Por Belén Carreño
El diario.es, 02/10/2015.
La banca siempre gana. Pero dentro de la banca, la
gran banca es la que más tiene que ganar. La batalla del cajero se ha saldado a
favor de La Caixa y de los otros dos grandes bancos propietarios de la red de
dispensadores (Santander y BBVA), que cobrarán al resto de los bancos
cuando sus clientes usen sus cajeros. Que el usuario final sea menos
penalizado aún está por ver, aunque el Gobierno asegura que con su nuevo
sistema se rebajarán las comisiones.
Por partes. El Ejecutivo ha decidido imponer por
decreto ley cuál es la comisión legal en esta espiral de mordidas en la que los
bancos se habían enzarzado para intentar atraer clientes. Tradicionalmente, los
bancos tenían un pacto por el que el emisor de la tarjeta cobraba a su cliente
por usar cajeros de otro banco u otra red (Servired, 4B, Euro6000). Luego, el
dueño del plástico y el dueño del cajero se repartían esta comisión, con un
mayor porcentaje para el dueño del cajero que se quedaba con un 60% de la
tarifa transaccionada. La Caixa rompió unilateralmente esta situación en mayo
al decidir que su extensa red de cajeros (10.000) tenía que privilegiar a sus
clientes y comenzó a cobrar al resto dos euros por usar sus máquinas.
La decisión de La Caixa supuso que de facto se cobrara
una doble comisión y arrastró a los otros dos grandes bancos (BBVA y Santander)
a anunciar medidas similares. Los bancos medianos se unieron entonces para no
cobrarse o cobrarse menos y buscar así resistir frente a la avalancha de
comisiones. Un puñado de independientes (la banca ética, cooperativas, EVO
banco y Bankinter) se quedaron fuera de la alianza ya que precisamente por su
idiosincrasia no suelen tener contacto con los bancos tradicionales.
Ahora el Ejecutivo compra el mensaje de la entidad
catalana y concluye que, efectivamente, el que tiene derecho a cobrar es el
dueño del cajero. Para compensar la decisión, y sobre todo de cara a las
elecciones generales, el Ejecutivo impondrá que La Caixa suspenda su decisión
de cobrar dos euros al usuario tras la publicación el sábado 3 de octubre del
nuevo texto en el BOE.
Pero el tono del ministro de Economía en la
presentación de la medida tras el consejo de ministros no ha dejado lugar
a dudas. Luis de Guindos desgranó las virtudes y los costes de mantener estas
redes de cajeros y defendió que se les debe pagar por su mantenimiento, en la
misma línea que las reivindicaciones de La Caixa y los otros grandes que se
reparten casi la mitad de los 50.000 cajeros que hay en el país.
Los pequeños deben asumir costes
El efecto directo de esta nueva normativa, que debe
estar en marcha para el 1 de enero (aunque según está redactado el texto puede
ser antes si los bancos logran formalizar los acuerdos necesarios para ello),
es que los clientes de las grandes redes estarán más arropados pero los de los
bancos pequeños quedan a merced de estos gigantes financieros.
El Ejecutivo no se atreve a decir qué comisión máxima
deben cobrar los dueños de los cajeros que tendrá que asumir el emisor de la
tarjeta. Este puede repercutir o no ese coste a su cliente (algo que tendrá que
pactar con él por contrato) pero si los bancos grandes ponen comisiones muy
elevadas, el esfuerzo que tendrán que hacer los bancos pequeños para asumir o
bonificar estas comisiones será muy alto.
En el tablero bancario se forman así varias alianzas
que podrán fortalecerse con la nueva normativa. La Caixa, Santander y BBVA han
ido hasta ahora por separado ya que por su músculo en infraestructuras se
sienten con poder para actuar solos. ING y Popular (el banco naranja sería uno
de los más dañados por esta medida) se aliaron entre ellos para no cobrarse en
los cajeros. Se cerró además un tercer gran pacto con las antiguas cajas (la
red de Euro6000) y Bankia y Sabadell que suman un gran grupo de hasta 18.000
cajeros en los que reducirán al mínimo el cobro de operaciones.
Bankinter decidió quedarse en solitario, una posición
que puede tener que replantearse en función de las comisiones que le impongan
el resto de los bancos por que sus clientes usen su red. Desde los bancos con
más cajeros o en alianzas dicen que el resto debe sopesar sus opciones: asumir
costes, repercutir a los clientes o montar cajeros. Bankia asegura que mantener
un cajero cuesta 10.000 euros al año. La comisión por operación puede ir
desde 0,5 euros hasta 4 euros, pero la media se sitúa en 1,2 euros por
transacción.
Expertos en el sector financiero ya habían advertido
que muchas de las decisiones que se tomaban desde el Ejecutivo estaban
encaminadas a fortalecer a los grandes bancos en detrimento de las entidades
pequeñas. Estas ahora tendrán que hacer sus cálculos para fijar la estrategia
comercial y empresarial con este nuevo marco. También queda por delante conocer
el desafío logístico que supone aplicar en tres meses esta medida, ya que hay
millones de contratos firmados entre los clientes y la banca con el actual
marco que se había pactado.
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