Por Ernesto Ruíz Ureta
Nueva Tribuna.es, 15/04/2015.
A estas alturas del partido
los españoles son ya conscientes, y así lo manifiestan, de que los mayores
responsables de la crisis que todavía padecemos son los bancos. Sin embargo, no
solamente hemos tenido que tapar sus agujeros (horadados con sus malas artes)
con miles de millones de euros, sino que han dispuesto de créditos baratos
surtidos por el Banco Central Europeo (BCE), créditos que hacían fáciles sus
negocios y les quitaban las penas. Además se les ha dado pie para realizar una
reestructuración que teniendo como objetivo el saneamiento de sus balances, ha
dejado en la cuneta a más de 60.000 trabajadores. Esto supone que mientras la
ciudadanía que ha soportado sus manejos se ha empobrecido no sólo directamente,
sino también a través de los recortes del Estado en prestaciones esenciales,
las entidades bancarias han logrado sobrevivir y en el año 2014 ya obtuvieron
unos beneficios de 13.746 millones de euros, si bien es verdad, todo hay que
decirlo, que han pagado al fisco 1.742 millones, que representa un triste 12,6
% de sus beneficios.
Así que el año 2014 ya ha sido un
buen año para los bancos y, sin embargo, sigue siendo doloroso para la gran
mayoría de los ciudadanos. Pero, hay algo que nos debemos mirar atentamente,
porque cuando pierden los bancos todos somos solidarios, si bien por
imposición, pero cuando pierden los ciudadanos, éstos tienen que seguir
aportando, a pesar de sus necesidades, su granito de arena a la solidaridad
nacional. ¡Esto es tener poder! A la triste aportación del 12,6 % de los
bancos, hay que oponer el hecho de que la carga fiscal que se ha soportado en
el 2014 por las empresas y familias ha llegado a ser la más alta de la serie
histórica de la Agencia
Tributaria, que arranca en 1995. La estadística, actualizada hace un
par de semanas, eleva el techo del tipo medio en los principales impuestos
(IRPF, IVA, sociedades y especiales) al 15,2% de sus bases imponibles. La explicación
está en las notables subidas aplicadas a los principales impuestos, de modo que
incluso con muchos menos empleos y muchas menos empresas que al principio de la
crisis, el Estado ingresó 175.000 millones de euros, solo por detrás de la
recaudación de 2006 (179.000 millones) y 2007 (200.000 millones). Todo un éxito
del Gobierno.
La crisis de los bancos se ha
reducido exclusivamente en nuestro país a los años 2011 y 2012, en esos dos
años los bancos llegaron a perder 88.423 millones de euros, pero claro el
Estado, liberal él, les ayudó con 88.138 millones de euros. Una
cantidad que habría permitido financiar los recortes en la sanidad, la
educación, la dependencia, la investigación... En esos años, claro, las
pérdidas no les dejaron contribuir a la Hacienda Pública, es razonable, aunque
es verdad, también, que cuando una persona que se ha quedado en paro y con
pocos ingresos no puede pagar su hipoteca si se le obliga a pagar y además se
le desahucia para que quede clara su pobreza, necesidad e incompetencia. Los
bancos, no obstante, a pesar de haber sido incompetentes para cumplir su
función, han hecho patente su poder. Así en estos años de crisis han amarrado
bien nuestro dinero, si nuestro, aunque sea más de unos que de otros. Ya que
todos sabemos que los bancos hacen negocio con dinero de otros, pero eso sí nos
cobran comisiones por los trámites que ya hacemos nosotros mismos, nos cobran
por sus especulaciones financieras y, desde luego, sólo reparten los
beneficios a sus accionistas, eso sí a unos más que a otros.
El caso de Grecia nos alumbra un
nuevo matiz sobre su importante gestión. La ayuda prestada por los Estados de
la Unión Europea sólo ha servido para cambiar los acreedores que antes eran los
bancos, es decir sus accionistas y ahora son los Estados, es decir sus
contribuyentes. Así los bancos siempre salen ganando y dominan la política
internacional actuando como un fuerte lobby de los distintos gobiernos. Muy
poca de la ayuda prestada a Grecia, “apenas el 5% ha ido a financiar las
necesidades de los griegos. De los 227.000 millones de ayuda, 50.000 se han ido
a pagar intereses y 144.000 a reembolsar la deuda que llegaba a vencimiento.
Grecia ha cogido con una mano la ayuda, en forma de créditos de la troika y la
ha usado para amortizar los créditos que le habían concedido (imprudentemente)
los bancos, que se han ido de rositas. Grecia sigue debiendo lo mismo, pero a
acreedores diferentes. De manera que, más que salvar a Grecia, hemos salvado a
sus bancos acreedores (1). En fin parece cierto el dicho de que la deuda es
igual al amor cuanto más das más tienes y por ello la deuda termina siendo un
filón muy apetitoso para los bancos que consiguen cobrarla y multiplicarla.
Pero eso sí, en un momento de
atarse el cinturón ya que estamos zarandeados por una dura crisis que lleva con
nosotros más de 7 años. Mientras el salario mínimo mensual es de 648,6 € y la
realidad nos muestra que hay quien trabaja por menos de 3 € por hora; mientras
hay, según la EPA al 31-12-2014, 5.457.700 personas que queriendo trabajar no
encuentran trabajo de los cuales 2.754.100 llevan más de una año parados;
mientras el 49 % de los desempleados están en situación de riesgo de pobreza y
la exclusión social alcanza al 11 % de los ciudadanos; la corrupción campa por
sus fueros, los que más tienen escamotean sus obligaciones con la Hacienda
y nuestros amados consejeros de entidades bancarias alcanzan unas
retribuciones medias nada modestas: los siete grandes bancos españoles cuentan
con los consejeros mejor pagados de todo el IBEX 35, según se desprende de un
informe oficial sobre retribuciones efectuado por la CNMV, el sueldo medio de
los banqueros asciende a 657.000 euros frente a los 494.000 euros del resto de
consejeros.
Están diáfanos los motivos por
los que mi ética no me permitiría ser consejero de un banco. Tan fuerte es su
poder que Eduardo Galeano llegó a decir, si la naturaleza fuera un banco ya
la habrían salvado (2). Pero el poder sólo es útil cuando se aplica
en beneficio de la comunidad y no cuando es destructivo. No creo que podamos
sobrevivir en un mundo basado en un feroz individualismo que se no muestre
sentimientos de solidaridad ante la indigencia, la exclusión social y un
aumento extraordinario de la desigualdad. Los bancos, personificados en sus
consejeros no han dado muestras de la menor solidaridad ni agradecimiento ante
los favores que les han hecho los ciudadanos. Hay quién ya hace tiempo intuía
todo esto. Bertolt Brecht adivinó el riesgo que corríamos y nos aleccionaba con
una de sus frases célebres que sirve para concluir: robar un banco es un
delito pero más delito es fundarlo.
Notas:
(1) Actualidad Económica núm. 24. Abril 2015, pág. 45
(2) Homenaje a Eduardo Galeano en el día de su muerte 13-4-2015.
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