Por Roberto Casado.
Expansión,
08/06/2016.
Para reducir el riesgo en sus carteras de inversión.
La agencia de calificación de deuda Fitch ha estimado el
impacto que puede tener en el balance de los bancos la normativa que los
reguladores europeos preparan para limitar la exposición de las entidades a los
bonos públicos emitidos por sus respectivos Gobiernos.
"Los bancos europeos tenían un total de 2,3 billones de
euros de deuda soberana al final del primer semestre de 2015, de los que 1,5
billones corresponden a bonos de su propio país. La mayoría de estas posiciones
están exentas ahora de cargas de capital. Nuevos requerimientos podrían crear
significativas necesidades de capital o llevar a que los bancos reequilibren
sus carteras", indica el informe publicado hoy por los analistas de Fitch.
La agencia plantea distintos escenarios de futuro en los que
los supervisores exigirán que los bancos aparquen cierto nivel de capital para
cubrir el riesgo de sus bonos soberanos. En una de esas hipótesis, Fitch
sugiere que el conjunto de la banca europea debería vender deuda pública por
492.000 millones de euros, o bien captar nuevo capital por 135.000 millones de
euros si quieren mantener esos activos.
En el caso de España, las entidades deberían desprenderse de
bonos del Tesoro por 85.000 millones de euros, sobre una cartera total de
310.000 millones. De llevarse a cabo esa venta, saldría al mercado un 8% del
total de la deuda bruta que el Gobierno español tenía al final de 2015. Fitch
señala que esto podría elevar el coste de financiación del Tesoro.
En caso de querer retener esos bonos en su balance, la banca
española debería elevar en más de un 20% su nivel actual de capital, según el
método utilizado por Fitch.
La agencia indica que las entidades españolas más pequeñas
se verían más afectadas que los bancos con presencia más internacional como
Santander y BBVA.
Las autoridades pretenden constreñir la relación entre los
bancos y sus Gobiernos para evitar en el futuro la formación de círculos
viciosos en el mercado como los de la crisis de deuda europea de 2010-2012.
Entonces, las dudas de los inversores sobre la solvencia de algunos Gobiernos
golpeaba a los bancos, por su exposición a la deuda soberana; y a su vez el
temor al colapso de algunas entidades dañaba a la visión de solvencia de los
países, ante la expectativa de que tuvieran que acudir al rescate de esas
instituciones.
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