Por Juan Torres López
Diario Público.es,
04/11/2013.
El nombramiento como presidente
de la Asociación Española de Banca (AEB), que es algo así como la gran patronal
bancaria, de José María Roldán, hasta el pasado 14 de septiembre Director
General de Regulación del Banco de España, muestra una vez más para quién
trabaja éste último.
No es la primera vez que un alto
cargo del Banco de España pasa sin solución de continuidad a prestar sus
servicios en la banca privada. El todavía presidente de la AEB fue
subgobernador y el afamado gobernador Luis Angel Rojo pasó enseguida a formar
parte del Consejo de Administración del Banco de Santander, por citar solo los
casos más relevantes.
Son trasvases que en teoría no
sería lógico que se produjeran pues se supone que las autoridades del Banco de
España son las encargadas de poner en su sitio a los bancos privados, de
controlarlos y limitar su poder y, por tanto, quienes en principio deberían
estar en la otra orilla de los intereses de la banca privada, es decir,
más bien enfrentada a ella.
Pero no es así. El reciente
nombramiento es una prueba más de que los bancos centrales actuales son una
pieza más de las que utiliza el poder bancario para defender sus intereses e
imponer sus preferencias sobre el resto de la sociedad.
El recién nombrado presidente de
la Asociación Española de la Banca fue uno de los más estrechos colaboradores
del ex gobernador Jaime Caruana, la mano derecha en el Banco de España, un
cómplice directo y material de los grandes bancos y empresas que provocaron la
crisis en España. Durante su mandato, el Banco de España permitió que nuestras
entidades financieras multiplicaran irresponsablemente el crédito asumiendo
riesgos muy por encima de lo deseable y que disimularan sus efectos en balances
distorsionando el mercado que tanto defiende en sus escritos, dejó crecer la
burbuja inmobiliaria permitiendo que las tasadoras de los bancos subieran
artificialmente el precio de las viviendas para así aumentar el volúmen del
crédito, y no hizo nada para evitar que las entidades financieras engañaran a
docenas de miles de clientes con contratos leoninos y tramposos que han costado
miles de millones de euros a las familias y las pequeñas y medianas empresas
españolas. Y bajo el mandato de Caruana y su colaborador ahora nombrado
presidente de la AEB se permitió igualmente que la gestión bancaria en España
fuese de las más caras de Europa, la más opaca, la más asimétrica y la más
onerosa para los clientes. Un buen curriculum para pasar ahora a ser presidente
de la patronal bancaria.
Tanto fue así, que hasta los
propios inspectores del Banco de España escribieron una carta en mayo de 2006
al entonces Ministro de Economía y Hacienda en la que denunciaban la
“complaciente lectura sobre la situación económica española que hace en sus
última declaraciones el actual Gobernador, el señor don Jaime Caruana” (como
digo, el protector del nuevo presidente de la AEB), su “falta de voluntad para
adoptar las medidas necesarias para hacer posible la reconducción de la
delicada situación actual”, así como la “pasiva actitud adoptada por los
órganos rectores del Banco de España —con su Gobernador a la cabeza— ante el
insostenible crecimiento del crédito bancario en España durante los años del
mandato del señor Caruana” (la carta entera puede leerse aquí).
No se podía decir de una forma
más clara y rotunda que éste último y su equipo de colaboradores en la
dirección del Banco de España trabajaron simplemente para permitir que el
negocio de la banca privada (dar crédito) creciera sin parar de la manera que
fuese, haciendo la vista gorda ante los problemas que ello iba generando.
En cualquier país democrático
solo esas denuncias hubieran bastado para que se abriese una investigación y se
depurasen responsabilidades que con seguridad habrían llevado a la cárcel a
quienes con esas conductas permitieron y coadyuvaron a que la economía española
se hundiera solo para que bancos y grandes promotores hicieran el negocio del
siglo. En España, y eso lo dice todo sobre el alcance real de nuestra
democracia, el entonces gobernador fue promocionado al Fondo Monetario
Internacional y uno de sus más directos colaboradores, después de ejercer nada
más y nada menos que de responsable de regulación del banco central, es aupado
ahora a la presidencia de la patronal de la banca privada.
Es lógico que la ésta última
trate de tener a su servicio al Banco de España, como tiene también a los
medios de comunicación y a una gran parte de la clase política a base de
financiación privilegiada, pero lo que no se puede admitir es que eso se dé por
bueno sin ningún tipo de resistencia.
El actual régimen de los bancos
centrales es uno de los grandes factores de riesgo y perturbación que más
afecta a las economías. Nunca han tenido más poder y autonomía y nunca ha
habido más crisis financieras ni mayor inestabilidad bancaria. Y si eso es así
no es solo porque en su seno se actúe con una ceguera ideológica sin par que
les impide ver la realidad, como demuestran sus constantes fallos de previsión
y que el tiempo siempre termine por confirmar que las medidas que proponen son
erradas. El problema, además de eso, y como demuestran documentos como el
mencionado de los inspectores, es la connivencia entre sus directivos y los
intereses de la banca privada, una auténtica asociación de malhechores que
debería ser perseguida urgentemente y castigada de una manera ejemplar si de
verdad queremos salir de donde estamos y que no se vuelvan a dar problemas como
los que vivimos.
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