Nueva Tribuna, 07/10/2015 (Extracto).
El periodista Joxerra Senar Elso, autor
del libro de investigación sobre Caja Navarra: 'CAN y aquí no ha
pasado nada' , subraya en esta entrevista que al Estado no le
interesa investigar a fondo lo sucedido, "como si conllevara la
apertura de una caja de Pandora".
Has escrito CAN
y aquí no ha pasado nada, que “es un gran reportaje” y una larga crónica
sobre todo lo que pasó alrededor de Caja Navarra… ¿cómo empezó todo?
Yo había
seguido muy de cerca el proceso de integración de Caja Navarra y otras tres
cajas que duró cerca de dos años y que acabó con la absorción por parte de
Caixabank en marzo de 2012. Aquello me pareció un escándalo, porque el banco
catalán consiguió comprar la CAN por un precio irrisorio. Sin embargo, pasaron
los meses y nadie dio explicaciones. No pasó nada. Absorbido por mi quehacer
diario, yo tampoco hice nada. Tuvo que ser una agrupación de ciudadanos,
Kontuz, quien empezó a agitar el árbol y presentó una denuncia. Era enero de
2013 cuando el sindicato ELA me propuso escribir sobre qué había pasado con
Caja Navarra. Se juntaron el hambre con las ganas de comer, y esa propuesta me
supuso un acicate para investigar. En principio, no iba a ser largo, pero al
final ha terminado siendo un libro extenso de 286 páginas.
¿Cuándo la
crónica se fue convirtiendo en un libro?
En el
camino. Empecé con mucha fuerza y necesité cuatro meses para recopilar
información y escribir cerca de cien páginas. Entonces me di cuenta lo duro que
iba a ser, porque todavía había mucho que contar, mucha información que
analizar. Seguramente fue entonces.
Aquí la
investigación, el tener buenos contactos es fundamental… Cuéntanos.
Pues lo más
importante ha sido el acceso a cierta información que no era pública. Esa
información era relevante para rellenar las muchas lagunas que tienen la
versión oficial y la documentación publicada. Algunas fuentes me han ayudado a
ir más allá de las cifras, y contar aspectos que ayudan a entender el
funcionamiento de la caja desde la llegada del director Enrique Goñi, figura
clave de lo sucedido. Y luego hay mucho de investigación y análisis propio.
¿Pero qué
metodología de trabajo seguiste?
Desde el
principio tenía más o menos claro el esquema del libro, dividido en cuatro
partes: origen e historia de la caja; proceso de fusión con la caja municipal;
años de gestión entre 2002 y 2009 y el proceso de integración de Banca Cívica.
También tuve claro que cada capítulo tenía que tener un título llamativo y
dentro del texto, pequeños títulos que den respiro al lector y sean, al mismo
tiempo, atractivos. Teniendo claro eso, el libro es fruto del recorrido
realizado siguiendo los hitos marcados en el esquema inicial. Alguna vez lo he
comparado con una etapa larga de alta montaña del Tour. Escribiendo e
investigando la parte más difícil, solía decir a mi entorno que “estaba en el
Tourmalet”. Necesité tres meses para subir el Tourmalet. Terminar
toda la etapa me costó año y medio.
¿Las cajas
de ahorros se convirtieron en un ‘negociete’ para unos pocos… “un juguete
bancario” a manos de políticos de turno?
Lo ocurrido
con las cajas de ahorro tiene una dimensión muy grande, porque está en el
meollo de una crisis ya duradera y ahora parece que el desmadre de algunas
cajas se lo llevó el viento. Tengo claro que al estado no le interesa abrir la
herida de las cajas, no le interesa investigar a fondo lo sucedido, como si
conllevara la apertura de una caja de Pandora. Yo sobre todo conozco el caso de
Caja Navarra pero colateralmente conozco otros casos. Matizando que ha habido
algunas cajas bien gestionadas, yo diría que sí, que han sido un juguete en
manos de políticos y de empresarios de turno. Esas cajas no estaban al servicio
de la economía del territorio sino al servicio de intereses muy concretos
relacionados la mayoría con el ladrillo y el cemento. Si eso no es corrupción
se le parece.
¿Cuándo se
empieza a fraguar la estafa en torno a la CAN? ¿Bajo qué responsables
políticos?
Se fragua
desde el inicio de proceso de fusión entre Caja Navarra y la Caja Municipal de
Pamplona. Desde el comienzo tuvieron pensado cómo querían que fuera la nueva
entidad y quién la iba a dirigir, un entonces desconocido Enrique Goñi. Era su
hombre. El proceso fue diseñado por personas ajenas a la caja y sin ninguna
relación con Navarra ni su Parlamento, teóricamente verdaderos dueños de la
caja. Dejaron gestionar los efectos de la fusión a los directivos anteriores,
pero en cuanto la nueva caja sorteó ese periodo se deshicieron de ellos y
pusieron al mando a Goñi. Con él se transforma la caja. Adopta una estrategia
basada en un crecimiento alocado, rompe con la gestión anterior y la caja juega
a ser un gran banco. Se deshace de los trabajadores más veteranos mediante un
proceso de prejubilaciones que rompe con la lógica económica. Se
abren infinidad de oficinas fuera de Navarra, se sale al extranjero, se
inaugura una oficina en la principal avenida de Washington muy cerca de la Casa
Blanca… Todo es a lo grande. Aunque antes también era una caja al servicio
del establishment navarro, con Goñi eso se acrecienta. O el
auge de Caja Navarra coincide con una época donde ese mismo régimen vive una
época boyante. No es casual. A partir de 2004 esas élites forman parte del
consejo de administración: un conglomerado formado básicamente por ciertos
partidos (Unión del Pueblo Navarro-Partido Socialista de Navarra- la hoy
extinta CDN Convergencia de Demócratas de Navarra), ciertos sindicatos
(CCOO-UGT) y empresarios. También hay otros actores. Entendiendo que política
no sólo hacen los partidos, todos ellos son los responsables políticos aunque
el grado de responsabilidad de cada uno de ellos tampoco es la misma.
¿Y los
responsables más activos?
Señalaré a
varios. En primer lugar, Enrique Goñi porque era el capitán al mando del barco.
En segundo lugar, Miguel Sanz expresidente de Caja Navarra, porque era el
dirigente máximo del consejo de administración, órgano que estaba por encima
del director. El dirigente del principal partido era el hombre con más poder de
Navarra, ya que durante muchos años ostentó el poder político y económico.
Yolanda Barcina, exalcaldesa de Pamplona y expresidenta de Navarra, fue la
dirigente de un órgano muy importante de Caja Navarra: la comisión de control.
Ese órgano supuestamente tenía autonomía y debía vigilar lo que hacía el
consejo de administración y la dirección, ¿pero cómo iba a tener autonomía si
Barcina era el delfín político de Sanz y cómo iba a vigilar si no tenía
conocimientos financieros para controlar nada? Junto a ellos, también señalaría
a Ricardo Marti Fluxá abogado madrileño que fue secretario de Estado de Seguridad
en el primer mandato de Aznar y que acabó en el consejo de administración de
Caja Navarra supuestamente por su prestigio. Tuvo varios conflictos de interés
y algunas inversiones relacionadas con él le costaron muy caro a la caja.
También señalaría a José Antonio Asiáin, expresidente de Caja Navarra
(2010-2012), hombre vinculado al PSN. Junto a ellos, están dirigentes de la
patronal, directivos del periódico más vendido…
¿Quiénes
fueron las élites económicas y las fortunas que más se beneficiaron de la caída
de la CAN?
Más o menos
he respondido a esa pregunta. En los órganos de gobierno de la caja se
repartían muchos asientos y unas jugosas dietas, que más que premiar la
responsabilidad del cargo supusieron una manera de tener una pléyade de
estómagos agradecidos. Por eso nadie criticó la estrategia de crecimiento. En
la época de vacas gordas, tal vez fuera más difícil levantar la voz ya que la
caja fue una máquina de hacer dinero, con unos beneficios que lo ocultaban
todo. Pero cuando aparecen los problemas tampoco hay crítica. Fue entonces
cuando se pagaron las dietas más caras. Quienes formaron parte de esos órganos,
tenían facilidades para acceder a los créditos, algunos con características muy
ventajosas. Aumentó considerablemente el equipo directivo, aumentaron sus
sueldos… Los empresarios de la construcción tenían a una caja aliada, que
invertía con ellos y asumía sus operaciones más ruinosas… De esta manera, la
caja se convierte en un banco que reparte muchos favores tanto dentro de la
entidad como fuera a ese conglomerado que en Navarra llamamos régimen.
Joxerra me
parece que el libro dice mucho, explica todo muy bien, pero que va a hacer poca
gracia a unos cuantos. ¿Cómo se ha tomado la sociedad e Iruñea y los navarros
en general el libro? Supongo que de manera muy diferente a como se lo han
tomado los poseedores de las fortunas. Y ya no te digo nada de
los responsables de la quiebra, tanto los más directos a lo
indirectos.
Pues no lo
sé, la verdad. Me han llegado buenas opiniones y eso es lo que más me
reconforta por todo el trabajo y el sacrificio que he hecho. Me gustaría que
llegara a más gente, pero a veces los caminos de un libro son insondables. Yo
creo que la sociedad navarra está de enhorabuena, porque hay otro libro sobre
Caja Navarra (El Banquete) e Ivan Giménez ha publicado otro libro muy
interesante que desmenuza a ese régimen (El corralito foral). La
asociación Kontuz ha desempeñado una labor muy importante a la hora de levantar
el velo de lo ocurrido con Caja Navarra. Mi libro es una contribución más en
esa concienciación social, y me siento contento por eso. En cuanto a cómo se lo
han tomado esas élites, tampoco lo sé. Supongo que mal. A algunos les escocerá
bastante, otros habrán leído lo que su conciencia les repite en silencio, otros
ni lo habrán leído y alguno pensará, con el bolsillo lleno, que es una
injusticia. Yolanda Barcina, tras el fracaso electoral de mayo, reconoció que
uno de los factores de la caída de UPN ha sido la sensación generalizada de
corrupción y el tema de Caja Navarra, que, según ella, algunos lo han querido
asociar con corrupción. En UPN, no han hecho ninguna autocrítica, y, siguen
queriendo culpar al mensajero. Una muy mala gestión y una no asunción de
responsabilidad de sus consejeros llevó a que los navarros perdieran el control
público de una caja, que hubiera podido ser de gran ayuda en la crisis, si en
lugar de al servicio de las élites hubiera estado al servicio del interés
general.
Mala gestión
y corrupción de la entidad, correr riesgos innecesarios en operaciones
inmobiliarias, sueldos indecentes de directivos… ¿y qué más?
Pues algunas
operaciones que rozan el larguero con casos sonoros de corrupción, multitud
de conflictos de interés, inversiones millonarias ajenas a los
intereses navarros, y en el trasfondo, un ambiente de corrupción moral que nos
explica mucho de dónde estamos hoy. Caja Navarra se relacionó con todo tipo de
empresas, algunas ajenas a Navarra y tirando de ese hilo me ha servido para
conocer una serie de hechos y personajes, que son los causantes y desgraciadamente
por ahora vencedores de esta situación. Por ejemplo, lo ocurrido con el
aeropuerto de Ciudad Real, un despropósito por el cual nadie salvo los
ciudadanos ha pagado, y uno sus artífices iniciales, José Bono, sigue dando
lecciones. Uno de los grandes beneficiarios de esa operación ruinosa para el
sector público fue una empresa en la que invirtió Caja Navarra. Empresarios,
banqueros, mandamases de los reinos de taifa hacían y deshacían pero al final
ha sido la sociedad quien ha pagado su fiesta.
¿Los
gobiernos de Zapatero-Salgado y Rajoy–De Guindos no han sabido o no han querido
poner coto a esta situación?
Pues
seguramente ambas cosas. Apagar una crisis financiera no es nada fácil, pero es
que claro estamos hablando de dos partidos (PP-PSOE) que son los máximos
impulsores de la burbuja. El Gobierno de González apostó por el ladrillo; el
Gobierno de Aznar lo fomentó mediante leyes de liberalización de suelo, y un
dejar hacer al mercado; el Gobierno de Zapatero no hizo nada para controlar el
mercado inmobiliario cuando se desbocó y cuando ya se encendieron las primeras
luces de emergencia, el hombre sacó pecho ante la comunidad internacional por
el sólido sistema financiero de su país. Estamos hablando de dos partidos que
han gestionado algunas de las cajas más ruinosas, y por tanto, ambos son
responsables de lo ocurrido con las cajas. Cuando estalló la crisis financiera
española, la estrategia del Gobierno de Zapatero/Banco de España se basó en
un vamos a ganar tiempo hasta que la situación se hizo
insostenible. Un analista internacional lo resumió con un “pegar la patada a la
lata y seguir adelante”… hasta contra la pared. Recordemos que Rajoy prometió
que no iba a poner un euro en los bancos. Al final han sido cerca de 60.000 mil
millones de capitalización directa (más un sinfín de otras millonarias ayudas
de diferente índole), de los cuales 40.000 millones lo ponía la UE y que la
mayoría se dan por perdidas. El coste social es conocido. Jamás una mentira ha
sido tan ignominiosa. Hay que recordar que el rescate europeo viene a raíz del
agujero de Bankia, banco de cajas controlado íntegramente por el PP.
Lo único que
han hecho son reformas pero aun con ello han permitido que se liquiden las
cajas, haciendo pagar a todos los españoles el rescate.
Si recordáis
en eso también mintieron. Que el rescate financiero no iba a costar al
ciudadano, que el dinero de Europa no lo tenían que pagar el sector público,
que no había condiciones. Pero tras aprobar el rescate en verano de 2011, el PP
y el PSOE cambiaron la Constitución en poco más de 20 días. Tras años y años de
defender que la Constitución era inamovible, de repente, la cambiaron para
sacralizar el cumplimiento de la estabilidad financiera y demostrar que son
raudos para obedecer a quien ha puesto el dinero. También enseguida vinieron
otro tipo de condicionamientos que han hecho que al final sea el ciudadano
quien lo pague todo. Entre esas condiciones también está la pérdida de las
cajas y su privatización.
Al final la
privatización de las cajas de ahorros sólo beneficia a los mismos que hicieron
que estallase la crisis y que hicieron que se perdiese lo poco público y social
de las cajas de ahorro.
Desgraciadamente,
dentro de las condiciones de la UE, no está el levantar todas las alfombras y
hacer pagar a los culpables una parte de la factura. Al final, los mayores
beneficiados han sido los grandes bancos que, contando con varias ventajas
públicas, se han repartido prácticamente un gran parte de la tarta de las
cajas. No me gustaría olvidarme del Banco de España, el supervisor. No hizo
nada y por la omisión en sus funciones es uno de los máximos responsables de lo
ocurrido.
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