Por Alejandro Inurrieta
Vozpópuli, 05/10/2014.
El enésimo escándalo alrededor de
Bankia vuelve a poner en discusión el carácter de banca pública de aquella
institución, lo que desacredita a quienes sostenemos que dichas Cajas no
responden al concepto de banca pública que merece tal acepción.
Bankia en ningún caso
responde a un modelo real de banca pública
Un banco público como tal debe
buscar, ante todo, el bien común, son propiedad del Estado, Comunidad o
Municipio al que pertenecen. Son entidades que son viables económicamente, y
que operan bajo reglas transparentes clásicas. Por supuesto estas entidades no
están dirigidas por políticos, ni gestores ajenos al negocio bancario,
sino por profesionales del sector, de titularidad pública, sin una estructura
de incentivos sobre operaciones especulativas o de riesgo elevado o sobre
volumen de crédito. Estas instituciones machean operaciones de activo y pasivo
a largo plazo, y su función objetivo es llegar a financiar a aquellos agentes
económicos y sociales que no son financiados por el sector privado.
La banca pública no está
gestionada por personas sin experiencia en el sector, ni por políticos
Con todo esto existen muchos
errores de concepto que parten de premisas que son falsas, o no contrastadas.
Por ejemplo, que la banca pública es más arriesgada que la banca privada. Esto
es falso porque la banca pública real no invierte en activos tóxicos, como lo
hace la banca privada. El problema es cómo se reparten los dividendos. Otro
elemento de discusión es si la banca pública compite deslealmente con la banca
privada. De nuevo aquí la experiencia no está contrastada. En EEUU hay ejemplos
de banca pública real, como es el caso de Dakota del Norte, donde la banca
pública local tiene programas de partneship con la banca privada y apoya al
sector privado local, financiando proyectos de inversión pioneros, apoya a los
nuevos emprendedores o ayuda a formarse a muchos ciudadanos.
Hay ejemplos de banca
pública modélica como el caso de Dakota del Norte
La situación actual del crédito
en España muestra como hay un gran vacío en materia de financiación cuando el
sector privado está en serias dificultades y por tanto se echa de menos la
existencia de una verdadera banca pública que pudiese cubrir los nichos de
financiación que podrían evitar la quiebra de muchos agentes. Esta ruptura del
canal del crédito, básicamente por un problema de solvencia que no de liquidez,
demuestra que hay fallos de mercado y externalidades que la inexistencia de
otra forma de banca o sistema de financiación podría solucionar.
Con estos elementos produce
cierta hilaridad que se haya considerado a las Cajas de Ahorro un modelo de
banca pública como el que se ha descrito o sobre el que hay mucha literatura
escrita. Estas entidades tenían exactamente la misma función objetivo que la
banca privada, las mismas condiciones de financiación y competían en captar a
los mismos clientes, fundamentalmente la financiación de compra de vivienda,
despreciando la financiación de sectores que no podían captar financiación por
parte del sector privado. Competían con las entidades supuestamente privadas en
la captación de financiación mayorista e invertían en activos tóxicos,
especulativos y atesoraban una morosidad, fruto de su mala selección
crediticia. A esto hay que añadir que estaban gestionadas por verdaderos
ineptos, salvo excepciones muy honrosas, que en nada respondían a lo que debía
ser un gestor público. Carecían de formación y experiencia en la gestión y su
única misión era expoliar las entidades y financiar proyectos inútiles,
beneficiando a grupos de constructores o financiaban sus propias instituciones,
como partidos políticos, sindicatos u organizaciones empresariales.
La historia de las Cajas
de Ahorro, salvo excepciones, ha sido un modelo de rapiña y apropiación de
rentas
En esencia la banca privada se
financia en los mercados financieros y tiene que crear valor para el accionista
privado a corto plazo, mientras que la banca pública podría ayudar a reducir la
carga impositiva porque sus beneficios son reinvertidos en la colectividad.
Así, las obras públicas financiadas por la banca pública pueden ver reducidos
sus costes, porque no existe carga de intereses, lo que reduciría el coste final
en casi un 50%. Un ejemplo de banca pública real se puede encontrar en Dakota
del Norte. La banca pública surge en 1919 y este Estado es el único con
superávit público, desempleo bajo, mejor rating que el resto y se especializa
en financiar proyectos de muchos tipos que benefician a la colectividad,
especialmente el educativo.
Todo esto contrasta con el
espectáculo y la rapiña que ha asolado Bankia desde que un grupo de
sindicalistas, políticos de la supuesta izquierda en Madrid y el PP se aliaron
para descabalgar a un gran gestor como Jaime Terceiro. Aquí empezó la campaña
de acoso y derribo a la institución y vino la época más negra que empezó con
Blesa y acabó con Rato. La connivencia entre los dos grandes partidos en Madrid
ha sido siempre fructífera y se basaba en comprar favores políticos a
cambio de grandes sumas de dinero que se embolsaban personas que con dificultad
podrían leer y escribir que llegaron a ser incluso vicepresidentes de la
antigua Caja Madrid. Eran gloriosas las sesiones en el Comité Regional del PSM
cuando algunos criticábamos duramente la gestión en Caja Madrid y la ausencia
de cualquier objetivo de ser una verdadera banca pública. La defensa a ultranza
de Blesa por algunos dirigentes del PSM ante el Presidente Zapatero dan muestra
de hasta qué punto está podrida la política en Madrid, algo que también ha
ocurrido en otras latitudes con sus Cajas homónimas. Estos incentivos
perversos, básicamente para comprar voluntades políticas, han servido para
estafar a muchos preferentistas o tantos avales cruzados que se otorgaron en
Madrid a muchos inmigrantes que perdieron su casa, sin que esta casta hiciese
absolutamente nada.
Ahora Bankia ha sido
nacionalizada con dinero público y mantiene la misma función objetivo: sigue
financiando a sectores no siempre productivos en igualdad de condiciones que la
banca privada, invirtiendo en activos especulativos, y sin ninguna mejora
comparativa para el bien común.
Bankia fue tomada al
asalto tras la destitución de Terceiro, un buen gestor
La sociedad es verdad que ha
mirado para otro lado y que sigue votando y militando en organizaciones
políticas, sindicales y empresariales que avergüenzan solo a quien tiene
vergüenza, pero tal vez el asunto de las tarjetas fantasmas sirva para purgar estas
organizaciones que ya no responden al bien común. Como dice la letra de la
Internacional: “Agrupemonos todos en la lucha final” y
desterremos de una vez por todas a esta lacra que nos ha estado estafando
durante tantos años. Queda margen para la regeneración y para el
establecimiento de una verdadera banca pública.
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