Por Antonio Maqueda
El País, 3/12/2016.
El Gobierno introdujo ayer un cambio en el BOE para dar un
respiro a la Sareb, el llamado banco malo. Una circular del Banco de España
obligaba a la entidad a tasar de nuevo sus activos, valorándolos a precio de
mercado. Pero la idea del banco malo consiste en lo contrario: aguantar los
activos hasta que recuperen valor y venderlos con un beneficio si es posible.
Así que el Ejecutivo legisla para que la Sareb no tenga que reconocer esas
pérdidas latentes en sus resultados y evite la necesidad de pedir dinero por
ello a sus accionistas, incluido el Estado.
La Sareb, propiedad del Estado al 45% y de la banca al 55%,
es una entidad que se constituyó para evitar la quiebra de las antiguas cajas
de ahorros retirándoles sus activos de peor calidad, esto es, carteras de
créditos dañados e inmuebles. El plan consistía en depositarlos en el llamado
banco malo a la espera de que mejorase el mercado y fuera posible vender esos
activos a mejor precio. Sin embargo, el Banco de España emitió una circular que
obligaba a la Sareb a tasar a precio de mercado sus activos cada dos años. Y
ese reglamento hizo que la Sareb haya tenido que aflorar un total de 3.000
millones de euros en minusvalías.
Para hacer frente a este quebranto, los accionistas tuvieron
que recapitalizar la entidad convirtiendo en acciones 2.170 millones de deuda
subordinada que mantenían con la Sareb. En la estructura del banco malo ahora
quedan 952 millones de capital y 1.429 millones de deuda subordinada frente a
los 1.200 millones de capital y 3.600 millones de deuda subordinada que había
cuando se constituyó. De seguir aplicando la circular del Banco de España, la
entidad que preside Jaime Echegoyen podría sufrir una sangría. De modo que el
Ministerio de Economía ha ideado la forma de neutralizar la normativa del supervisor
bancario.
Gracias a los cambios de ayer en el BOE, la Sareb no
contabilizará los ajustes de valoración exigidos por el Banco de España en su
cuenta de pérdidas y ganancias. En lugar de eso, el saneamiento solo se
apuntará en una cuenta de patrimonio. Eso implica que los resultados de la
entidad dejarán de reflejar pérdidas por tasar los activos a precio de mercado
cuando todavía ni siquiera se ha producido la venta. Es decir, Echegoyen se
ahorrará los titulares de unas pérdidas millonarias forzadas por la estricta
supervisión del Banco de España.
No obstante, la valoración de los activos sí que se recogerá
en el patrimonio neto, lo que significa que seguirían restando hasta el punto
en que en algún momento podría hacer falta pedir más capital a los accionistas.
Para evitar poner más dinero, el Ejecutivo incluye en la ley la siguiente
frase: los ajustes “no se considerarán patrimonio neto a los efectos de la
reducción obligatoria de capital social y de la disolución obligatoria por
pérdidas, de acuerdo con lo dispuesto en la regulación legal de las sociedades
de capital”. ¿Y qué quiere decir eso? Aunque el patrimonio neto se quede por
debajo de los mínimos legales por las correcciones de valor, la Sareb no tendrá
que solicitar más dinero a los dueños del capital: el Estado y los bancos. O lo
que es lo mismo: el Banco de España quería tener todo provisionado, pero el
ministro de Economía, Luis de Guindos, sortea el celo del supervisor y da un
poco de alivio a la Sareb.
Sin embargo, esto no resuelve el problema de fondo. “Los
activos se compraron caros y la Sareb soporta unos costes financieros muy
elevados debido a que la adquisición de activos se financió con una deuda que
concedieron las propias cajas y que reporta a estas unos pingües intereses”,
afirma Rubén Manso, de la consultora Mansolivar e inspector en excedencia del
Banco de España. Si en los diez años de vida que quedan a la Sareb no se
consigue vender esos activos a los precios a los que se compraron incluyendo
los altos costes de mantenimiento que soporta, entonces el Estado tendrá que
rascarse el bolsillo y hacer frente a toda la deuda que aún tenga pendiente con
las cajas.
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