Por Francisco Chacón
ABC, 03/04/2017.
El Estado portugués ha gastado ya 13.000 millones de euros
desde 2007 para evitar el desplome de la banca, según los datos recién
difundidos en Lisboa por el Instituto Nacional de Estadística. Una factura muy
alta que lastra las cuentas públicas con un ‘ratio’ que equivale al 7% del
Producto Interior Bruto (PIB) del país vecino
El sector financiero es, de largo, el que peor lo está
pasando al otro lado de la frontera en todo este periodo de crisis en la Unión
Europea, especialmente a partir de la solicitud de rescate al Fondo Monetario
Internacional efectuada por el Gobierno que encabezaba el socialista José
Sócrates en 2011.
Pero, naturalmente, la intervención estatal se considera una
prioridad, tanto por el Ejecutivo que lideraba el conservador Passos Coelho
como por el actual de signo socialista al cargo del primer ministro António
Costa. En caso contrario, las consecuencias habrían sido catastróficas, hasta
el punto de que se habrían cumplido las amenazas de convertirse en Grecia 2.
El punto más álgido se alcanzó a causa de la quiebra del
Espírito Santo en agosto de 2014, que obligó a poner sobre la mesa 4.900
millones de euros (más otros 210 para otras firmas) con tal de evitar el
colapso de todo el sistema. Ahí, con los activos saneados de aquella entidad,
se pusieron los cimientos de Novo Banco, cuya operación de venta al fondo
norteamericano Lone Star se cerró el pasado 31 de marzo por 1.000 millones de
euros. Es decir, sus efectos continúan dejándose sentir en el bolsillo de los
sufridos contribuyentes portugueses, por mucho que António Costa se empeña en
negarlo.
Ni siquiera el Reino Unido anterior al Brexit (una economía
13 veces mayor que la de Portugal) había tenido que emplearse tan a fondo para
salvar Northern Rock y Bradford & Bingley. Basta un dato para darse cuenta:
11.600 millones de euros públicos llovieron en la City, es decir, un 0,4% de su
PIB. 12 meses después, hicieron falta 2.821 millones de euros con el objetivo
de equilibrar los balances, lo que desembocó en un impacto del 3% en el PIB.
Novo Banco y Caixa
Geral de Depósitos
El año que menor coste registraron las arcas públicas lusas
fue 2016, con 380 millones de euros, en su mayoría requeridos en el caso del
Banco Portugués de Negocios (BPN). No era ninguna casualidad porque la
operación de Novo Banco y la recapitalización de Caixa Geral de Depósitos se
aplazaron a este año, precisamente para no descabalgar las cuentas del Gobierno
socialista. Esta última se halla en curso.
De momento, le cuadran los números al Ministerio de
Finanzas, toda vez que el déficit del año pasado se situó en el 2,1%, la cota
más baja desde el estallido de la Revolución de los Claveles el 25 de abril de
1974. Eso sí, el Instituto Nacional de Estadística no se ha olvidado de
realizar una comparativa europea, con el resultado de que Irlanda, España, Alemania,
Grecia y Austria se vieron obligados a inyectar más dinero todavía.
Berlín y Fráncfort, motores de la primera economía
comunitaria (su tamaño es 17 veces mayor que el de la portuguesa), tuvieron que
dar la cara por Commerzbank y Deutsche Bank, lo que se tradujo en un gasto
próximo al 1% de su PIB. En cuanto a España, no quedó más remedio que recurrir
a 45.500 millones extra, un 4% del Producto Interior Bruto pero el 57% de la
carga aplicada al déficit luso.
Las inyecciones económicas se realizan bajo los efectos de
las tasas de interés, y ahí es donde Lisboa pierde gas, tal cual acredita el
presente informe.
Polémica sobre Lone
Star
Cuando la investigación sobre la bancarrota del Espírito
Santo dista mucho de haber finalizado (e incluso con ramificaciones en el ‘caso
Sócrates’ por supuestos blanqueo de capitales, corrupción y tráfico de
influencias), el que fue su hombre fuerte, Ricardo Salgado, no ha
desaprovechado la oportunidad de alzar su voz en contra de la adquisición de
Novo Banco por parte de Lone Star. «Es una desgracia», ha llegado a manifestar.
También los dos socios radicales del Partido Socialista en
el Palacio de Sao Bento, los comunistas de Jerónimo de Sousa y el Bloco de
Esquerda de Catarina Martins (admiradora de Pablo Iglesias), se muestran en
contra con absoluta rotundidad.
Si los términos de la recapitalización de Caixa Geral no se
cierran en buenas condiciones, la burbuja financiera aún puede estallar, aunque
António Costa haya puesto toda la carne en el asador para intentar evitarlo.
El Partido Social Demócrata de Passos Coelho, líder de la
oposición, aguarda con las garras afiladas e incluso pide la comparecencia del
actual primer ministro en el Parlamento para aclarar la operación de Novo
Banco, más allá de que él mismo se aviniese a explicarla el día que expiraba el
plazo de su cambio de manos. Un proceso, de acuerdo con el antiguo mandatario,
que no ha sido todo lo transparente que las circunstancias requerían, a su
juicio.
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