Por Eddy Sánchez
Público.es, 26/01/2015.
Mientras Alexis Tsipras anunciaba
el inicio de una Grecia sin Troika, Susana Díaz comunicaba a IU, de manera un
tanto precipitada, su decisión de convocar elecciones en Andalucía para el
próximo 22 de marzo. Simbólico gesto, que lejos de ser coincidencia, no es más
que un mensaje de las élites de nuestro país: en España se prepara una gran
coalición y la presidenta andaluza es la persona clave.
El nerviosismo de los dirigentes
sevillanos del PSOE se ha traducido en rápidos gestos portadores de mensajes
claros. El primero a Patricia Botín, en cuyo encuentro Susana tranquilizaba al
mundo financiero, asegurando que la banca pública exigida por IU no daría a luz;
segundo, visita a Rajoy para presentarse como la garante de “la razón de
Estado” con su frase “por encima del PSOE lo que más me preocupa es España”;
tercero, ruptura con Pedro Sánchez, a quien no se le ve como garantía de un
gobierno de coalición PP-PSOE dentro de un año; y por último, ruptura de la
colación con IU y adelanto electoral. Todo en cuatro semanas.
En relación con la UE, el triunfo
de Syriza supone el fin del sistema de partidos europeos heredado la II Guerra
Mundial. A excepción del triunfo de los comunistas de Akel en la isla de
Chipre, el modelo político europeo giraba en torno a la familia
demócrata-cristiana, la socialdemócrata y la liberal. Syriza es un partido cuyo
núcleo central (incluido Tsipras) viene del partido eurocomunista griego (Partido
Comunista del interior, primero; Synaspismos, después), que ha logrado
articular una sólida alianza con la izquierda heredera del sesentayochismo y
con los cuadros sindicales y municipales del Pasok.
En cuanto a Merkel, decir que la
deuda, la guerra monetaria y del petróleo son ejes básicos para la reasignación
de poder en el mundo poscrisis. Con el triunfo de Syriza, los riesgos son
muchos para Alemania, porque si Merkel cede y se atiene a la negociación de la
deuda, los “Syriza” del sur de Europa subirán como la espuma, mientras los
partidos antisistema de derechas de los países ricos harían lo mismo en el
norte, exprimiendo el “sentido común” del oficinista o pequeño propietario de
la Europa rica que ve a la Europa pobre y la emigración como un lastre. Si por
el contrario, el poder financiero opta por hacer a Tsipras lo mismo que a la
Unión de la Izquierda francesa, tras su triunfo en 1981, la revuelta popular en
los países de la periferia europea sería difícil de parar en contra de una UE
sin legitimidad.
En España solo había que ver las
caras de los portavoces del PP y del PSOE para apreciar lo que se les viene
encima en el electoral 2015. El PSOE ve cómo su homólogo griego ha pasado del
40% en 2009 al 4,5%, lo que no hará más que profundizar en el pánico de verse
reducidos a una especie de partido regionalista andaluz. Por otro lado, el PP
se ve perdedor en Grecia, pero sobre todo, teme que la estrategia de “PP o el
caos” fracase, tal y como Aznar expresó el sábado, al afirmar que la estrategia
del “miedo” no va a resultar.
Y en cuanto a la izquierda en
España, el mensaje es de victoria y euforia, de que es posible ganar, pero
Tsipras alerta: se necesita superar la fragmentación, avanzar en la claridad
programática (Syriza no ha ganado precisamente a golpe de ambigüedad) y acabar
con el silencio político del movimiento obrero.
Un fantasma recorre Europa, lo
que nos obliga a no perder de vista una cosa: Grecia es clave, pero el eslabón
débil es España. No lo olvidemos.
Por último un libro, El
síndrome griego, de la editorial Errata Naturae, muy recomendable.
Disponible en:
http://blogs.publico.es/la-soledad-del-corredor-de-fondo/2015/01/26/el-sindrome-griego-y-la-preparacion-de-la-gran-coalicion-en-espana/
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