Por Josep Soler
Albertí
El Periódico,
25/04/2017.
¿Estamos en los últimos años de la banca tal como la
conocemos? Los elementos disruptivos se presentan con tanta fuerza y son tan
inevitables que pocos analistas del sector financiero se atreven a contestar
negativa y contundentemente a la pregunta. Se cruzan apuestas entre los
conocedores de los dos sectores sobre si caerá primero la prensa en papel o la
banca tradicional, dos de las industrias más amenazadas por la transformación
digital que, sin duda, se ha convertido en el primer elemento de cambio en los
medios de comunicación como en las finanzas.
La mecanización, y la digitalización después, han estado
presentes en la evolución de la banca y de las finanzas de forma intensiva, al
menos en las últimas tres o cuatro décadas. No es por tanto un fenómeno nuevo y
ajeno a la banca y menos para la española que ha sido líder en Europa en
adaptarse a los retos y en general a las ventajas de las tecnologías de la
información.
A pesar de ello, la irrupción o disrupción digital actual no
es un tema solo de adaptación tecnológica, -que lo sigue siendo-, sino de
amenaza al modelo de negocio que se inició, en el sentido moderno que aún está
vigente hoy, en los primeros banqueros de la Florencia del siglo XIV.
A costes más bajos
Esta amenaza disruptiva se está concretando y materializando
de momento en la aparición y crecimiento del mundo 'fintech', una amalgama de
constelaciones de pequeñas y medianas empresas en estadios incipientes de
desarrollo que luchan por, primero, ofrecer servicios bancarios y financieros solo
a través de los canales 'on line' que muchos clientes exigen; segundo,
ofreciendo otros nuevos o integrándolos en plataformas más eficientes; y por
fin, haciéndolo todo a costes mucho más bajos, mientras la pesada estructura de
los bancos y, ¡ojo¡, mientras los requerimientos regulatorios y de cumplimiento
normativo que tanto pesan sobre la banca tradicional solo les toca a ellos de
refilón.
Esta realidad actual de las 'fintech' es trascendente pero
puede no acabar siendo la más importante. Como para otros sectores,
especialmente aquellos que, como la banca, gestionan grandes cantidades de
datos de un número creciente de clientes, la verdadera amenaza son los gigantes
tecnológicos. Es decir la 'googleización' o 'amazonización' de la banca que
implicaría la entrada decidida de algunos de estos gigantes en los servicios
financieros masivos.
Una cuota por ahora
pequeña
Situémonos por ahora en la realidad más que en las
expectativas. ¿Qué podemos esperar de esta irrupción de las 'fintech', como las
entendemos? Dependerá de la capacidad, dedicación y nivel de éxito de las
estrategias que la banca actual plantee para confrontar estos retos. Ante todo,
hay que decir que la cuota de mercado de las 'fintech' es todavía
insignificante y que el cliente bancario, esta categoría que es universal en
los países occidentales, pertenece todavía a la banca de siempre. Parecería
pues que todo está a favor de la banca para hacer la 'fintegración', es decir
la fusión de los servicios financieros y de la tecnología digital dentro de las
grandes entidades tradicionales, sin demasiada oposición de los pequeños
competidores. Pero, ¿se está haciendo adecuadamente? ¿Se están transformando
las enormes estructuras bancarias para un futuro casi exclusivamente 'on line'
en quizás 10 años? ¿O, sencillamente, se relativiza el problema comprando y
absorbiendo algunas de las 'fintech' más brillantes?
Es indudable que se habla, se adoptan estrategias y existe
el convencimiento de la dimensión del reto, pero lo que es más incierto es si
se emprenden los cambios como se debería. Algunos expertos, incluso los
contratados por bancos, manifiestan sus dudas y preocupaciones sobre la dificultad
de superar algunas vallas en esta carrera.
Por ejemplo, el capital humano de calidad ha dejado de dar
prioridad a la banca tradicional y se siente más atraído por la innovación y el
emprendimiento de las 'fintech'. O la dificultad de desmantelar los
extremadamente complejos sistemas tecnológicos actuales de la banca, pensados
para el antiguo modelo de negocio e inservibles íntegramente a medio plazo. O
bien, el papel de la regulación que hasta ahora ha favorecido las desreguladas
'fintech', pero que podría terminar favoreciendo el cumplimiento normativo como
lo hace el sector tradicional.
Cuesta mucho mover el elefante pero peor es si te acaba
pisando. Y en la banca hay capital, los clientes, la experiencia, la adaptación
regulatoria y lo que todo esto genera, finalmente todo lo esencial en finanzas:
la confianza del depositante y del cliente en general.
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