Por Iñigo de Barrón
El País, 03/05/2015.
“La supervisión del Banco Central
Europeo (BCE) supone un cambio radical sobre la que existía hasta
ahora”. Así de contundente se expresaba la semana pasada el consejero delegado
de una de las principales entidades después de la presentación de resultados
del primer trimestre. Y los hechos lo corroboran: el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) del BCE, el nuevo policía
bancario europeo, se sentará en los consejos de administración de las entidades
españolas —y las del resto de Europa— para conocer de primera mano si funcionan
correctamente, si los miembros tienen la formación adecuada y si controlan el
riesgo que asumen.
En el BCE está convencido de que
los problemas que han causado la mayor crisis bancaria arrancan en fallos en el
gobierno corporativo de las entidades. Se vendieron productos cuyos riesgos no
entendieron los consejeros y no controlaron el excesivo endeudamiento de la
banca. La mayor parte de las cajas de ahorros son un claro ejemplo de esta situación,
pero también ha habido bancos europeos, como Royal Bank of Scotland, que han
sufrido por el deficiente gobierno corporativo. El supervisor no quiere dejar
todo en manos de la regulación y ha pasado al control sobre el terreno. El BCE
sigue los pasos de la autoridad supervisora británica que ya ha entrado en los
consejos.
El Mecanismo Único de
Supervisión, presidido por la francesa Danièle Nouy, ha tenido que pedir
permiso a las entidades para entrar en los consejos porque legalmente no tiene
derecho a llegar al sancta santórum del poder de los bancos. La ley regula con
precisión quien puede sentarse en un consejo, y necesita la aprobación de la
junta de accionistas.
El plan inicial, por lo que saben
los bancos españoles, es que un representante del MUS asista a los consejos,
según un programa establecido. En algún caso, el supervisor europeo acudirá al
próximo consejo de mayo.
Está previsto que escuche los
debates del consejo y, después, realice comentarios sobre los aspectos
positivos y negativos del funcionamiento del órgano. El supervisor analizará el
funcionamiento de las diferentes comisiones, quienes las forman, qué
cualificación tienen, y cómo se ejerce el control sobre el presidente y los
principales ejecutivos.
Según una de las entidades
consultadas, el supervisor europeo quiere saber si realmente se discuten los
temas en el consejo y, si se hace, por qué en muchas ocasiones, no se reflejan
en las actas. En algunas entidades es habitual que figuren los temas aprobados
y las propuestas realizadas, pero son minoría en los que se detallan los
debates y, sobre todo, si las confrontaciones son relevantes contra la opinión
del presidente o consejero delegado.
Hasta ahora, ningún supervisor de
la zona euro había dado este paso. Pero todos los bancos españoles han accedido
a los deseos del MUS, según diferentes fuentes consultadas. Sin embargo, eso no
significa que todos lo hayan visto con agrado. “No te puedes negar a una
petición de este tipo; un supervisor es un supervisor... pero ha habido debates
legales sobre esta decisión porque entre las funciones del MUS no está el
control del consejo. Pero da igual”, admite resignado un directivo de una
entidad, que pide el anonimato.
Otros recuerdan que el Banco de
España nunca lo hizo. Incluso algunas fuentes apuntan que algunos directores
del organismo dirigido por Luis Linde no ven con buenos ojos el paso que va a
dar el BCE. “Estar sentado en el consejo de administración de un banco acarrea
unas responsabilidades y el supervisor podría verse implicado si está presente
cuando se decida algo que después resulte conflictivo”, señalan ejecutivos
consultados. Para otros, este argumento no tiene relevancia porque, primero, el
supervisor no tendrá voto y, segundo, de las reuniones del consejo a las que asista
no saldrán decisiones de calado. Fuentes del Banco de España y del BCE
declinaron realizar comentarios sobre estas cuestiones.
Desde noviembre pasado, cuando el
BCE tomó las riendas de la supervisión, ha transmitido que la gestión de las
entidades es muy compleja y exige una alta formación para cuestionar a los
ejecutivos y al presidente. Esta posición podría cuestionar el papel de los
consejeros independientes. Ahora se valora más su preparación técnica que el
hecho de que sean independientes. Este asunto ha sido muy debatido en la
crisis: ¿Si un independiente no tiene la formación adecuada puede ejercer su
labor como contrapoder?
Además del control, el organismo
dirigido por Danièle Nouy recomienda la gestión a largo plazo de las entidades.
Pero algunos banqueros están más pendientes de la cotización y de la opinión
diaria de los analistas. El BCE ha venido a cambiarlo todo, como decía el
consejero delegado español. Y parece que se lo está tomando en serio.
Los banqueros españoles no han
puesto especial resistencia a la entrada del BCE en sus consejos de
administración. Sin embargo, otras entidades financieras de Alemania, Francia o
Italia si han mostrado más reticencias al paso dado por el organismo dirigido
por Danièle Nouy, según fuentes consultadas.
Los todopoderosos bancos alemanes
y franceses están acostumbrados a la relación con sus supervisores nacionales,
pero esta decisión les parece intrusista. En el caso algunos bancos italianos,
el problema es más profundo, ya que están señalados como las entidades mayores
problemas de Europa.
Pero el supervisor europeo va más allá del control de los consejos de administración.
También quiere que los consejeros
sean responsables de las consecuencias de las políticas comerciales. Según
directivos del sector, ha pedido que el consejo analice las estrategias en la
colocación de productos y sus posibles consecuencias si la entidad acaba con
problemas y tiene que ser rescatada por los mecanismos europeos. Se trata de
transmitir a los consejeros la responsabilidad sobre una cuestión clave que
antes solo tenían los directivos, pero tampoco ellos han respondido por sus
errores en esta crisis.
(Nota de Carlos Javier Bugallo: Que el BCE nombre un comisionado
para sentarse en los Consejos de Administración de los bancos, y poder así “...conocer de primera mano si funcionan
correctamente, si los miembros tienen la formación adecuada y si controlan el
riesgo que asumen”, es una impugnación en toda regla al sistema capitalista de
libre empresa, y un indicador de la enorme relevancia para la estabilidad y el
desarrollo del capitalismo que tiene el sistema financiero. En
el momento presente la banca no puede ofrecer resistencia alguna a este tipo de
ingerencias, por necesitar como agua de mayo la liquidez de urgencia ofrecida
por el BCE; pero en el futuro, si las cosas mejoran, lo hará.)
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