Por Juan Laborda
Vozpópuli, 08/11/2014.
La financiación a
empresas y familias continúa estancada, especialmente
los préstamos de las entidades de crédito. Así lo atestiguan las cifras de
septiembre publicadas por Banco de España, y que en el caso
del crédito a empresas alcanza tasas de crecimiento interanuales negativas
próximas a mínimos históricos. Esta situación es todavía más llamativa en un
entorno como el actual, donde la inversión en deuda soberana patria ya no
ofrece retornos atractivos, siendo además un activo sujeto a un elevado riesgo
precio si, como pensamos, ya hemos entrado en un ciclo de aversión al riesgo en
los mercados financieros globales. Si realmente las entidades financieras
quieren recuperar márgenes deberían, en teoría, empezar a abrir el grifo a
empresas y familias.
La ausencia de crédito bancario a
empresas se produce además en un contexto donde todas las políticas
económicas han ido orientadas exclusivamente a rescatar
a una banca insolvente. Por un lado, las ayudas
públicas a nuestro sector bancario -medidas de capitalización,
adquisición de activos, garantías y avales, préstamos y líneas de liquidez-
alcanzan cifras desorbitadas. Oscilan para el período
2008-2013 entre los 730.000 millones y los 1,4 billones de
euros, según se incluya o no el aval implícito del Estado a los
depósitos bancarios.
Por otro lado, las distintas expansiones
cuantitativas, implementadas por diferentes Bancos Centrales
Occidentales, han generado una enorme burbuja en los mercados
financieros. Se pretendía en realidad recapitalizar
a la banca vía subida artificial del precio de sus acciones. Y todo
ello bajo el eco, todavía reciente, de las pruebas de resistencia realizadas
por el Banco Central Europeo, según las cuales únicamente una entidad española
habría quedado por debajo del umbral de capital establecido en una de las fases
del ejercicio.
¡Qué suban los salarios
ya!
En realidad la situación es mucho
más compleja de lo asumido por las élites económicas y financieras. Es condición
necesaria un repunte en las rentas de las familias. Si no se produce,
el colapso será total. En este sentido urge una subida de los salarios
mínimos, ¡ya! En caso contrario, cualquier aumento del crédito a
familias y empresas estará condenado al fracaso. Implícitamente, bajo este
análisis subyacen varias evidencias económicas.
En primer lugar, la oferta
de dinero es endógena, viene determinada por la demanda de créditos y
las preferencias del público. Como corolario, el dinero legal, o base
monetaria, entendido como la suma de efectivo más reservas obligatorias, es una
variable endógena que no puede ser fijada arbitrariamente por los Bancos
Centrales. Además, en este mismo sentido, bajo el principio de demanda
efectiva, existe una relación positiva entre el nivel del
salario real y la demanda de trabajo de las empresas. Un aumento del
salario real comporta un desplazamiento a lo largo de la curva de demanda
efectiva de trabajo, de manera que la subida del salario real acarrea un nivel
de ocupación más elevado.
En las condiciones actuales,
familias y empresas altamente endeudadas, si no hay subida salarial,
no habrá demanda efectiva, no existirá una demanda de trabajo sostenible en el
tiempo, y evidentemente, el crédito no aparecerá. Cualquier
huida hacia adelante, es decir, una expansión del crédito sin rentas estará
condenada al fracaso.
Socialización de pérdidas
El estancamiento de las rentas y
la explosión de la deuda soberana son consecuencias del procedimiento elegido
para recapitalizar la banca patria, de ahí la enorme fragilidad del mismo. La ausencia
de rentas y el riesgo precio asociado a las carteras de deuda
soberana ponen en duda los análisis del Banco
Central Europeo sobre la situación real del déficit
de capital de nuestro sistema bancario. Pero vayamos por partes.
La solución adoptada en nuestro
país para hacer frente a la insolvencia bancaria
en la actual recesión de balances ha supuesto una socialización de
pérdidas privadas, que ha acabado contaminando a la deuda soberana.
Eso ya lo sabemos. En realidad, el rescate al sistema financiero español
consistía únicamente en proporcionarle recursos para que pudiera hacer frente a
sus deudas, aplicando duros procesos de reestructuración interna, incluida la
bajada salarial programada por los talibanes que nos desgobiernan, con el fin
de liberar recursos adicionales, por si acaso. No se trataba de un rescate al
sistema financiero patrio, sino a los sistemas financieros alemán y francés,
manteniendo de paso en sus sillas a la gerencia patria.
Por si fuera poco, además, los cálculos
recientes del Banco Central Europeo presentan
ciertas deficiencias. El escenario estresado
contemplado en la evolución de variables económicas y financieras –tipos de
interés, bolsa, precio de las casas, crecimiento económico, desempleo-
estadísticamente no supone ningún escenario extremo, por lo tanto los cálculos
no sirven. Si a ello unimos el tratamiento final de las carteras de deuda
soberana española y de los créditos fiscales, permítanme ser como mínimo
escéptico. De ello ya hablaremos en otro blog.
En definitiva, el rescate
bancario español se ha hecho a costa de los contribuyentes, deuda
pública y salarios. Por eso la banca es vulnerable a un cambio
en el ciclo de aversión-propensión al riego en
los mercados financieros, y a una nueva recesión
económica. Ése es nuestro escenario base, bastante más estresado que
el escenario extremo asumido por el BCE. Por eso, por favor, si vienen mal
dadas, dejen ya de chuparnos la sangre.
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