarlo por preferentes. El exdirector le explicó, según la
demanda, que era “seguro, sin riesgo” y que podría disponer de los fondos
cuando los necesitase.
Esa despreocupación por los
resultados llevaba, dijo el exdirector, a omitir explicaciones que, a la larga,
han resultado imprescindibles. Por ejemplo, no se informaba del riesgo de no
cobrar dividendos. “Había temas que se obviaban”, señaló antes de admitir que
ni siquiera él conocía uno de los riesgos que entrañan las preferentes: la
pérdida total de la inversión.
“Lo expuesto por el testigo”,
recoge el juez Guillem Soler en su sentencia, “es suficiente para apreciar que
la información fue insuficiente y no exhaustiva, en relación con la complejidad
del producto y el perfil” del cliente. Los documentos avalan esa tesis, de ahí
que el magistrado decida —como en tantas otras demandas por participaciones
preferentes— declarar nulo el contrato de adquisición de preferentes. El hombre
dio su consentimiento, pero no conocía los riesgos. En su defensa, el banco había
alegado que fue “la crisis económica posterior”, y no su actuación la que causó
los problemas del cliente. El titular del juzgado de primera instancia número 1
de Barcelona, sin embargo, concluye que los contratos son nulos. La nulidad
afecta también al canje de preferentes por acciones de Bankia y obliga a la
entidad a devolver el dinero inicial al afectado, más los intereses.
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