miércoles, 10 de junio de 2015

Las cláusulas más resistentes


Por J. A. Aunión
El País, 10/06/2015.
 
A Mónica Grillo, de 38 años, le agobia la idea de estar pagando hipoteca hasta bien pasados los sesenta. Cada vez que junta unos pocos ahorros, los dedica a ir amortizando la deuda del piso en el que vive con sus dos hijos en un barrio de reciente construcción en Leganés (Madrid). Por eso cuenta que sintió mucha rabia cuando escuchó hablar de las cláusulas suelo, esas que establecen un mínimo a pagar en las letras de la casa por mucho que bajen los tipos de interés. Ella las está pagando, y por su culpa se le encarece la letra unos 2.000 euros al año. Según ha leído, no tiene por qué hacerlo. La justicia está declarando casi todas esas cláusulas nulas por abusivas, porque la mayoría de la gente no fue informada con claridad de lo que estaba firmando.

A ella, que se había subrogado en la hipoteca contraída por el promotor, nadie le había hablado de ningún suelo. Y cuando hace unos meses fue a su banco, Caja España, a reclamar, le hicieron una oferta: “Me dijeron que me la rebajaban del 3,15% al 2,8%, y solo si además contrataba el seguro de la casa con ellos”, asegura. “Me están choriceando”, se queja. Les dijo que no y ha acudido a los tribunales. "Nuestra entidad analiza caso a caso. Cada uno tiene sus circunstancias, somos sensibles a ellas, y actuamos en consecuencia cuando así procede", señala una portavoz de Banco Ceiss (Caja España- Duero).

Han pasado ya dos años desde que el Tribunal Supremo dio un golpe, que parecía de muerte, a esas cláusulas suelo. Pero aún aguantan en vigor en unos dos millones de hipotecas, según la asociación de usuarios ADICAE. Los usuarios, además, siguen desconcertados. No saben dónde ni cómo tienen que reclamar y cuando van al banco a pedir que les retiren esa condición, lo que suelen encontrar es una contraoferta como la que recibió Grillo o, directamente, un rotundo no, asegura Javier Gastón, socio fundador de Denunciascolectivas.com, una de las plataformas más combativas.

El proceso de reclamación

En ese momento el consumidor puede poner una queja ante el servicio de atención al cliente del banco, que tiene dos meses para responder. Después, si no está conforme, puede recurrir al servicio de reclamaciones del Banco de España. Estas quejas, aunque menos que en 2013, alcanzaron la cifra de 15.479 en 2014. La contestación, en el plazo de seis meses, no es vinculante para el banco, así que el siguiente paso, si no se consigue el resultado esperado, serían los tribunales.

De hecho, las demandas van en aumento, aseguran fuentes jurídicas. Por ejemplo, el Juzgado de lo Mercantil de Segovia recibió 92 en el primer trimestre del año, las mismas que en todo 2013; en el de Málaga, fueron 984 hasta abril (en todo 2014, fueron 2010); el de León, 350 entre enero y febrero; en el de Burgos hay un juez de refuerzo que se encarga casi exclusivamente de estos casos y en Sevilla también hay refuerzos...

La sentencia del Supremo que dio origen a todo esto, de mayo de 2013, declaró nulos los suelos fijados por el BBVA, Cajas Rurales Unidas y NovaGalicia (entidades que retiraron las cláusulas). El alto tribunal dijo que esas condiciones, en abstracto, son lícitas, pero que son abusivas si el proceso no fue transparente, es decir, si no se le explicó bien al cliente qué estaba firmando. Fijó además unas condiciones para establecer esa transparencia que muy pocas entidades cumplen o pueden demostrar que cumplieron. Por ejemplo, que ofrecieron información suficientemente clara de que se trata de un elemento definitorio del contrato y simulaciones concretas de escenarios si los tipos de interés suben o bajan mucho.

Condiciones lícitas

Los bancos se aferran desde entonces a esa parte de la sentencia que determina la licitud de las cláusulas salvo que se demuestre lo contrario. Han negociado con sus clientes en ocasiones, pero no de forma generalizada, a pesar de que, cuando el usuario ha acudido a los tribunales, casi siempre le han dado la razón. También recuerdan que el Banco de España dijo en un informe de 2010 que esa cobertura de riesgo —que asegura un beneficio al banco en época de vacas flacas— permitió durante muchos años al consumidor acceder en mejores condiciones a una hipoteca. “Son positivas desde el punto de vista del coste medio para los clientes bancarios del crédito hipotecario a lo largo de la vida del contrato”, dice aquel trabajo.

Para Javier Gastón, los gastos en peleas judiciales generalmente perdidas y el daño de imagen se compensan porque muy poca gente acaba denunciando por los gastos que acarrea o por falta de información (entre el 3% y el 5% de los afectados lo ha hecho hasta ahora) y porque, mientras se mantengan en vigor, suponen un beneficio muy importante para las entidades bancarias. Por ejemplo, su eliminación se traduciría en un roto de 129 millones euros en 2015 para el Banco Popular.

A Carlos Villaseca, de 39 años, también le han dicho en su entidad que no le quitan su cláusula. Las condiciones generales de su crédito para comprar una casa en Aranjuez establecen un techo máximo a pagar de un 20% y, como contraprestación, el cliente aceptaba un suelo del 3,75%. Él ni se enteró de que lo hacía. Desde hace unos años está pagando 959 euros al mes, hasta 300 euros más de lo que le habría correspondido sin ese suelo.

En 2006, cuando se reunió en la inmobiliaria con el comercial de Credifimo (perteneciente entonces a Cajasol, hoy de Caixabank), lo único que le dijeron sobre esas condiciones fue: “Eso significa que solo vais a pagar lo que podáis pagar, entre 900 y 1.000 euros al mes. Es una de las mejores hipotecas del mercado; se adapta perfectamente a vuestras necesidades”. Villaseca, entonces, aceptó la explicación, entre otras cosas porque les estaban dando el dinero con sus nóminas como único aval.

Un portavoz de Caixabank explica que este caso es muy particular. Credifimo ha titulizado una parte de las hipotecas (las ha convertido en títulos que los inversores compran en el mercado), lo que no permite margen de maniobra. En las que dependen directamente de ellos, asegura el mismo portavoz, se revisa caso por caso y, en general, intentan llegar a algún tipo de acuerdo.

En Denunciascolectivas.com, y en muchos bufetes de abogados, admiten que en muchos casos los bancos efectivamente, negocian y acuerdan. Pero, eso sí, una vez que se ha presentado una denuncia judicial. Así, la situación hoy es de lo más heterogénea: algunas negociaciones sin publicidad en los bancos; cientos de contenciosos judiciales parados hasta que resuelva una macrodemanda de 15.000 afectados a 101 entidades interpuesta por la asociación de usuarios ADICAE; sentencias que siguen saliendo y aplican lo fijado por el Supremo (si hay falta de transparencia se declaran nulas y se exige la devolución desde 2013); y otras que no le hacen caso y exigen que se restituya absolutamente todo el dinero.

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