Por Víctor Romero
Diario Levante-EMV, 21/10/2013.
La crisis económica se ha llevado
por adelante a centenares de empresas por diversos motivos. El principal ha
sido el brutal desplome de la actividad, que ha dejado sin cartera de negocio a
muchas compañías, seguido del sobreendeudamiento de las promotoras
inmobiliarias, incapaces de afrontar sus vencimientos tras hundirse el mercado
inmobiliario. Sin embargo, muchas empresas con un funcionamiento óptimo, con
cartera de clientes y una cuenta de explotación saneada han sido víctimas del
proceso de saneamiento y reestructuración del sistema bancario. El Mercantil
Valenciano ha entrado en las tripas de uno de estos concurso, el que el pasado
mes de julio llevó a una firma industrial con cuarenta años de experiencia como
Aleaciones Estampadas a suspender pagos.
Con sede en Catarroja AESA es una
empresa familiar mediana que en la última década había logrado transformar su
negocio tradicional de forja de metales para fabricar picaportes y piezas
destinadas al mercado de la construcción en una producción diversificada hacia
sectores como automoción, material eléctrico, material médico, iluminación,
calefacción o válvulas, investigando en nuevos materiales como magnesio,
titanio, aluminios, latones especiales, bronces o aceros inoxidables. Con una
constante apuesta por la I+D+i puede presumir de haber situados sus piezas en
vehículos de Maclaren, BMW o Aston Martin. El 70 % de su producción tiene como
destino la exportación y sus clientes se concentran en Alemania, locomotora
industrial de Europa.
Con esta carta de presentación,
¿por qué el concurso de acreedores? «Perdimos un millón de euros que ya nos
habíamos gastado de una ayuda a la innovación del CDTI porque el Banco de
Valencia no nos concedió un aval», explica Rafael Belloch, consejero delegado
de Aleaciones Estampadas. Habituados a trabajar con el Banco de Valencia, la
empresa se vio afectada por el tránsito que llevó a la entidad centenaria a ser
intervenida por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, sufrir sus
proceso de saneamiento y pasar finalmente a manos de Caixabank. «No
encontrábamos a nadie con quien hablar», dice Belloch. El banco, como hizo con
muchos otros clientes, cortó el grifo del crédito a corto plazo, el circulante,
lo que agravó la situación de la empresa, incapaz de renovar sus pólizas.
Finalmente Aleaciones Estampadas, para evitar una hipotética ejecución de
bienes, optó por solicitar el concurso voluntario de acreedores, aceptado por
el juez.
El de AESA es un caso singular. Su concurso no ha conllevado ajuste de empleo ni una situación traumática en la empresa, ya que esta sigue funcionando con normalidad y mantiene una relación fluida con clientes y proveedores (aunque estos últimos deberán esperar a conocer el convenio elaborado por la administración concursal para saber cuándo y cómo cobrarán los pagos pendientes). «Cuando se aprueba el concurso se hace una foto de cómo está la empresa y se congela lo de detrás, pero hacia delante se funciona con normalidad. Ahora somos mucho más estrictos con los pagos porque una factura devuelta te puede llevar a liquidación», afirma el consejero delegado de la empresa. Belloch sostiene que como en toda suspensión de pagos entre clientes y proveedores surgen rumores que perjudican la imagen de la empresa. En su caso se ha llegado a afirmar incluso en ámbitos del sector que iba a cerrar. Pero Belloch afirma que no solo no tienen previsto echar la persiana, sino que cuentan con planes estratéticos de expansión y crecimiento, sobretodo en el mercado alemán. Su planteamiento cuenta con el respaldo del administrador concursal, Adolfo Núñez Astray, para quien la empresa cuenta con los elementos necesarios para proteger su continuidad.
Antonio Tormo, socio del despacho
ATF Abogados y Asesores Fiscales, experto en derecho concursal y que tiene a
Aleaciones Estampadas como cliente, asegura que tanto la administración como
las entidades financieras deberían colaborar con este tipo de empresas
industriales. «Componen el tejido productivo, son exportadoras y no tiene
sentido que encima se les ponga trabas», afirma. Actualmente, Aleaciones
Estampadas cuenta con una plantilla de algo más de medio centenar de
trabajadores. Rafael Belloch afirma: «Nunca hemos despedido a nadie, si ha
habido algún problema siempre hemos negociado la salida».
Negociación con una
ingeniería alemana
Uno de los primeros efectos que un concurso de acreedores tiene en la empresa es la repercusión sobre su propia imagen. Aleaciones Estampadas estaba en pleno proceso de negociación con una ingeniería alemana para darle entrada en su capital. La alianza, que significa trasladar el domicilio social de la empresa a Alemania y consolidarse en el mercado de las exportaciones de las manufacturas metálicas, ha quedado en suspenso. La ley alemana no contempla la continuidad de las empresas cuando estas suspenden pagos, de ahí que los futuros socios hayan tenido que entender que la situación concursal no tiene porqué significar un cierre. «El proyecto era perfecto porque significaba hacer productos con sello alemán pero con los costes de España. Ahora tenemos que esperar a que se levante el concurso para cerrar el acuerdo», dice Rafael Belloch, consejero delegado de AESA. Sus hipotéticos socios son además uno de sus principes prescriptores de productos para el mercado alemán. Belloch y su hermano José enseñan orgullosos las piezas que han fabricado para clientes proveedores de marcas como BMW, Mercedes, Aston Martin o Maclaren.
AESA nació en la década de los
años sesenta del siglo pasado como fabricante de piezas de latón para el sector
de la grifería. Experimentó un fuerte crecimiento en los años ochenta y noventa
y trató de anticiparse a la irrupción de los productos asiáticos con la entrada
del nuevo siglo. Tras invertir en maquinaria e I+D ha logrado abrirse un
pequeño hueco en el sector de los metales destinados al mercado del lujo. El
año pasado facturó más de 4,6 millones de euros.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario