Por Michela Romani
Expansión, 30/12/2015.
Pese a los muchos avances
conseguidos, los bancos encaran el nuevo año con retos difíciles por delante.
La rentabilidad y los nuevos competidores encabezan la lista.
El próximo ejercicio no será un
camino de rosa para los bancos españoles. La situación, según coinciden
expertos y reguladores, está mucho mejor que hace un par de años: las entidades
son solventes y tienen provisiones suficientes por los activos malos que siguen
intoxicando a sus balances.
Pero los retos que tiene por
delante el sector financiero son importantes. El primero, mejorar la
rentabilidad que, según ha denunciado en varias ocasiones el mismo Banco de
España, en varios casos sigue estando "por debajo del coste del capital".
El ROE (retorno del capital) de
los bancos en el negocio doméstico está alrededor del 5% (según los últimos
datos oficiales del Banco de España, relativos a junio). Nadie espera que esta
ratio pueda volver a los niveles pre crisis, cuando muchas entidades superaban
cotas del 20%, pero todos saben que, para que el sector sea sostenible, hay que
volver a alcanzar los dos dígitos.
Los factores que inciden
negativamente sobre la rentabilidad del sector financiero son esencialmente
cuatro y, al menos tres de ellos, son "externos", es decir, que los
bancos tienen poca capacidad de influencia directa para cambiarlos. El primero
es el bajo entorno de tipos de interés, intrínsecamente perjudicial para el
negocio financiero más típico -captar y prestar dinero-. En este entorno, el
margen de cliente, es decir lo que el banco gana con cada cliente, es bajo y
para que el margen de interés crezca hace falta mucha actividad.
Pero la actividad crediticia
sigue floja. Aunque es verdad que las nuevas operaciones llevan un año
remontando, especialmente en los créditos a pymes y en consumo, el crédito
cerrará este año aún a la baja y para el próximo ejercicio el Banco de España
apenas vislumbra una estabilización. Es decir, en 2016 el crédito dejará de
bajar, pero no subirá. La demanda solvente de financiación se va recuperando
paulatinamente, pero nadie prevé que en el corto plazo vuelva a ser boyante,
así que la capacidad de las entidades para intervenir en este factor es escasa.
El tercer problema para la
rentabilidad es que los bancos siguen teniendo en sus balances un elevado
volumen de activos improductivos, es decir, créditos dudosos y adjudicados
(ladrillo). Los adjudicados llevan meses bajando con fuerza. Al cierre del
tercer trimestre, los créditos morosos estaban en 141.267 millones, tras haber
caído un 21% en el último año .
A la misma fecha, sólo contando
los bancos principales, el ladrillo en balance seguía rozando los 100.000
millones.
Por eso, los reguladores empujan
a las entidades a deshacerse lo antes posible de estos activos, acelerando las
ventas de carteras e inmuebles.
El cuarto factor que afecta a la
rentabilidad de la banca y que está fuera de su control es la regulación. A los
bancos se les exige cada vez más capital para operar, lo que significa que el
descenso del ROE es estructural: a paridad de negocio, el ROE será más bajo que
antes de la crisis porque cada actividad requiere más capital para poder ser
desarrollada.
Nuevos competidores
Otra amenaza que se ciñe sobre
los bancos son los nuevos competidores tecnológicos que están entrando en
varios segmentos del negocio, a menudo los más rentables. Los principales
bancos españoles ya reconocen que estos competidores, desde las grandes tecnológicas
hasta las startup fintech representan una amenaza si la banca no es capaz de
tenerles el paso.
Por eso, sobre todo los grandes,
han redoblado sus esfuerzos para avanzar en la digitalización, ya sea
trabajando internamente o buscando alianzas con estos nuevos players. Estos
avances tecnológicos, sin embargo, son al mismo tiempo un reto y una
oportunidad, ya que, como aseguran prácticamente todas las entidades, un
cliente digital suele ser más rentable y más fiel.
Lo que podría ocurrir
Las soluciones que los
reguladores siguen sugiriendo a la banca para hacer frente a estos retos son
principalmente dos: eficiencia (léanse recorte de costes) y fusiones. El tema
de la consolidación, además, no es sólo de España. Con la entrada en vigor de
la Unión Bancaria Europea, que cumplió un año el pasado octubre, aumentan las
posibilidades de fusiones y compras transfronterizas. No acaso, el
subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy, se refería recientemente a
este tipo de operaciones, afirmando que la banca europea debe pensar en reducir
el exceso de capital en una nueva ronda de consolidación.
Los expertos coinciden con que
este será el camino a seguir, pero muchos dudan de que las fusiones
transfronterizas en Europa sean protagonistas en el corto plazo. Además, como
comentan algunos banqueros, existen también aspectos de la regulación que
desincentivan la consolidación, porque los reguladores no ven con buenos ojos
la existencia de entidades demasiado grandes, por el riesgo sistémico que
acarrean. Así lo dejaba patente recientemente el consejero delegado de
Santander, José Antonio Álvarez, quien aseguraba que, de verse operaciones de
M&A, serán entre entidades pequeñas.
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