Por Iker Armentia
El diario.es, 20/01/2016
- 19:02h
Para ganar mucho dinero en Wall Street hay que entender un
poco de matemáticas, saber mentir y ser un auténtico hijo de puta. Esta regla
de oro sobre el éxito en la cuna financiera de Estados Unidos se la reveló el
bróker Kevin Moore al periodista George Packer en 'El Desmoronamiento'. “Wall
Street usaba una jerga deliberadamente opaca para intimidar a los extraños”,
explica. El elitismo cerrado sobre el conocimiento económico no es más que otra
forma de impunidad.
El relato de Michael Lewis, otro exbróker metido a escritor,
también es inquietante: “La predisposición de un banco de inversiones de Wall
Street a pagarme cientos de miles de dólares por proporcionar asesoramiento de
inversiones sigue siendo a día de hoy un misterio para mí”. Lewis cuenta que
nunca había hecho un curso de contabilidad, que no tenía ningún conocimiento
sobre acciones y bonos en la Bolsa. Y, sin embargo, no dejó de ganar pasta en
Salomon Brothers. “¿Cuáles son las probabilidades de que la gente tome
decisiones inteligentes sobre el dinero si resulta que no necesitan tomar
decisiones inteligentes, si resulta que pueden enriquecerse tomando decisiones
tontas?”, reflexiona Lewis.
Michael Lewis es el autor de 'La Gran Apuesta', el libro en
el que se basa la película que este
viernes se estrena en España y que explica cómo un puñado de tipos descubrieron
que la burbuja de hipotecas basura que regaba Wall Street de champán caro,
bonus millonarios y 'jets' privados iba a saltar por los aires tarde o
temprano. No eran activistas, sino brókers que apostaron a que todo se vendría
abajo porque sabían que el sistema estaba corrompido por la falta de regulación
y los chanchullos. Las hipotecas estaban podridas -y llegarían los impagos- por
una forma de actuar que habían propiciado bancos de inversión, el Gobierno,
agencias de calificación y promotores. Acertaron, el crac inmobiliario se
cumplió y ganaron un montón de dinero.
Y empezó la Gran Recesión en la que estamos metidos ahora.
En Estados Unidos, como luego pasaría en España, las
instituciones -es decir, los contribuyentes- inyectaron un buen chute de dinero
público para que el sistema financiero se mantuviera a flote. Sí, Lehman
Brothers y otros bancos quebraron pero, tal y como cuenta Michael Lewis, el
Tesoro estadounidense regaló miles de millones de dólares a Citigroup, Morgan
Stanley, Goldman Sachs y otros colegas más. Muchos siguieron haciéndose ricos
como si aquello solo hubiera sido una pequeña gripe mientras millones de
ciudadanos en todo el mundo se quedaban en la calle y sin trabajo. “En Wall
Street la crisis se vivió como un bache en la autopista”, recuerda Kevin Moore.
La crisis arrancó en 2008 pero se había estado gestando
durante mucho tiempo. Lewis sitúa el Big Bang en 1981 cuando Salomon Brothers
pasó de ser una sociedad colectiva a cotizar en Bolsa, y el resto de entidades
se apuntaron a la lluvia dorada de dólares. La otra fuerza que empujó hacia el
desastre fue la desregulación. “El proceso consistente en deshacerse de las
normas fue la exigencia principal del sector financiero del mundo
angloamericano durante unos cuarenta años”, señala John Lanchester en 'Cómo
hablar de dinero'. Y los bancos lo consiguieron, en la City y en Wall Street. Los
políticos les dieron lo que pedían (entre otros, ese señor que parece tan
enrollado llamado Bill Clinton). Por poner un ejemplo, en Estados Unidos hay
una ley que prohíbe toda ley que regule algunos de los productos financieros
más cuestionados. El sueño húmedo de todo banquero hecho realidad.
La codicia y un reguero de decisiones políticas a favor de
los banqueros fueron la bomba de hidrógeno de la crisis.
En 'La Gran Apuesta' hay una escena en la que dos corredores
de hipotecas de Florida está desvelando sus trapicheos a dos brokers llegados
de Nueva York, y uno de los brokers le pregunta al otro:
-¿Por qué están confesando?
-No están confesando. Están fanfarroneando -le responden.
Y da la impresión de que, todavía hoy, los causantes de la
Gran Recesión siguen fanfarroneando.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario