Por S. MacCoy
El Confidencial, 05/06/2014.
El nuevo término de moda en el
mundo de las finanzas en general y de la banca en particular es litigation.
Litigios, pleitos, multas, sanciones con origen, sobre todo, en Estados Unidos,
donde aún se toman en serio estas cosas. Desembolsos obligados, fruto de
prácticas irregulares pasadas que nadie garantiza que no se estén produciendo a
día de hoy. Las cifras son mareantes y afectan a entidades señeras de todo
el mundo. Comienzan a preocupar a gobernantes y bancos centrales. 10.000
millones de euros le acaban de caer a BNP para espanto del
presidente francés, Francois Hollande, que pide árnica para
'su' institución. El volumen es tal que el BCE contempla la
posibilidad de incluir este riesgo en los nuevos stress tests de
la banca comunitaria (WSJ, "ECB
officials anxious about impact of U.S. fines on EU Banks",
03-06-2014). A buenas horas.
¿Es para tanto? Vean, vean.
El equipo de analistas de bancos
europeos de Credit Suisse acaba de incrementar su estimación
de costes asociados a este concepto para el conjunto del
sector de los 58.000 millones de dólares que contemplaba en febrero a 104.000
sólo tres meses más tarde, de los que 39.000 estarían aún pendientes de
provisionar con su consecuente impacto en términos de cuenta de
resultados, rentabilidad y capital para los afortunados ganadores. Atendiendo a
cómo ha evolucionado el tema recientemente, la proyección puede ser
conservadora.
Por cierto, este charco
no lo ha pisado aún, que se sepa, la banca española salvo alguna
acusación de discriminación a la hora de conceder financiación hipotecaria al
Santander, cuyo impacto final puede ser limitado para la cuenta de resultados
consolidada del líder español (NYT, "Santander
Bank to face suit claiming bias in mortgages", 28-05-2014). Y
en nuestro país, imaginar tan solo compensaciones del tipo de las que allí se
están fijando es ilusorio si bien la reflexión general sobre el particular no
entiende de fronteras.
¿De dónde sale ese pastizal?
FT Alphaville recoge, en una
magnífica entrada sobre el particular, el origen futuro de
tales dispendios, sobre la base de lo que ya ha sucedido en el pasado.
Así, manipulación de mercado (19.000 kilos más), ejecuciones fraudulentas en el
hipotecario USA (12.000), irregularidades en la comercialización de
determinados productos (14.000), colaboración en la evasión de impuestos
(2.500), incumplimiento de embargos comerciales, motivo aplicable a BNP
(7.000), estados financieros inexactos (4.000) y temas corporativos específicos
(cerca de 7.000).
Como ven, una panoplia de
actuaciones sospechosas que, en la mayoría de las ocasiones, termina cerrándose
por acuerdo entre supervisor y el sancionado, que prefiere colaborar
con él y apoquinar lo que se pacte antes que enfrentarse a una transparencia
mayor y a la severidad de la justicia. De los males, aparentemente el menor,
aunque esto suponga para una sola firma y por un solo caso, entre
pago directo y compensaciones, 26.000 millones de dólares (Valor
Añadido, "Gente
que paga tres billones de pesetas para evitar ser investigada",
10-02-2012). Qué no ocultarán para ceder de ese modo.
¿Decisión en beneficio del banco
como conjunto o de alguno de sus miembros?
Porque hay aquí un tema
sustancial. Buena parte de estas transacciones con la Administración son rematadas
por los mismos bajo cuyo gobierno corporativo fueron cometidos tales desmanes,
bien por acción o por omisión. De este modo logran evitar condenas
penales que terminen con sus huesos en el trullo, inhabilitaciones de por vida
para acercarse a menos de un kilómetro de una sucursal como correspondería o que
les obliguen a establecer procedimientos que vulneren una impunidad de la que
quieren seguir disfrutando. De vergüenza. Claro que, mientras los
titulares de las acciones sigan mirando hacia otro lado sin levantarse en armas
contra unos gestores cuyos quebrantos se miden en miles de millones de euros y
los Gobiernos, caso del francés, prefieran acusar a Estados Unidos de
desproporcionalidad en las sanciones antes que proteger a los verdaderos
damnificados, actuando sobre los culpables, a estos banqueros trincones que les
quiten lo bailao, bonus millonario p'arriba, bonus millonario
p'abajo.
Resulta más perentoria que nunca
una normativa que resuelva esta asimetría
de riesgo-recompensa de administradores y propietarios. Para ello
es fundamental que estos se muevan, que el poder legislativo atienda sus
demandas y que los procesos de investigación no se cierren en falso a través de
pactos y componendas. Pero me da la impresión de que ni unos pueden, ni otros
quieren, ni nadie renuncia al pájaro en mano frente al ciento volando con las
cuentas públicas como están. Dicho queda. Luego, no se me quejen.
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