Por Vicenç Navarro
Público.es, 11/1272014.
Una de las propuestas que Juan
Torres y yo hicimos en nuestro documento Democratizar la economía para
salir de la crisis mejorando la equidad, el bienestar y la calidad de vida. Una
propuesta de debate para solucionar los problemas de la economía española
(producido en respuesta a la petición de Podemos, que lo ha distribuido bajo el
título de Un proyecto económico para la gente) que ha creado un gran
revuelo y hostilidad por parte de los medios de información próximos a la banca
privada ha sido la de ampliar el sector público de la banca. España es hoy uno
de los países de la Unión Europea de los Quince (UE-15, el grupo de países más
ricos de la UE) que tiene menos banca pública, y no es casualidad, también, que
sea uno de los países de dicha comunidad donde las familias, así como las
pequeñas y medianas empresas, tienen más dificultades para conseguir crédito,
es decir, para poder conseguir dinero prestado. España es también uno de los
países de la UE-15 donde hemos visto un mayor número de burbujas (basadas, por
definición, en inversiones especulativas por parte de la banca privada) y una
mayor inestabilidad financiera. Y España es también uno de los países de la
UE-15 donde la banca privada tiene mayor influencia sobre los medios de
comunicación y sobre las instituciones políticas llamadas representativas.
Todos los medios de información y todos los partidos políticos están
profundamente endeudados y, por lo tanto, todos son dependientes del buen favor
de la banca. La hostilidad (y no hay otra manera de decirlo) que nuestro
documento ha creado se explica en parte por este hecho.
¿Por qué se necesitan
bancas públicas?
Banca pública es aquella que es
propiedad de una autoridad pública, lo cual no quiere decir que esta autoridad
tenga el 100% de la propiedad de la banca, sino que tenga aquel porcentaje que
le permita el control de tal institución. La gran mayoría de países del mundo
tienen sistemas bancarios predominantemente públicos, siendo Alemania uno de
los países de la UE-15 que tiene un sistema bancario público más extenso. En
este país hay una red pública bancaria que consiste en 11 bancos regionales, Landesbanken,
cada uno de los cuales está conectado a miles de cajas de ahorro de propiedad
municipal. Según consta en su reglamento, tienen como objetivo servir a los
intereses públicos en lugar de optimizar los beneficios privados. Esta red
juega un papel clave y central en el desarrollo económico alemán. Si a esta red
le sumamos los bancos hipotecarios públicos, resulta que la mayoría de los
activos bancarios en Alemania son públicos. Existen también las cooperativas de
crédito, que son públicas sin ser estatales (centrales, regionales o
municipales), las cuales desempeñan también una función social. Todas estas
redes e instituciones de carácter público son fundamentales para explicar el
éxito industrial alemán, basado en la oferta de crédito a las pequeñas y
medianas industrias (que son el centro de la actividad industrial en aquel
país), basado en el principio de que las pequeñas y medianas empresas deben
tener el mismo acceso al crédito que las grandes empresas.
El caso alemán no es único.
Francia es otro país con un gran sector público bancario. Y lo que también es
interesante señalar es que cuando en un país de la Unión Europea la situación
financiera es inestable y los ahorradores perciben el peligro de perder sus
ahorros, los trasladan a la banca pública, como ha ocurrido en la mayoría de
países europeos durante los momentos de crisis en los últimos años. El caso más
estudiado es el ocurrido en el Reino Unido, analizando el flujo de depósitos
durante la crisis bancaria, cuando se vio un flujo intenso y rápido de
depósitos al Northern Rock, en aquel momento el mayor banco público británico.
Una situación semejante ha ocurrido en otros países europeos.
En realidad, en momentos de
crisis, históricamente los Estados han tomado el control de todo el sistema
bancario, tanto público como privado, para salvar todo el sistema. El caso más
masivo y conocido fue durante la Gran Depresión en los años treinta, a
principios del siglo XX, en EEUU, cuando la administración del que ha sido y
continúa siendo el Presidente de EEUU más popular en la historia del aquel
país, el Presidente Franklin D. Roosevelt, tomó el control de todo el sistema
bancario mediante la famosa ley conocida como la Emergency Banking Act
de 1933. Un tanto igual ocurrió en Suecia en el año 1992, cuando el gobierno
sueco nacionalizó todos los bancos insolventes por motivos de urgencia,
anteponiendo los intereses comunes a los de los accionistas de tales bancos.
Estas intervenciones públicas fueron mucho más eficaces como intento de
reavivar el sistema bancario, que los famosos rescates bancarios que han
ocurrido a los dos lados del Atlántico Norte (en EEUU y en la UE) durante la
Gran Recesión, y que han representado una enorme ayuda a la banca privada sin
que, con ello, haya reavivado el crédito. La banca española ha recibido unos
130.000 millones de euros (sin contar el dinero recibido por el Banco Central
Europeo), sin que ello haya repercutido en facilitar el acceso al crédito.
La banca pública es mejor
que la privada
Es lógico que la banca pública
sea mejor que la privada, pues esta última tiene como objetivo (muy legítimo)
optimizar los intereses de los banqueros y de los accionistas de la banca.
Ahora bien, no puede asumirse que los intereses de los banqueros (entre los
mejor retribuidos en la UE-15 en el caso de España) y accionistas sean los
mismos que los de la mayoría de los ahorradores o del Estado. En muchísimas
ocasiones, los intereses no solo no coinciden, sino que son contrapuestos. Por
ejemplo, las actividades especulativas de la banca privada pueden ser más
rentables que las inversiones en la economía productiva (donde los bienes y
servicios se producen). Pero, por definición, tales actividades se basan en la
existencia de riesgo. De ahí que sean más inseguras. Y pueden llevar a un
desastre (como ha ocurrido en España), saliendo perjudicados los ahorradores.
Los banqueros, sin embargo,
raramente salen tan perjudicados cuando ocurren estas crisis, pues tienen
contratos que los protegen. Un ejemplo de ello es que las retribuciones a los
banqueros hayan continuado subiendo en medio de la enorme crisis bancaria que
hemos estado viendo estos últimos años. Y ahí está parte del problema. Cuando
hay riesgo y las cosas van mal, es el ciudadano normal y corriente el que sale
más malparado, tanto como ahorrador como persona que paga impuestos, pues los
famosos rescates se hacen a base de dinero público. Por cierto, en EEUU, uno de
los poquísimos Estados que no ha tenido problemas durante la Gran Recesión ha
sido el Estado de North Dakota, que es el único Estado de EEUU que tiene un
banco público. El PIB del Estado ha crecido, desde el año 2000, un 56%; la
renta per cápita un 43%; sus salarios un 34%; y su presupuesto estatal ha
tenido un superávit de 1.300 millones de dólares. Una característica de ese
banco público es que todas las inversiones y préstamos los hace dentro del
Estado.
¿Por qué el sistema
bancario es tan privado en España?
La respuesta a esta pregunta no
es ni económica ni financiera. Es única y exclusivamente política. En España,
la banca privada ha alcanzado un nivel de influencia mediática y política sin
precedentes en la UE-15, debido al enorme endeudamiento de las instituciones
mediáticas y políticas, causado, como he indicado en otro artículo (ver “El
crecimiento de las desigualdades como causa de la crisis”, Público,
04.12.14), por la bajada de salarios y la escasa capacidad y voluntad
recaudatoria del Estado.
Y en el área académica, la banca
privada financia los mayores centros de investigación económica y financiera,
así como fundaciones, como FEDEA, que reproducen una ideología económica que
beneficia a la banca. No es por casualidad que la mayor agresividad hacia el
documento que el Profesor Juan Torres y yo preparamos haya venido de las principales
revistas económicas del país, todas ellas muy próximas a la banca. Las
autoridades políticas, bajo la influencia de la banca privada, privatizaron las
cajas de ahorro en base a las dificultades que muchas de ellas tuvieron a raíz
de la explosión de la burbuja inmobiliaria. Se consideró que tales dificultades
se debían al carácter público de esas instituciones. Pero se ignoró que había
también cajas, como La Caixa, que no tuvieron tales dificultades, y
también fueron privatizadas y convertidas en bancos privados. ¿Por qué? Es más,
el hecho de que las cajas de ahorro sean exitosas en algunos países y no lo
sean en otros no se debe a la estructura genética de los habitantes del país,
sino a las instituciones que las rigen, regulan y gestionan, todas ellas
consecuencia de contextos políticos diferentes. Lo que se requeriría es cambiar
este contexto político y las reglas que lo rigen, en lugar de privatizar las
cajas.
Estas notas deberían ayudar a
entender que España no puede continuar con la situación anterior. Es necesario
1º) expandir el sector bancario público, manteniendo en este sector aquellos
bancos que han recibido máxima ayuda pública; 2º) asegurarse de que todo el
sistema bancario, incluyendo el privado, sea considerado un servicio público,
lo cual no quiere decir que se nacionalice toda la banca, sino que la banca
privada tenga que funcionar dentro de unos parámetros y con unos objetivos que
sirvan al bien común. Los taxis son privados, pero tienen una función pública
en el sistema de transporte de un país. La autorización para que puedan ejercer
su función está supeditada a que se comprometan a realizar una función pública.
Lo mismo debería ocurrir con los bancos privados. De ahí que el profesor Juan
Torres y yo hayamos propuesto un cambio en la Constitución Española que
establezca la banca, incluyendo la privada, como un servicio público, con la
función de servicio a la ciudadanía, incluyendo la oferta de crédito, propuesta
que ha sido también maliciosamente interpretada como una medida extrema encaminada
a nacionalizar toda la banca, lo cual no es lo que nosotros apoyamos. Pero sí
que creemos que debe haber un cambio muy profundo del sector bancario, que debe
estar al servicio de la población.
Ni que decir tiene que estos
cambios no ocurrirán a no ser que haya cambios políticos muy sustantivos que
alteren la excesiva y antidemócrata influencia que el sector bancario privado
tiene sobre los medios de información, que son también de persuasión, y sobre
las instituciones representativas. Sin una mayor democratización de dichas
instituciones, complementada con formas de participación directa, como los
referéndums, la situación del sector financiero español no variará, condenando
a España a una situación de baja calidad de vida y escaso bienestar social.
(Nota de Carlos J. Bugallo: Algunos
intelectuales han expuesto en público su malestar hacia los banqueros, y otros
los hacen objeto de sus burlas y chascarrillos. En cambio, Vicenç Navarro ha
sido de los pocos que ha rechazado esas nimiedades y ha comprometido su
magisterio y su credibilidad en defensa de la Banca Pública. Esperemos que
cunda el ejemplo).
Disponible en:
http://blogs.publico.es/dominiopublico/11984/por-que-se-necesita-una-banca-publica/
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