Por Juan Carlos Escudier
Público.es, 17/0672014.
El anuncio del Santander nos lo
decía cantando: un 7,5% el primer año. El resto, hasta cinco años, euribor más
2,75. Un chollo, oiga, o como se entonaba alegremente “una ocasión que no hay que
perder”. Al final del anuncio, sobreimpresionado, podía leerse como al descuido
que los valores no eran los tradicionales de renta fija mientras una voz
revolucionada advertía que se trataba de un “producto complejo subordinado a
precio de conversión sobre cotización”.
El reclamo funcionó de maravilla
porque en 2007, en sólo nueve días, 129.000 personas suscribieron 7.000
millones de euros, pensando muchos de ellos que estaban ante un plazo fijo tan
estupendo que habría sido del género tonto no trasladar allí sus ahorros y sus
planes de pensiones. Lo que habían adquirido en realidad eran obligaciones
convertibles de la entidad y con lo obtenido el Santander se fue de OPAS, que
son como las rebajas de enero pero para bancos.
El producto venció definitivamente
el 4 de octubre de 2012 con un precio de 12,96 euros mientras la acción de la
entidad cerraba ese día a 5,87. ¿Qué significaba? Pues que a los incautos se
les colocaron acciones a más del doble de su precio de mercado. O lo que es lo
mismo, el jubilado, el octogenario o el ama de casa sin estudios que invirtió
10.000 euros recibió títulos por valor de 4.520 euros, con una pérdida del 55%.
A día de hoy, si los compradores aún mantuvieran las acciones del banco,
acumularían una pérdida latente del 40%.
Más de 60 compradores se
querellaron contra el banco al sentirse estafados, pero el juez Ismael Moreno,
contra el criterio del fiscal, archivó la causa tal al entender que todo se
explicaba muy clarito en un tríptico y en el folleto informativo de la emisión,
por lo que nada había que reprochar a esta piedra angular de nuestro sistema
financiero que es Botín. La Audiencia ha ordenado ayer investigar la venta y,
de paso, le ha dado un repasito al magistrado, para quien el hecho de que los
valores se colocaran de manera masiva e indiscriminada carecía de importancia.
Harían mal los querellantes en
lanzar las campanas al vuelo porque lo de Botín y su banco deja pequeña la
inmunidad del jefe del Estado. El bueno de don Emilio da nombre incluso a una
doctrina, según la cual, se puede captar dinero negro en productos opacos, se
puede engañar a Hacienda facilitando un listado de titulares ficticios, algunos
de ellos fallecidos, y se puede defraudar alegremente cientos de millones sin
que pase absolutamente nada. De igual manera, es posible acusar falsamente y
conseguir que unos empresarios acaben en el trullo porque, de ser condenado,
como lo fue en su día el entonces consejero delegado Alfredo Sáenz, siempre
habrá un Zapatero que le indulte.
A Botín hay que disculparle,
aunque sólo sea porque ahora que podía disfrutar con el scalextric en Ferrari
no levantan cabeza. Entre ir a las carreras y alabar al gobierno de turno se le
va todo el tiempo. Posiblemente, ni sabría lo que son los Valores Santander.
Mucho decirnos que el Santander quiere ser nuestro banco pero él y su familia
tenían la herencia del abuelo en HSBC de Suiza, que siempre ha gestionado mejor
el dinero negro. Para que hagan caso de los anuncios.
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