Por Pablo
Allendesalazar y Olga Grau
El Periódico,
26/12/2016.
La supervisión de los bancos de la zona euro pasó en
noviembre del 2014 del Banco de España al Banco Central Europeo (BCE), y ello
está provocando situaciones inéditas y generado tensiones. La institución
comunitaria ha empleado este año por primera vez auditores privados para
inspeccionar los bancos españoles. Algunas fuentes del sector le quitan
importancia y lo enmarcan en la nueva forma de hacer las cosas del BCE. Pero
otras lo interpretan como otra muestra más del enfrentamiento y la desconfianza
mutua entre el organismo europeo y el banco central español.
El Mecanismo Único de Supervisión (MUS) del BCE presidido
por la francesa Danièle Nouy echó a andar con un número de inspectores
insuficiente, por lo que el año pasado fichó a la auditora Deloitte para que le
ayudase en las inspecciones presenciales que lleva a cabo en los bancos, las
conocidas como in situ. El pasado ejercicio sus auditores ya actuaron en bancos
de otros países, como Francia e Italia, pero este curso es cuando los ha
empezado a emplear en entidades españolas, como BMN, entre otras, según han
confirmado fuentes del sector financiero.
Desde el Banco de España consideran que los auditores
externos realizan una labor de refuerzo, pero no se puede considerar que tengan
la responsabilidad de supervisión. Sin embargo, el cuerpo de inspectores se ha
quejado mientras que en el sector financiero ha despertado también suspicacias.
«Los han contratado porque no se fían del Banco de España. Hay un fuerte
enfrentamiento entre este y el BCE», sostiene un alto dirigente del sector. Los
inspectores del Banco de España también han elevado quejas a la cúpula
encabezada por Luís María Linde.
De fondo aparece el enfrentamiento entre el Banco de España,
particularmente sus inspectores, y el BCE. «El problema es que el BCE está
dando órdenes y dictando los tiempos con mucha dureza y tiene a los empleados
del Banco de España trabajando a destajo. Además, los inspectores españoles
jóvenes que ficharon por el BCE porque tienen más flexibilidad familiar y saben
inglés dan ahora las órdenes a sus antiguos jefes, más mayores. Y la guinda,
que no es lo fundamental, es que encima ganan más», explica un antiguo alto
cargo del organismo español.
«No se va a solucionar hasta que se vaya Nouy, pero tiene un
mandato de cinco años», concluye esta misma fuente. La directora del MUS tuvo
un encuentro en Madrid en mayo pasado con varios centenares de inspectores que,
según varias fuentes, fue «muy duro y tenso» debido a la «muy borde» actitud de
la funcionaria europea. Llegó, explican, a afirmar que quien no supiera inglés
era un «analfabeto» en el siglo XXI, aunque el subgobernador, Fernando Restoy,
lo suavizó como «iletrado». «Les dijo que se pusieran las pilas», resume un
banquero.
La Asociación de Inspectores del Banco de España hizo
pública en julio, apenas unos días después, una carta en la que cargó contra
las «importantes deficiencias» del sistema supervisor del MUS y reclamó a las
autoridades españolas, en especial el Banco de España, que abandonasen «la
pasividad y autocomplacencia que han venido mostrando desde la entrada en vigor
del MUS, situación que contrasta con la actuación de autoridades supervisoras
de otros países». La organización advirtió que el BCE está muy centrado en el
capital, pero no tiene suficientemente en cuenta el control de la calidad de
los activos, la veracidad de la información que le suministran las entidades, y
las provisiones para afrontar pérdidas.
Ello puede provocar, advertían, que se repitan los «errores
y deficiencias cometidos en el pasado, cuyos efectos devastadores son conocidos
por todos». También reclamaron que en los equipos conjuntos de supervisión del
BCE y el Banco de España se tuviera en «mayor consideración la amplia
experiencia supervisora del personal» del organismo.
La asociación también ha tenido roces con Restoy, de quien
pidió el cese en febrero por el caso Bankia, pero en este asunto parece haber
sintonía. Antes de la visita de Nouy, el subgobernador, que acaba de terminar
su mandato esta semana, le envió otra carta en la que le anunció que estaba
trabajando en «posibles mejoras de los procedimientos» para corregir «algunas
de las deficiencias identificadas», según publicó el diario Ara.
El objetivo, apuntaba Restoy, era «contener las señales
emergentes de frustración y desmotivación» del personal del Banco de España, ya
que de lo contrario podría ponerse «en peligro, con el paso del tiempo, el
funcionamiento adecuado del MUS bajo la actual estructura organizativa».
Sin embargo, en los bancos españoles no se ve igual. «El
cambio del Banco de España al BCE ha sido a mejor. El Banco de España te
permitía más diálogo y negociación, pero ha sido bueno porque ha
profesionalizado las cosas. El Banco de España necesita un revulsivo, mover el
manzano. En regulación y supervisión tiene una crisis de identidad. No aceptan
el papel de analizar expedientes para que el BCE tome las decisiones», estima
un alto ejecutivo del sector.
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