Por Miguel Carrión
El diario.es,
01/04/2017.
Ann Pettifor es conocida por su trabajo sobre la deuda
soberana de los países más pobres, y el crecimiento de la deuda en la OCDE.
Lideró la organización Jubilee 2000 que consiguió una condonación sustancial de
la deuda de los países más pobres y cambios en las políticas nacionales e
internacionales. Es autora de varios libros sobre economía política. La
entrevistamos en Madrid con motivo de la presentación de su último libro, La
producción del dinero: cómo acabar con el poder de los bancos (Ed. Los Libros
del Lince).
En la introducción
escribe que su objetivo es hacer el dinero y las finanzas accesibles, sobre
todo para mujeres y ecologistas. ¿Qué espera lograr a través de ellos?
Las mujeres se llevan la peor parte de las malas políticas
económicas, porque no son influyentes dentro del sistema monetario. Tiende a
ser un juego de hombres, y eso tiene que cambiar. Su ignorancia del
funcionamiento del sistema hace la situación más difícil para ellas. También
significa que no hay un reto efectivo al sistema.
Los ecologistas piensan en el ecosistema sin pensar en cómo
el sistema monetario alimenta el consumo, que a su vez alimenta las emisiones
tóxicas. La expansión masiva del consumo desde la década de 1970 ha tenido un
impacto sobre el ecosistema. Y no nos fijamos en algo que es causal, el dinero
fácil, pero caro. Entonces no entendemos que hemos pasado de un sistema
monetario bien regulado a uno donde cualquiera podía tener una tarjeta de
crédito e ir de compras.
¿Puede explicar el
dinero fácil y caro frente al dinero escaso y barato?
Lo tengo muy claro, en parte debido a mi experiencia con la
deuda soberana. Lo que sucedió a los países pobres fue que sus administraciones
impagaron su deuda. Los acreedores que se hicieron con la deuda, en el momento
del incumplimiento, acumularon nuevos intereses. Muchos deudores soberanos iban
al Club de París y descubrían que tenían “deudas fantasma” de las que no
sabían, debido a los tipos de interés.
El dinero fácil sencillamente se asigna sin regular, para
especular, sin preguntas. El dinero caro es el que tiene un precio alto.
Suscribo la opinión de John Maynard Keynes de que en promedio, históricamente,
las empresas en su conjunto tienen beneficios de alrededor de un 3% anual, y si
los tipos de interés son más altos la deuda se hace impagable. Es absolutamente
crítico que los tipos de interés se mantengan bajos.
Todo el mundo habla del entorno de tipos bajos de interés
desde la crisis. No creo que los hayamos tenido. Sí ha sido así para
instituciones financieras que pueden pedir prestado a bancos centrales. Las
empresas pagan tipos mucho más altos que el tipo bancario, que es casi
irrelevante para la economía real. Cuando la inflación ha sido efectivamente
negativa, los tipos de interés son altos en términos reales.
Me fascina que los tipos de interés de alguna manera se han
desconectado del negocio de prestar. En el mercado de derivados de tipos de
interés, el tipo se ha convertido en una cosa en sí misma, casi independiente.
Al comienzo de la crisis, en agosto de 2007, los bancos dejaron de prestarse
entre sí, pero todavía había especulación sobre el Libor.
¿Qué determina el
tipo de interés real?
Cada tipo de interés se determina individualmente en una
relación social entre el deudor y el acreedor. No existe tal cosa como un tipo
de interés natural. Hay un tipo del banco central determinado por un comité de
hombres y mujeres. Ciertamente no depende de la demanda o la oferta de dinero.
Como argumentaba Keynes, el tipo de interés se determina por la demanda de
activos, no por la demanda de ahorro. En este momento hay escasez de activos
contra los que pedir prestado, por lo que su precio ha aumentado. Los gobiernos
no han producido la suficiente deuda soberana, que es uno de los activos más
valiosos y fiables.
Esto va en contra de
la austeridad y la consolidación fiscal. ¿Qué piensa sobre la hacienda pública?
El crédito no es dinero-mercancía, es dinero bancario, a
menudo sólo digital. Se crea de la nada. Los prestatarios son fundamentales
para la oferta de dinero y ahorro en la economía. Como funciona el sistema es:
un prestatario solicita un crédito, se le concede en forma de depósito, que
puede utilizarse como ahorro. No se empieza con ahorro. Para tener más ahorro
en la economía necesitamos más deuda.
El prestatario más fiable es el gobierno. Y que el gobierno
no pida prestado, en un entorno en el que el sector privado a) está demasiado
endeudado para pedir prestado; y b) también carece de confianza para ello, ha
creado una escasez de deuda. Los fondos de pensiones la necesitan para sus
inversiones a largo plazo. Cuando el gobierno gasta, la cuestión no es la
acumulación de la deuda. La cuestión es que gasta en la economía real y
beneficia al sector privado. El gobierno genera los ingresos necesarios para
luego generar ahorros, y luego más inversión y más ingresos.
Describe la creación
del crédito bancario como algo político, y no una función de mercado.
Es una función social y muy politizada ahora. Hay control
político sobre ello, y los bancos a su vez controlan el sistema político. El
sistema bancario es un sistema de relaciones sociales entre los que tienen unos
derechos y los que tienen la obligación de satisfacer esas demandas. Este
sistema de activos y pasivos es el sistema monetario. Es un sistema de
relaciones sociales que una pequeña élite ha capturado. Que el sector
financiero se haya separado de la democracia reguladora y opere en la estratosfera
ha politizado todo el proceso, porque el público es consciente de
irregularidades, corrupción, y sobre todo de que muchos se enriquecen sin
esfuerzo extrayendo rentas. Y esto causa las insurgencias que hemos visto.
¿Qué solución
sugiere?
En primer lugar tiene que haber voluntad política de
subordinar los intereses del sector financiero a los de la sociedad. Las
empresas globales no puedan operar más allá de los límites de la democracia
reguladora. Las políticas se aplican dentro de unas fronteras, tienen ciertos
límites democráticos. El dinero detesta las fronteras. El sector financiero
tiene que repatriarse y operar dentro de los límites reglamentarios de las
democracias. Puede que sea demasiado tarde. Ya hay una insurgencia tan seria
contra las finanzas globalizadas que soy bastante pesimista.
La segunda cosa importante es que, como muchos otros, me
gustaría ver restaurada el equivalente de la ley Glass-Steagall (que en EEUU
separaba la banca de inversión de la banca comercial).
Pero me gustaría ver a los gobiernos utilizar su poder de
negociación. Estas grandes compañías globales quieren separarse de la
democracia reguladora, y sin embargo poder personarse en los tribunales de las
democracias para hacer cumplir contratos. Les podemos negar el acceso a los
tribunales financiados por los contribuyentes, en tanto no paguen impuestos.
Esto enlaza con los
tribunales de arbitraje inversor en tratados como CETA y TTIP.
Que están diseñados para estar fuera del control de la
democracia. Karl Polanyi argumentaba que, si los mercados deciden ir más allá
de los límites de la democracia reguladora, el pueblo se rebela casi al mismo
tiempo, debido a que este proceso los empobrece. En Estados Unidos [Anne] Case
y [Angus] Deaton muestran que amplios sectores de la clase obrera se suicida,
es drogadicta y se muere temprano. Se debe a la desesperanza provocada por la
determinación de estas fuerzas del mercado de desligarse de la democracia, y
luego castigar a la población. La gente no lo puede soportar y se revuelve
rápidamente. No me sorprende que votasen por Donald Trump.
¿Qué reforma
monetaria necesitamos?
Ya he tocado la repatriación del capital offshore. Estoy a
favor del control de capitales, porque los bancos centrales han perdido el
poder de regular los tipos de interés sobre todo en el espectro de préstamos.
La teoría de Keynes de la preferencia de liquidez muestra que la demanda de
activos en todo el espectro puede satisfacerla el gobierno emitiendo deuda a
varios plazos. Y cumple con diferentes motivos: el especulativo, el de ahorrar,
o el de recuperar el dinero rápidamente.
Me gustaría que los bancos centrales gestionasen activamente
los tipos de interés en todo el espectro de préstamos dentro de las economías
nacionales. Para eso no se puede permitir a los flujos de capital
transfronterizos subvertir la gestión de los tipos de interés dentro de la
economía nacional. Ése fue su gran idea, y ha sido firmemente enterrada por la
profesión económica. Pero es esencial para la reactivación de la economía y para
luchar contra el cambio climático, porque necesitaremos gran cantidad de
fondos. Tendremos que financiar una sorprendente transformación de toda la
economía para apartarla de los combustibles fósiles. Y esta financiación no
puede ser cara.
Para mí se trata de control de capitales, la preferencia de
liquidez, y herramientas macroprudenciales. Hélène Rey, una economista
distinguida y ortodoxa, ha discutido con los bancos centrales que deben
gestionarse los flujos de capital transfronterizos. Puede terminar siendo
asesora del señor Macron (candidato a la presidencia de Francia), así que
podemos ver algún progreso. No sólo se llega a esto desde una perspectiva
keynesiana. También los ortodoxos están empezando a darse cuenta de que la
movilidad del capital es increíblemente desestabilizadora y desencadena
insurgencias.
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