Por Vicente Clavero
Público.es, 10/10/2014.
¡Vaya milonga que nos contaron
con la reestructuración del sistema financiero! Decían que había que rescatarlo
al precio que fuera para preservar los ahorros de los españoles y desbloquear
el crédito. Pero, seis años y decenas de miles de millones después, ninguno de
los dos objetivos se ha alcanzado. Todavía hay antiguos titulares de
participaciones preferentes que siguen sin recuperar el dinero que les
incitaron a invertir con engaños. Y el saldo vivo de los préstamos concedidos
por la gran banca continúa bajando.
A algunos ahorradores estafados
ya ha empezado a devolverles la justicia lo que les quitaron. Sin embargo, la
pertinaz falta de crédito no se sabe cuándo terminará y las perspectivas,
además, no son demasiado halagüeñas. El Fondo Monetario Internacional ha
advertido esta misma semana de que la mayor parte de la banca europea está
todavía “demasiado débil” para operar con normalidad. Es decir, que los casi
600.000 millones procedentes del erario público que se le ha inyectado durante
la crisis no han surtido el efecto deseado.
En España no hace falta que venga
el Fondo Monetario Internacional para decirnos lo que pasa, porque las empresas
y las familias saben por propia experiencia que la ventanilla de los bancos
sigue cerrada. Público.es proporcionaba recientemente una cifra muy reveladora:
las principales entidades financieras del país tienen prestados ahora a sus
clientes 44.000 millones de euros menos que hace un año. Y a ese retroceso
contribuyen por igual un grupo tan saneado como el Santander y otro que acaba
de salir de la UVI como Bankia.
Según el Fondo Monetario
Internacional, después de los sucesivos rescates, la banca europea es más
segura, pero carece de músculo financiero suficiente para apoyar la
reactivación. Vamos, que los contribuyentes hemos hecho un pan como unas
hostias. Gracias al presuroso esfuerzo que los gobiernos nos han obligado a
hacer, los propietarios, directivos e impositores de las entidades financieras
ya pueden dormir más tranquilos. En cambio, para arrimar el hombro y que mejore
el bienestar de todos, dicen necesitar más tiempo.
Probablemente nunca se haya visto
una inversión más forzada y más ruinosa. Entre pitos y flautas, el Estado
español ha comprometido durante estos años más de 200.000 millones para evitar
–según nos aseguraron– que el sistema colapsara. De esos 200.000 millones, unos
26.000 no se van a recuperar nunca, según los cálculos realizados por la
Comisión Europea. Aunque seguramente acabarán siendo muchos más, porque esto no
ha terminado. Salimos, como mínimo, pues, a 590 euros por cabeza. ¿Qué quiere la
banca? ¿Todavía más?
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