Por Bernardo de
Miguel
Cinco Días, 14/10/2016.
La banca de Alemania, Francia y Holanda tiembla de nuevo,
esta vez ante las normas sobre medición de riesgos que la comunidad
internacional espera pactar antes de fin de año en el llamado Comité de Basilea
(dependiente del Banco de Pagos Internacionales). Esos tres países, con la
inesperada ayuda de la Comisión Europea, han iniciado una campaña contra las
últimas propuestas del Comité de Basilea, que aspira a suprimir o restringir el
uso de los modelos internos de medición de riesgos por los que cada entidad
calcula su propia ponderación.
La ofensiva ha sido tan furibunda que, por primera vez, el
secretario general del Comité, William Coen, ha comparecido ante el Parlamento
Europeo para defender la iniciativa y matizar su impacto real en la banca
europea. Un estudio de JP Morgan cifraba en más de 137.000 millones de euros
las necesidades de capital que supondría Basilea III para los 35 mayores bancos
europeos. Pero los cambios introducidos parecen haber reducido sensiblemente
las consecuencias.
Coen aseguró este miércoles en el Parlamento Europeo que
para la mayoría de los bancos las nuevas normas “no obligarán a un aumento
significativo de capital”. Algunas fuentes calculan que la versión actual de la
nueva norma sólo obligará a cinco bancos europeos a aumentar sensiblemente su
capital.
El problema, según fuentes comunitarias, es que la minoría
afectada se concentra en el corazón de Europa, bien porque han disfrutado de
una excesiva tolerancia, caso de las grandes entidades alemanas (Deustche Bank,
Commerzbank...) y francesas (BNP Paribas, Crédit Agricole, Société
Générale...), bien porque acumulan una gigantesca cartera hipotecaria, como en
Holanda.
España e Italia, en cambio, saldrían casi indemnes. Fuentes
españolas incluso aseguran que la nota media de solvencia de la banca española
mejoraría con el nuevo sistema, que fijaría unos criterios homogéneos para
calcular el riesgo de buena parte de la cartera.
Madrid afirma que, por exigencia del Banco de España, las
entidades españolas ya aplican unos criterios tan estrictos como los que se
desean imponer. Y recuerda que la banca española se sometió en 2012 a un
riguroso chequeo, como consecuencia del rescate bancario, un escrutinio que
ahora temen en el resto de Europa.
“En Alemania y Francia se ha abusado de los modelos internos
para mejorar el perfil de riesgo de las grandes entidades y ahora se niegan a
someterse a un cálculo estandarizado para todos”, señalan fuentes del sector.
Contra todo pronóstico, Bruselas se ha sumado a la campaña
de esos tres países, hasta el punto de poner en peligro el acuerdo
internacional que pondría fin al marco Basilea III, la respuesta de la
comunidad internacional a la crisis de 2008. El vicepresidente de la CE, Valdis
Dombrovskis, con una beligerancia que ha sorprendido en el sector, ha exigido a
Basilea que revise las medidas para mitigar el impacto en el crédito para
hipotecas, para grandes compañías y para infraestructuras, y que suprima el
suelo mínimo de capital para todos los bancos con independencia de su análisis
interno de riesgos. Bruselas advierte que, si no se cumplen esas condiciones,
la UE no dará su apoyo al acuerdo, lo que provocaría el fracaso de las
negociaciones a final de año.
El calendario electoral también juega en contra de ese
acuerdo, porque los tres países europeos más afectados afrontan elecciones en
2017 y no parecen dispuestos a apoyar un endurecimiento de los controles que
podría restringir el crédito y la actividad económica.
El sabotaje franco-alemán de la nueva normativa se produce a
pesar de la escasa credibilidad de los modelos internos que se están aplicando
ahora.
Un 50% de los inversores no confía en esos modelos mientras
que el 80% de los inversores a por simplificar el sistema de medición para darle
credibilidad, según un estudio de 2012, citado la semana pasada por el
gobernador del Banco de España, Luis María Linde.
Linde también recordó un estudio del Comité de Basilea, de
2013, en el que se muestra que los modelos internos de diferentes bancos
aplicados a una misma cartera dan resultados dispares. “Y el hecho más
interesante, o preocupante”, añade el gobernador, “es que un 25% de la
variabilidad no puede explicarse” por diferencias metodológicas autorizadas por
el supervisor.
Hipotecas sin riesgo
Entre las grandes diferencias figura el tratamiento del
crédito hipotecario. En Holanda, los bancos aplican el modelo interno de
análisis a esa cartera, con unos resultados muy favorables gracias a la baja
morosidad tradicional del país. Pero la aplicación de un suelo mínimo de
capital y el modelo estandarizado, como prevé Basilea III, podría reducir entre
un 25% y un 55% los ratios de capital de las principales entidades de ese país
(ING, ABN_Amro, SNS y Rabobank), según cálculos de la consultora holandesa
Zanders.
Coen defendió en el parlamento el endurecimiento del control
de ese crédito porque “en casi todas las crisis, el sector inmobiliario está
implicado”. “Y habrá otras crisis”, remató.
¿Una normativa al
servicio de EE UU?
La ofensiva europea contra el Comité de Basilea ha esgrimido
el argumento de que las nuevas normas sobre ponderación de riesgos se limitan a
replicar las aplicadas en EE UU, que ya ha adoptado un sistema armonizado para
el cálculo. Y el hecho de que el actual Secretario General del Comité (desde
2014) sea el estadounidense William Coen podría dar pábulo a esa teoría. El
propio Coen, sin embargo, recordó el miércoles ante el Parlamento Europeo que
en el Comité “se sientan nueve países de la UE [Alemania, Francia, Italia, Reino
Unido, España, Holanda Suecia, Bélgica y Luxemburgo], además del BCE [con dos
asientos en representación de la UE] y la Comisión Europea y la Autoridad
Bancaria Europea [ambos en calidad de observadores]”. En cambio, recordó Coen,
“de EE UU hay cuatro representantes y hace poco una delegación del Senado
estadounidense me dijo que el Comité estaba dominado por la UE”.
El Comité, además, depende del Banco Internacional de Pagos,
organismo imbricado en la historia de la UE y en el nacimiento del euro y dirigido
desde 2009 por el español Jaime Caruana. Y, en todo caso, el Comité, que agrupa
a 27 países de todo el planeta, trabaja por consenso por lo que sus normas
requieren de facto la unanimidad.
Las críticas actuales de “americanismo” al Comité responden,
según fuentes diplomáticas, a que varias capitales europeas, con Berlín al
frente, se resisten a admitir que EE_UU ha resuelto la crisis financiera de
2008 de manera mucho más expeditiva. La UE, en cambio, sigue enfangada en esa
crisis, en gran parte, según el ministro en funciones de Economía, Luis de
Guindos, “por la incertidumbre sobre la situación de su sector financiero”.
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