Por Rodolfo Rieznik
El diario.es, 29/01/2016.
La deuda pública de más de 35 billones de dólares de las
economías del G7, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EEUU,
en conjunto supone un 100% del PIB, equivalente a la mitad del PIB mundial.
Sólo la deuda americana comporta el 24% del total, parecida al 23% de la zona
euro. Por cada 1% de intereses que se pagan de la deuda, los países de la
eurozona y EEUU transfieren al sistema financiero 350 mil millones de dólares,
más o menos el total de la deuda griega. Desde el año 2000 se multiplicó por 2.
Creció desde entonces a un ritmo del 8,5% anual
En América Latina y Asia desarrollada la deuda supone el 50%
y 44% del PIB respectivamente. Son los países y las regiones avanzadas de la
economía mundial, y no los emergentes, las más colapsadas por las deudas. Más
sangrante es el problema para los países periféricos vinculados a las economías
centrales, que como Grecia están atrapados en la deuda y en la unión monetaria.
El 2,5%, entre comisiones e intereses, que Grecia paga a los mercados
financieros supone unos 8 mil millones de euros, dos veces su déficit anual.
Con la mitad, esto es si los intereses bajaran el 1% Grecia podría cuadrar y
renegociar la condicionalidad del rescate con la Troika y frenar la sangría de
ajustes que atenazan a la empobrecida población griega. El alivio de la deuda
permitiría al gobierno aplicar el programa con que se presentó a las elecciones
y ganó 1 .
En España el segundo capítulo de gasto, después de la
sanidad, es el pago de los intereses de la deuda. Según el último informe del
ministerio de economía las deudas están en el entorno del 100% del PIB: un
billón de euros. El tipo de interés medio del saldo vivo de la deuda pública
española es aproximadamente del 3,5%. Se pagan unos 35 mil millones de euros al
año en intereses. La vida media de la deuda española es de 6 años y medio, y si
los tipos de interés suben, EEUU ya lo ha hecho este último mes de diciembre,
los gastos financieros crecerán inmediatamente. No hay margen presupuestario
para reducirla, todos los años se emite deuda para renovar la que vence y los
inversores exigirán más rentabilidad.
La acumulación
financiera originaria
La “exuberancia irracional” según Alan Greenspan, antiguo
gobernador de la Reserva Federal de EEUU, de los mercados financieros los han
transformado en una amenaza sistémica. Esta vez la crisis financiera impactó en
el corazón de la economía capitalista globalizada y no en las periféricas. La
tradición era que las economías subdesarrolladas, hoy eufemísticamente llamadas
emergentes, se declararan en quiebra ante la imposibilidad de atraer las
divisas necesarias para los pagos de amortizaciones e intereses del
endeudamiento derivado de las importaciones de capitales o de bienes y
servicios que carecían por su condición de economías atrasadas y dependientes.
La bancarización incontrolada de la economía mundial,
inicialmente de bancos estadounidenses, se originó al final de la segunda
guerra mundial. Varios argumentos explicaron este proceso. Primero, fue la
expansión internacional de las empresas multinacionales americanas de bienes de
equipo y de consumo duraderos. Intensivas en capital recurrieron a la financiación
bancaria para la ejecución de las inversiones de mediano plazo. En segundo
lugar, la inversión extranjera directa promovió el crecimiento del comercio
mundial general e intraempresas en porcentajes hasta entonces desconocidos del
20% anual acumulativo, multiplicando las operaciones de compra venta de divisas
mediadas por la banca. En tercer lugar, el Plan Marshall de ayuda americana a
la reconstrucción europea, que movilizó, con la mediación de la OCDE, unos 13
mil millones de dólares.
La crisis de la deuda
externa latinoamericana. Primer gran rescate público de la banca
El petróleo fue la materia prima energética en el que se
sustentó el modelo de crecimiento industrial de los años 70. Su precio se
cuadruplicó después de las guerras árabes israelíes de aquella década. La
subida creó un curioso circuito de dólares. Primero entre Estados Unidos y los
países árabes, después pasaron a Europa en forma de depósitos 2 en sucursales
de bancos de EEUU y acabaron finalmente como créditos otorgados a las economías
latinoamericanas con balanza de pagos deficitarias por el encarecimiento del
petróleo. En la década siguiente, la región se declaró insolvente para el
repago de la deuda y la moratoria generó la primera gran crisis de la deuda
externa a nivel mundial. EEUU tuvo que acudir al rescate de su banca privada,
obligando a los gobiernos latinoamericanos a canjear bonos no avalados por
otros garantizados. Es decir, salvó al sistema bancario con dinero público.
El ritmo de aumento medio anual del capital financiero en
los años 70 fue del 25%. A finales aquella década la banca internacional
controlaba una masa monetaria 10 veces mayor que al inicio de la misma. El
saldo se aproximó a los 600 mil millones de dólares. Hoy el saldo de contratos
de “derivados” financieros en los mercados “no organizados” 3 es de unos 700
billones de dólares.
Además contribuyó a la expansión financiera la declaración
de inconvertibilidad del dólar en 1973 que quitó el blindaje de valor en oro a
la moneda de reserva por antonomasia. El riesgo de operar con un dólar sin
respaldo obligó a desarrollar seguros para la cobertura del tipo de cambio de
las operaciones de comerciales y de inversión: swaps y forwards . Fue el origen
de los llamados derivados financieros: activos financieros vinculados a otros
llamados primarios o subyacentes. Los bonos de la deuda externa latinoamericana
también generaron derivados: seguros para la cobertura del riesgo de impago:
los CDS o Credit Default Swaps . Los derivados comenzaron ser comercializados
abusiva y especulativamente por el sistema bancario en mercados “no
organizados”
La proliferación de esa masa de activos monetarios significó
una pérdida del control del crédito en circulación por parte de las autoridades
monetarias a la vez que supuso la conformación y consolidación de un poder
financiero autónomo de los gobiernos. Ahí está el origen del predominio del
capital bancario financiero sobre la economía mundial globalizada.
Las políticas
neoliberales de los 90. Una nueva vuelta de tuerca de las finanzas sobre la
economía real
En los años 90 se produjo un nuevo impulso a la circulación
financiera internacional con el “Consenso de Washington”: un decálogo de
propuestas desde “el Centro” de políticas económicas neoliberales para las
endeudadas economías latinoamericanas. Esta vez la expansión provino de las
emisiones de acciones originadas por las privatizaciones del capital de las
empresas estatales de servicios de los países latinoamericanos.
Otros argumentos que explicaron la “exuberancia financiera
en los 90 fueron la aparición de los nuevos negocios de las tecnologías de la
información y la comunicación: las TIC y las “puntocom”, el derrumbe de la
Unión Soviética, y de las economías del “socialismo real” de la Europa del
este. China irrumpió en aquellos años en el mercado capitalista. Una enorme
cantidad de empresas de propiedad pública se transfirieron a la esfera privada
generando más emisiones de acciones en bolsa, más comercio exterior y más transacciones
en divisas.
Simultáneamente se desarrollaron instrumentos de inversión
colectiva para facilitar ese crecimiento de la liquidez financiera. El depósito
de ahorro tradicional en cuentas bancarias no facilitaba las transacciones de
los nuevos activos financieros en circulación. Los bancos y otras instituciones
financieras comenzaron a gestionar fondos de inversión con recursos propios de
clientes y con préstamos de otros bancos. Los llamados Bancos de Inversión, a
su vez se especializaron en crear fondos de alto riesgo para capturar los
activos derivados y especulativos: los hedge funds , los buitres o holdouts,
especializados en comprar bonos basura, de deuda soberana de países o
corporativos de empresas, a precios devaluados, para recuperarlos después a su
precio original en litigios posteriores con los emisores.
El avance de la informática y la automatización
computacional sirvió para dotar de liquidez a los mercados secundarios de
compra venta de participaciones en los fondos de inversión. Se desarrollaron
modelos para conocer diariamente el valor liquidativo de las participaciones en
los fondos según se produjeran cambios en variables que afectaban al precio de
los activos emitidos. En los mercados secundarios, una subida o bajada del tipo
de interés cambia el precio de los activos financieros de renta fija, ajustando
el rendimiento al tipo de interés vigente.
La titulización de activos, esto es el empaquetamiento,
agrupamiento de activos para revenderlos, en particular de las hipotecas
subprime , fue una de las últimas innovaciones expansivas del sector financiero
antes del estallido de la crisis bancaria en y la posterior Gran Recesión en
2009.
La Gran Deuda
¿Impagable?
La expansión del sistema financiero mundial de las últimas
cuatro décadas acabó en un extraordinario colapso entre 2007 y 2008. La quiebra
bancaria de EEUU y Europa trajo la Gran Recesión y ésta condujo a la Gran Deuda
pública. Los bancos al quebrar generalizan un efecto contractivo, “dominó”, de
pánico financiero descontrolado y de alarma social. El salvataje público de la
banca tradicional o comercial de los países desarrollados fue para no provocar
una crisis sistémica. La Gran Deuda fue el resultado de las ayudas dispuestas
al rescate del sistema financiero y de la consiguiente caída de ingresos
fiscales. La “tormenta perfecta” se consumó con la “Gran Recesión” que
incrementó los gastos en seguros de desempleo y otras ayudas sociales, y el
aumento del gasto en pensiones provenientes de masas ingentes de trabajadores
prejubilados.
Las ayudas a los bancos y las recapitalizaciones han
estabilizado los balances de los grandes bancos “sistémicos”. Sin embargo, la
industria financiera no ha dejado de crecer y concentrarse: 10 empresas
financieras gestionan una cartera de fondos de inversión de 19 billones de
dólares, el 25% del PIB mundial y el mercado de derivados alcanzó un saldo,
astronómico de 700 billones de dólares, casi 7 veces el PIB mundial.
Ni la aplicación de políticas de austeridad y de estímulos
cuantitativos a través de inyecciones de liquidez vía compra de deuda pública
podrá relanzar el crecimiento económico sostenido. Al contrario, las políticas
de “quantitative easing” están alimentando especulativamente el mercado
bursátil y de emisiones corporativas de bonos empresariales. El recorte de la
deuda y el control de las finanzas son ineludibles para que la economía
capitalista pueda funcionar. La economía real, la que demanda trabajo y paga
salarios, crea consumo y actividad productiva sólo podrá activarse si se
aplican políticas redistributivas entre el capital y el trabajo, o lo que es lo
mismo: que recorten drásticamente el volumen y el poder del capital financiero
en circulación.
Notas al pie:
1 Grecia negoció, entre 2010 y 2012, dos programas de
rescate con la Unión Europea. La troika prestamista concedió a Grecia una
moratoria en el pago de cuotas de amortización de los préstamos, período de
gracia en el lenguaje propio de las finanzas, de 10 años, pero no prorrogó el
pago de los intereses y comisiones.
2 A esos depósitos de los llamó eurodólares y eran los
dólares reciclados por las países árabes de venta del petróleo que se
depositaban en sucursales de bancos americanos en Europa y que se prestaban
desde allí a los países de América Latina para eludir la normativa de riesgo
bancario de EEUU.
3 Son los que escapan al control de los bancos centrales.
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