Por Luisa Lores
Nueva Tribuna.es, 26/11/2014.
Decenas de miles de españoles no
han podido hacer frente a sus hipotecas firmadas con las cajas de ahorros,
cuya gestión fraudulenta supuso el desahucio de muchas familias.
Estas cajas de ahorros, tras ser
rescatadas con miles de millones de euros de dinero público, han sido regaladas
a la gran banca, junto con las viviendas hipotecadas, cuya venta negocian con
fondos de inversión que no cotizan en España.
La contribución de las grandes
empresas a la sostenibilidad de nuestros servicios públicos es por lo demás
mínima, gracias a su negociación secreta con el actual presidente de la
comisión europea Jean Claude Juncker, cuyo objetivo declarado era evitar el
pago impuestos en España y cotizar, con enormes reducciones, en el paraíso
fiscal de Luxemburgo.
Este desfalco a las arcas
públicas está en el origen de los recortes y del incremento del paro, y de los
copagos y el desmantelamiento y privatización de nuestro sistema sanitario,
nuestros servicios sociales y nuestro sistema educativo.
Las familias desahuciadas se ven
forzadas a alimentase en comedores sociales, atendidos por miles de voluntarios
españoles, que sirven los productos conseguidos gracias a la solidaridad de las
personas que aún mantienen su trabajo, cada vez más precarizado.
Esta colecta está gestionada por
el Banco de Alimentos, vinculado al gran capital y controlado
por La Fundación Lealtad, en manos de la misma gran banca y de
las grandes empresas que han arruinado las arcas públicas. Su colaboración con
estas ONG les permite incrementar, aún más, su desgravación fiscal.
El patronato de la fundación
Lealtad lo forman la constructora OHL, el presidente de Bankinter,
el Banco Santander, Mutua Madrileña,
Inditex, telefónica y PWC y buena
parte de los presidentes de los bancos de alimentos de España están vinculados
al Opus Dei, según la organización “Redes Cristianas”.
En un solo año el Banco mueve
varios cientos de millones de euros en alimentos comprados por los ciudadanos,
sobre todo en hipermercados y grandes superficies, que de esta forma no
necesitan costear la destrucción de sus excedentes. Actualmente el Banco
solicita preferentemente comida precocinada, demasiado rica en grasa saturadas,
hipercalórica y escasamente nutritiva, para dar salida a estos productos poco
saludables, especialmente para los niños, y cada vez más denostados.
La oligarquía española ya
nos ha quitado casi todo. Ahora ha descubierto el negocio de las ONG,
que además de gestionar nuestra solidaridad a base de voluntariado sin sueldo,
permite desgravar impuestos y sembrar su ideología.
Solo la población podrá
recuperar los derechos de la ciudadanía, donde los de siempre promueven caridad
rentable y casposa.
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