Por Elise Gazengel
Contexto.es, 26/10/2016.
En otoño de 2011 estalló la crisis de las preferentes.
Cientos de miles de españoles habían perdido sus ahorros por culpa de las malas
prácticas bancarias y comenzaban la lucha para recuperarlo. Un drama económico
que empezó a resolverse en los tribunales años más tarde gracias a la
movilización ciudadana.
Muchos casos particulares abrieron los telediarios, ocuparon
páginas enteras de los periódicos. Algún suicidio o intento de suicidio,
afectados explicando que llevan años con ansiedad, matrimonios que no
aguantaron la crisis y muchos que, al ser mayores, se quedaron en el camino...
Aunque, de manera general, no se solía hablar de los perjuicios a la salud.
Hoy, cinco años más tarde, esos daños ocultos son el rastro
de una crisis que sobrepasa la estricta estafa financiera. Como unas muñecas
rusas del drama: una vez abierto el desastre económico encontramos otro
sanitario.
En junio de 2015, un grupo de expertos en economía, derecho,
medicina y ética crearon la fundación Finsalud para establecer, de manera
científica, asociaciones entre “la pérdida súbita de los ahorros y la salud
física y mental de las personas”.
La tardanza en estudiar e investigar sobre el daño a la
salud que provocó el fraude bancario se explica a menudo por la emergencia
económica: eran ahorros de toda una vida, casi siempre de personas humildes que
lo habían perdido todo y necesitaban recuperarlo lo antes posible.
El periodista Andreu Missé, director de la revista
Alternativas Económicas y autor del libro titulado La gran estafa de las
preferentes, lleva años trabajando sobre este tema. Para él tampoco fue una
evidencia en un primer momento: “Al principio, no era tan consciente del daño
moral y sobre la salud porque esto lo fui descubriendo cuando conocí más
casos”, cuenta el periodista que recoge varios en su libro.
Roberto Serrano Lluch, economista, presidente de AdaBankia y
patrono de Finsalud, reconoce que él tampoco pensó en el riesgo sanitario
cuando ayudó a su padre a luchar por el dinero perdido en preferentes. “En un
primer momento, me preocupé para que recuperara su dinero, temía que mi padre
perdiera sus ahorros de toda la vida y veía que eso le afectaba, pero no tanto
en temas de salud aunque sí veía que se pasaba noches sin dormir o con estrés”.
Su padre falleció súbitamente pocas horas después de recuperar su dinero.
Daños difíciles de
probar
Según Missé, resulta difícil probar que existe un vínculo
inherente entre el fraude y los perjuicios en la salud ya que la mayor parte de
los afectados eran personas mayores y muchos ya padecían alguna enfermedad
debida a su edad. Aunque, para él, parece obvio que el estrés provocado por la
pérdida de toda una vida ahorrando dinero afectara la salud de las víctimas ya
sea por el agravamiento de enfermedades o por los sufrimientos psicológicos.
“Recuerdo a esta mujer gallega que había perdido 6.000
euros, todos sus ahorros, y que fue a su oficina cada día durante dos meses con
una pancarta en la que había escrito ‘Devuélveme mi dinero’. Al final, la
echaron y siguió tres meses más fuera de la oficina. Fueron cinco meses en la
que estuvo completamente sola. Es de este desgaste psicológico del que estamos
hablando. Es un desgaste increíble”, sentencia Missé.
En su libro, el periodista relata cómo en Mataró la
profesora de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona Ingeborg Porcar
investigó y dirigió talleres para preferentistas que ya habían cobrado después
de varios años de lucha. Según ella, incluso después de recuperar su dinero,
los afectados seguían teniendo “una sensación de absoluto descontrol” sobre sus
vidas y muchos seguían traumatizados.
Para Missé, el tema de fondo es el engaño sustentado ya que
los afectados confiaban plenamente en su banco, pensando que seguían
funcionando como cajas de ahorros, destinados a ayudar al pequeño ahorrador.
Pero, de momento, son pocos los casos en los que la justicia ha reconocido los
daños morales y otorgado indemnización para ellos.
Por esos motivos, los miembros de Finsalud como María
Victoria Zunzunegui, profesora de epidemiología especializada en envejecimiento
en la Universidad de Montreal, insisten tanto en la importancia de sacar un
estudio científico que podría servir de base a una demanda colectiva.
Fue su hermano, Fernando Zunzunegui, abogado especialista en
derecho financiero, quien le pidió que se uniera a la fundación al observar que
sus clientes afectados por fraudes financieros presentaban mala salud.
La investigadora de Finsalud explica: “Si nuestras
investigaciones demuestran que las personas afectadas han sufrido daños en su
salud física o mental como consecuencia del fraude, estas personas podrían
reclamar por los daños sufridos”.
La profesora recuerda que, en Canadá, en los casos del
tabaco o el amianto que ella conoce de primera mano, “ha habido compensaciones
colectivas en los tribunales después de establecer la relación causal y demostrar
que las víctimas no disponían de la información necesaria para impedir los
daños de estos productos tóxicos”.
Primeros resultados
científicos
La hipótesis de la fundación es que estas estafas bancarias
han aumentado el riesgo de enfermedades cardiovasculares, depresiones y crisis
de ansiedad que pueden llevar al suicidio, así como un deterioro general de la
calidad de vida del afectado.
A principios de octubre, la fundación presentó sus
resultados preliminares con un análisis de unos 200 afectados que habían o no
recibido compensación (el estudio prevé estudiar un total de 800 casos). Según
la investigadora, los resultados finales estarán disponibles en la publicación
científica que se encuentra actualmente en revisión.
Estas primeras conclusiones del estudio no son optimistas.
En su análisis, los expertos indican que, en comparación con la población
general, los afectados por fraude bancario tienen peor calidad de vida, peor
calidad de sueño, menos horas de sueño, peor salud mental y peor percepción de
la salud.
Un cuarto de las personas afectadas tiene diagnóstico psiquiátrico
aunque, según el estudio, un 80% presenta criterios de “posibles casos”
psiquiátricos. Además, de manera general, la salud mental de los afectados por
preferentes es regular o mala en el 85% de los casos frente a un 20% del
conjunto de la población. Y casi todos sufren algún dolor, sobre todo en el
cuello o la espalda, donde se acumula la tensión.
En búsqueda del
reconocimiento del sufrimiento
En este estudio, los afectados que no habían recibido
compensación eran los que peor salud parecían tener aunque, según las cifras,
los preferentistas que ya han recuperado su dinero no están mucho mejor. Ese
sufrimiento posterior persistente, ya recogido en el estudio de la psicóloga de
Mataró, está ilustrado en otro caso presentado por Missé en su libro.
En Vilanova de Córdoba, Pedro Vera luchó junto a 300
afectados de su pueblo para recuperar un total de 13 millones de euros. Tras
dos años y medio de lucha, lo consiguieron pero, al ser preguntado sobre su
estado de ánimo, Vera contestó:
“Me siento un poco frustrado. Al fin y al cabo, hemos
logrado que nos den lo que era nuestro, hemos tenido que luchar mucho, con
mucho sufrimiento y algunos se han quedado por el camino. Ellos en cambio se
han ido de rositas, nadie nos ha pedido ni disculpas ni perdón, eso no es
justicia”.
El sufrimiento, añadido al sentimiento de culpa, lleva a
algunos a querer olvidar esta época después de cobrar el dinero que pensaban
perdido. Serrano explica cómo muchos siguen en trauma, “no les gusta
recordarlo”, y eso dificulta el trabajo de investigación de la fundación. Missé
coincide con esta versión explicando cómo varios expertos y activistas dejaron
de contestarle una vez recuperado el dinero. “Quedan todos agotados de tantos
años de lucha y ahora quieren olvidar”, explica el periodista.
Pero si los resultados finales del estudio son concluyentes,
Serrano espera que puedan servir para que todos estos perjuicios en la salud
sean reconocidos. “Nuestro objetivo es dar argumentos científicos para que la
reparación sea lo más total posible”, concluye el economista aunque reconoce
que siempre faltará algo que ningún estudio podrá lograr: una disculpa.
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