Por Ada Colau
El diario.es, 07/04/2015.
Ser candidata a la alcaldía por
Barcelona En Comú es sin ninguna duda un honor. Es un privilegio ser la cara
más visible de un proceso colectivo ilusionante que está movilizando a miles de
personas, con esfuerzo, compromiso y grandes dosis de generosidad. Por eso
mismo, es también una gran responsabilidad: cada gesto, cada palabra, ya no son
sólo mías, sino que pueden comprometer a todo un colectivo, a un proyecto que
hoy es esperanza para muchos.
De ahí que, en cuanto se
formalizó la candidatura, me decidí a publicar esta web, mis cuentas y mi
agenda. Pero no es suficiente. Estar en primera línea de unas municipales donde
se juega un cambio de ciclo político, y con unas encuestas que nos sitúan como
alternativa al actual gobierno de CiU, hace que empiecen a pasar cosas que
hasta ahora las personas que no venimos de la política profesional no habíamos
vivido. Y surgen algunos dilemas que me gustaría compartir, como es por ejemplo
aceptar o no determinadas invitaciones.
La primera vez fue en diciembre pasado. Una conocida periodista me envió un
whatsapp donde me decía: “Te llamaré para una cosa que no es de la radio y que
creo que puede ir bien”. La llamé, y me comentó que a un conocido suyo,
directivo de un banco, le gustaría comer informalmente conmigo, para charlar.
Le dije que yo encantada de hablar con (casi) todo el mundo, pero que prefería
evitar las situaciones de informalidad con determinados sectores, y que mejor
si nos reuníamos formalmente. No me volvió a contactar más.
Hace pocas semanas volvió a
pasar. A través de otro conocido periodista, me llegó el siguiente mensaje:
“Quisiera invitarte a cenar en casa con unos amigos del mundo de la empresa que
te quieren conocer y creo que te interesarán (no es para publicar)”. Hablé con
él por teléfono y me confirmó que se trataba de directivos vinculados al mundo
financiero. Le comenté mis dudas ante este tipo de reuniones informales, y
acordamos que lo pensaría y le diría algo.
No voy a revelar los nombres de
los periodistas porque creo que es innecesario para comentar el tema de fondo,
y porque no tengo ningún motivo para pensar que actuaran de mala fe. Es más,
agradezco su confianza al contactarme. Tampoco hay nada malo en aprovechar las
comidas y las cenas para conocer gente, sobre todo con las agendas tan cargadas
que tenemos. Y sin embargo... sin embargo algo me dice que tras las anécdotas,
sin mayor importancia, se esconden prácticas habituales que tienen bastante que
ver con vicios de nuestra imperfecta democracia. Para entendernos: una entidad
social sin ánimo de lucro no suele invitarte a comer o cenar. Te pide
directamente una reunión y te expone claramente sus demandas, incluso es
probable que lo haga público en su web o a través de un comunicado de prensa.
En cambio, hay sectores económicos muy poderosos a los que no solemos ver
pronunciarse públicamente, pero nos consta que tienen un acceso fácil y regular
al poder político. Probablemente con abundantes comidas y cenas. Incluso con
vacaciones compartidas. Sólo que no tenemos acceso a información sobre esos
encuentros.
Está claro que hay costumbres,
formas de hacer habituales, inercias. Las dos invitaciones del mundo financiero
me han llegado del mismo modo. Otro sector poderoso, el lobby hotelero, también
me invitó recientemente a comer. Esta vez la invitación llegó de manera más
formal, por teléfono y mail, cosa que nos permitió responder como organización:
aceptamos reunirnos, pero solicitamos que sea sólo una reunión, sin comida.
Aceptaron, y el encuentro tendrá lugar el próximo miércoles a las 13h, tal y
como podéis ver en mi agenda.
Nos presentamos a las elecciones
dispuestos a gobernar y, por supuesto, eso incluye hablar con todo el mundo. Es
normal y pertinente que hablemos con todos los actores y poderes existentes.
Pero que sea en igualdad de condiciones en la forma de acceder a nosotros y en
el trato recibido. ¿Eso excluye comer o cenar? No necesariamente, siempre que
se haga público, se pueda explicar lo que se ha hablado y mientras cada uno se
pague lo suyo. Cuando decimos que se puede hacer política de otra manera, nos
referimos a cosas concretas como ésta. Publicar las agendas de los cargos
electos (o aspirantes) es más importante de lo que pudiera parecer. Ante las
dudas, la transparencia será siempre nuestra mejor herramienta colectiva para
garantizar una honestidad real, y no sólo de palabra.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario