Por Vicente Clavero
Diario Público.es,
08/11/2013.
El tiempo está dando la razón a
quienes barrutaban que el arbitraje de las preferentes y de otros productos de
altísimo riesgo, como la deuda subordinada, no iba a ser un camino de rosas. El
proceso se desarrolla con una lentitud mayor de la anunciada y —lo que es peor
si cabe— buena parte de los damnificados se están quedando fuera, sin otra
alternativa que acudir a los tribunales.
Las cifras recogidas anteayer por
este periódico son apabullantes: hay 30.000 titulares de preferentes de Bankia
y 44.000 de Novagalicia que no han pasado el filtro previo al arbitraje. Y a
ellos se tendrán que sumar, más bien pronto que tarde, los que no reúnan las
condiciones exigidas en el caso de la tercera entidad nacionalizada, Catalunya
Banc, sobre la que no existen datos recientes.
Teniendo en cuenta que en Bankia
quedan casi 30.000 solicitudes por resolver, el potencial de demandas ronda las
cien mil, lo supone todo un reto para la justicia española, ya de por sí
bastante colapsada. En consecuencia, quienes opten por esa vía no sólo tendrán
que hacer acopio de dinero, sino también de paciencia, porque la solución
definitiva tardará en llegar.
Lo único positivo es que los
tribunales están fallando abrumadoramente a favor de los clientes: de las 625
sentencias dictadas hasta el pasado mes de julio, son favorables a ellos nada
menos que 596. Lo que corrobora la sensación de que las preferentes fueron
comercializadas con un desprecio absoluto a las buenas prácticas, cuando no con
procedimientos que entraban de lleno en el engaño.
Por ello resulta cada vez más
inconcebible que ninguna persona física haya tenido que responder todavía por
este masivo fraude, que ha comprometido los ahorros de más de medio millón de
familias en las tres entidades nacionalizadas. Y no me refieron sólo a los
altos ejecutivos que lo planificaron y a los reguladores que lo consintieron,
sino también a los directivos que desde las oficinas se convirtieron en
cooperadores necesarios.
Lo que no puede ser es que, en el
mejor de los casos, se devuelva el dinero defraudado y aquí paz y después
gloria. Si hubo alguna infracción penal —y es muy probable que la hubiera—,
debe caer sobre los culpables todo el peso de la ley; desde el primero hasta el
último; caiga quien caiga. Porque si no es muy posible que esta lamentable
historia se repita.
Disponible en:
<http://blogs.publico.es/aqui-no-se-fia/2013/11/08/que-paguen-por-las-preferentes-caiga-quien-caiga/>
No hay comentarios:
Publicar un comentario